Como galletas y las personas me olvidan

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Aldren

—Vamos a mi casa, mamá hará galletas azules — dice un entusiasmado Percy a penas salir de Goode. Yo me encojo de hombros, no tengo nada mejor que hacer.

Emmet y Kaitlyn también acceden, pero Luciel dice que no porque quiere dormir. Todos protestamos diciendo que siempre tiene sueño y es una floja a niveles preocupantes, pero ella nos ignora olímpicamente y se despide.

—No tenemos esperanza con ella— resongué yo—. Bueno, vamos, no es buena idea llegar tarde, el señor Blofis probablemente acabe con todas las galletas.

—No hay que preocuparse, él fue   a visitar a unos familiares, por eso no vino hoy— aseguró el chico de ojos verde mar, comenzando a caminar en dirección su casa, seguido por nosotros tres.

Cuando entramos a la casa de Percy, nos impregnó el inconfundible olor de las galleta Sally Jackson (¿o Blofis? No sé). Percy corrió a la cocina gritando un "ya llegué". Emmet se sentó en el sofá y Kaitlyn en sus piernas, haciendo al primero enrojecer de pies a cabeza. K sonrió burlona y yo entorne los ojos. Ellos y su juego.

Me dispongo a sentarme en el el sofá libre (mientras más lejos de eso dos, mejor), veo a la futura madre de mis hijos, señora de mis quincenas y mi locura total.

Me enamoré, pienso idiotizado.

Bajando las escaleras está una chica rubia, de apariencia atlética, con la vista puesta en un libro escrito en otro idioma mientras frunce el ceño.

—Oe, Aldy— susurra Kaitlyn, mirándome divertida—, deja de babear, que ella se dará cuenta. Mi mano se dirige a mi boca palpando que, en efecto, estoy babeando. Siento el color subir a mi rostro, totalmente abochornado. Intento defenderme, diciendo algún tipo de estupidez, pero la rubia despega la mirada de su libro y me interrumpe:

—No te preocupes, estoy acostumbrada a los babosos, en especial cuando duermen — afirma, sonriendo como si recordase algo divertido. Sus ojos brillan, haciendo que parezcan dos nubes de tormenta a través de una foto (N/A: alta comparación) —. ¿Quiénes son ustedes?

—Somos amigos de Percy. Kaitlyn, Emmet y su servidor, don baboso avergonzado Aldren— bromeo, causando una risa por su parte. Santa vaca, que hermosa.

—Un gusto, soy Annabeth Chase la n...

—¡Chica lista, te extrañe mucho! ¿Por qué no me avisaste que venías? Te hubiera preparado una bienvenida y alistado el cuarto para ti. También una salida al— Annabeth interrumpió ese discurso, en el que unas palabras se confundían con las otras, besándolo... el tiempo suficiente como para que hasta K se sintiese incómoda, y eso es muy difícil de lograr. Cuando al fin se separaron, Percy parecía haber olvidado como se respira.

—Cálmate, sesos de alga. Quería darte una sorpresa. Además, si te lo decía no habrías estado pendiente de las clases, y de por sí no te enteras de lo que sucede —acusa ella, sonriendo de oreja a oreja. Percy hace un puchero muy infantil.

—Tienes razón, como casi siempre.

—¿Casi?

—Bueno, elimina el casi. Mamá dijo que tú sola te comiste la primera tanda de galletas — espetó con un tono entre molesto y juguetón. A mi lado, Emmet le susurró algo a Kait. Annabeth se hizo la inocente.

—¿Qué harás al respecto, Percy?

—Ya sabes qué — ella abrió los ojos como platos, y yo estaba confundido e incómodo.

Skatá. Allá den lypámai!— gritó, antes de salir corriendo al segundo piso. Su novio la persiguió con los brazos extendidos.

Estuvimos escuchando ruidos  de risas y cosas cayendo, mientras la señora Sally nos dio galletas y jugo azul.

Percy se olvido de nosotros, ya que no volvió la media hora que estuvimos antes de irnos.

Estúpidos Mortales & PercabethWhere stories live. Discover now