『Capítulo 36』

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Camino por las puertas del instituto con Yael a mi lado parloteándome de la novia quisquillosa a la que su hermana mayor, Mel va a maquillar en su día. Y ella, va a trabajar de cáterin para hacerse de unos pesos.

–No la tolero, la conocí el otro día cuando fui a buscar a Mel al trabajo. La mujer estaba ahí diciéndole a mi hermana que quería, era muy cordial y todo. Pero era esa clase de persona que tiene ese molesto tono de voz que ¡Arrgh! –mi amiga hace cara de asco y yo me rio de ella–. Te deja boba. Era peor que una abejita molesta. Seguro que si la conocieras pensarías lo mismo.

–Y bueno, si la tolera el novio nosotras no pintamos nada.

–Qué va, tienes razón. Espero que el pobre que vaya a casarse con ella tenga tapones para los oídos –comenta echándose a reír.

–Ey Yael –la llamo. Ella deja de mirar al frente y gira levemente la cabeza para clavar sus ojos ambarinos en mí.

–Ey Leyla –me imita.

–Mañana es el cumpleaños de Seb, ¿quieres venir? Vamos a ir a comer y luego vamos a bailar. Seb ya invitó a sus amigos.

–Y soy tu sensual escudera para no aburrirte.

–¡Bingo! –exclamo risueña –. Entonces... ¿Vienes?

–¿Va a haber comida? –averigua mientras seguimos caminando hacia las canchas de futbol, ya que tenemos educación física.

–Si –afirmo a su duda existencial.

–Entonces voy.

Hablamos de vanidades lo siguiente del trayecto. Cuando cruzamos el umbral del patio diviso los alumnos de último curso reunidos mientras el profesor canta los presentes. Me detengo en Jordi, quien es el primero en notar nuestra presencia. Él clava sus ojos celestes en mí y esboza una sonrisita a modo de saludo. Levanto la mano para saludarlo, pero la bajo cuando recuerdo lo de ayer. En cambio, le devuelvo el saludo con un seco asentimiento de cabeza. Aunque pensándolo bien, Carolina y Leyla para Jordi son dos personas diferentes. Desvío mi mirada del chico de gafas cuando siento otra posarse en mí. Mis ojos van a chocar contra un par de ojos verdes que me observan desde la otra punta del lugar, apartado de sus amigos. Me incomoda sentir la escrutante mirada de Owen en mí. Retiro rápidamente la vista de su rostro y llego con Yael al lado del profesor que ordena que nos pongamos nuestros uniformes en cinco minutos y que demos ocho vueltas a la cancha. Inconscientemente mi mirada va a parar otra vez en el chico de ojos verdes, notando que este sigue mirándome. Esta vez lo observo como él hace conmigo. Estamos un buen rato así hasta que el profesor hace pitar el silbato haciendo que yo despegue la atención de Owen y pegue un brinco de la impresión. Me asustó.

–Apresúrense muchachos. Por cada segundo de tardanza le agregarán dos vueltas más a las canchas –sentencia el hombre y Yael tira de mi hacia los vestidores. A delante de mí noto que Roxi, la ex de Owen me está mirando. Luego de darme una mirada hace lo mismo con Owen. Joder, notó nuestras miradas. Paso por lado de la chica de cabellos rosados e ignoro el murmullo que escuché al pasar por su lado. Parece que eso le molestó, ya que golpea su hombro contra el mío.

–¡Ay, fíjate gorda!¡Casi me dislocas el brazo! –brama a mis espaldas. Yo la ignoro y sigo como si nada con Yael a mi lado. Mi amiga ríe y se inclina para susurrarme.

–Creo que se le dislocó el cerebro –me dice y no puedo evitar soltar una pequeña risita. Yael sí que es malvada.

Una vez en los vestidores voy hacia el loquert que comparto con Yael porque no hay para todas y dejo mi mochila negra a lunares de colores y ella hace lo mismo con la suya. Desde el incidente cuando conocí a Dylan, aquella vez que me quedé atrapada en las duchas y él terminó prestándome su ropa y desde lo de Julián, cuando le di mi ropa cuando lo metieron en las duchas heladas aprendí que debo traer una muda de ropa por cualquier cosa.

❝Proyecto G❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora