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*Narra Valentina*

Me despedí de mi papá, limpié mis lágrimas y caminé hacía la puerta, pero al abrirla...

– Señor Coscarelli. – dije un tanto sorprendida.

– Señorita Liceaga. – dijo acomodando su corbata.

– ¿Qué hace aquí? – pregunte confundida.

– Vine de visita. – lo mire incrédula.

– Me refiero en general, ¿Qué hace aquí en Las Vegas? 

– ¿A caso se me prohíbe estar aquí? – me quedé callada – Vine por una emergencia en mi empresa, uno de mis trabajadores tuvo un accidente. Como le dije, vine de visita. 

– Suponiendo que sea cierto, esta es la habitación donde está mi padre. – crucé los brazos.

– Ya iba de salida, solo pasaba por este pasillo y la escuche hablar, así que me quedé. – explicó.

– ¿Qué escuchó? – dije algo nerviosa.

– En realidad, no mucho, solo que se despidió de su padre. – me miro.

– Ah, bueno. Que pase buena tarde, señor Coscarelli. – acomodé en mi hombro la correa de mi bolsa y me giré para la salida. 

– Espere. – me detuve al oír que me llamaba.

– ¿Sí? – lo mire.

– La llevo a donde vaya. – dijo llegando hasta a mí.

– No es necesario.

– Insisto.

– Gracias, pero yo puedo irme sola. – di media vuelta y subí al elevador.

Demonios, siempre me lo encontraba en el peor momento, justo ahora tenía que ir con su mejor amigo para bailar en su casino.

Pero, ¿será cierto lo que me dijo? ¿Realmente vino porque ocurrió u accidente en su empresa?

Valentina, esta bien que le puedas gustar, pero no es para tanto. 

Al salir del hospital el chofer de Joe ya me esperaba, me fijé que nadie me viera en que auto me subía. Y con nadie me refiero a Santiago. El chofer me abrió la puerta y entré.

Puse mi cinturón y el auto arrancó

Al llegar al casino me dirigí directamente a mi camerino y comencé a maquillarme, al terminar me enchine el pelo y saqué e atuendo que iba a usar.

Estaba cambiándome en el vestidor cuando escuché la voz de Joe.

– ¿Se puede? – se escuchó del otro lado de la puerta.

– Pase. – seguí vistiéndome.

– Bien, Valentina. Ya sabes exactamente que tienes que hacer.

– Sí, señor. – dije saliendo del vestidor.

La mirada de Joe trataba de no clavarse en mi atuendo, pero sus ojos lo traicionaban.

– Bueno, sal en diez minutos, cuando el anunciador empiece a hablar. – explicó.

– Muy bien, señor. – asentí.

Antes de salir me dio un último recorrido con la mirada y se retiró.

Yo me di unos últimos retoques, me puse el antifaz del mismo color que mi atuendo y salí de mi camerino rumbo al escenario.

Espere antes de entrar por el pasillo, el anunciador empezó a alborotar a los hombres y después dijo las palabras que anunciaban mi entrada.

Cuando salí al escenario los gritos de los hombres retumbaban en las paredes, comencé a bailar y en un movimiento rápido mis ojos encontraron a Santiago entre la multitud.

SutraWhere stories live. Discover now