『Capítulo 50』

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Jordi, una semana después de la graduación.

La última semana pasaron un par de cosas... un tanto locas.

Desde la graduación las cosas se han vuelto de película.

Para empezar, me gradué con honores por mis notas. Eso es genial, después de todo, no es tan malo ser el nerd.

Luego, ví a Roxy salir corriendo como una loca de los vestidores del instituto, con una expresión de locura total y bueno, no voy a mentir. Fue divertido verla recibir un poco de su merecido luego de todo el mal que hizo en el instituto.

De hecho, Dylan, Owen, Roxy y sus amigas están haciendo servicio comunitario, ya que el video del proyecto de Leyla se viralizó y recibieron el repudio total de toda la comunidad. Entonces, tanto el director como el intendente del distrito acordaron darle una pena de todo un año de trabajo comunitario limpiando las carreteras por sus actitudes contrarias a las de un buen ciudadano. Y además, están obligados a hacer un curso anti-bullying.

Así que ayer pude verlos limpiando la basura de la carretera con mucha cara de felicidad...

Obvio no era felicidad, pero me hubiera gustado tomarles una foto.

Además, Seb tuvo que pedirme disculpas por no haberme contado sobre el proyecto de su hermana. Pero no estoy enojado con él.

De hecho, no fue él quien me vio la cara de nerd.

Y Leyla...

Bueno, Leyla es otra historia, pero no quiero hablar de ella.

Bajo a desayunar con mi madre, la cual se encuentra tomando te y comiendo tostadas con mantequilla de maní y jalea de moras.

—Hola hijo —dice ella cuando me ve bajar las escaleras en pijama.

Yo sonrío con pesar y me siento a su lado en la isla de la cocina, donde ella me espera con un tazón de cereales con leche. Mi desayuno preferido.

—Hola ma —la saludo y empiezo a comer sin pronunciar palabra.

Ella intenta entablar conversación, pero no estoy de ánimos para charlar.

—¿Dónde vas hijo? —me pregunta cuendo me ve vestido para salir.

—A la biblioteca —digo sin más y me marcho evitando sus preguntas.

Son las tres de la tarde del sábado, y a decir verdad, sin el instituto ya no tengo mucho para hacer, entonces busco refugio en la biblioteca pública.

Así, tal vez, perdido en la lectura puedo ignorar el dolor en mi pecho que crece cada día desde hace una semana.

Pero no quiero hablar de ello.

Camino con las manos en los bolsillos de mi pantalón de jean y voy pateando una piedrita hasta que llego al lugar.

—¡Hola! —me saluda la bibliotecaria cuando entro a la biblioteca.

Yo asiento con la cabeza a modo de saludo y camino entre los inmensos estantes de fina madera hasta que llego a los sillones de lectura.

E inmediatamente recuerdo todas las tardes que ella y yo pasamos leyendo...

Pero niego con la cabeza borrando ese recuerdo amargo.

Y así, paso la tarde hasta que el sol cae y empieza a correr la brisa de verano.

Cuando termino de leer el libro, lo dejo sobre la pequeña mesa con el marcador puesto en la pagina y observo a mi lado, donde una pequeña niña intenta subirse al sillón mientras trae un inmenso libro de animales.

❝Proyecto G❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora