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Sábado 13 de Octubre de 2018

*Narra Santiago*

Me desperté, por el sonido de mi alarma. Me levanté y me vestí. Hoy decidí ir al gimnasio.

Por suerte no me encontré a ningún reportero.

Necesitaba hacer ejercicio para destensar mi cuerpo de tanto estrés que tuve en la semana por la dichosa foto que salió en el periódico.

Por desgracia la editorial que público primero el artículo es muy amarillista y no quisieron retirarlo, a no ser que fuera a cambio de información sobre Valeria.

Obviamente no lo iba a ser, no quería que la estuvieran molestando. Al final llegamos a un acuerdo financiero.

Con las demás editoriales no tuve ningún problema, solo que si tuve que pagar un poco de dinero para hacer que retirasen el artículo.

Después de dos horas ahí, me fui a mi casa. Me di una ducha, me puse mi traje y bajé a desayunar algo.

Mis empleados sabían que me gustaba estar solo, así que venían cuando yo no estuviera o en el caso de la cocinera, dejaba listo todo un día antes, para que yo solo metiera las cosas al horno.

Mientras saboreaba mi comida no dejaba de pensar en lo que ayer había pasado con Valentina. Tenía que ganarme a esa chica, a como diera lugar.

Saqué mi celular de la bolsa del pantalón y busque el número de Joe. No contestó.

Terminé mi desayuno y subí a lavarme los dientes y terminar de arreglarme.

Antes de ir a la oficina, quería pedirle el número de Valentina a Joe. Y lo iba conseguir a como diera lugar.

Salí de mi casa rumbo al casino donde siempre jugábamos. Entré y ya había algo de gente, por lo regular eran los que son adictos a esto.

Caminé en dirección a su oficina, toqué y recibí un "Pase" de su parte. Abrí la puerta y lo vi sentado con unos papeles y un trago en mano. Me miró y sonrió.

– Mi buen Santiago. ¿Qué milagro verte por aquí tan temprano? – se levantó de su lugar y camino hacía mí.

– No vengo a jugar, Joe. – me adentré a su oficina.

– ¿Entonces? – miro confundido.

Regresó a su asiento y me indicó que me sentara frente a él.

– Vine a saludar. – mentí.

– Ajam. – me miro incrédulo. – Santiago, ¿De cuándo a acá vienes a saludar un sábado por la mañana?

– ¿No puedo? – lo mire como si nada.

Él solo me miró y rió.

– ¿A que debo tu visita realmente? – me miro.

– Necesito un número telefónico. – fui directo.

– Claro, Santiago. ¿Qué número? – saco una pequeña agenda del cajón.

– El de Valentina. – Joe me miro y soltó una pequeña risa.

– ¿Para qué quieres el número de esa chica? – me miró con burla.

– Lo necesito.

– ¿Lo necesitas? – me miro incrédulo.

– Sí. – vi como guardaba su agenda.

– ¿Para qué? – se recargo en el respaldo – ¿Te gusta? – levantó una ceja.

– Solo dámelo, Joe. – lo miré sin ninguna expresión

SutraWhere stories live. Discover now