『Capítulo 5』

30.1K 4K 2.4K
                                    

—¿Seb, y si hacemos un partido? —le pregunto cantando a mi hermano que está sentado viendo la televisión. Él alza la cabeza y me ve parada a su lado con su pelota de fútbol bajo el brazo—. Ven y vamos a jugar —sigo con mi canción. Él niega y sigue mirando la tele.

—Yo se que te puedo gambetear, hermano sal, yo se que juegas mal... —sacudo su hombro pero él ni me mira.

—Déjame en paz Leyla —bufo y voy a la cocina.

Miro la heladera con malicia, una idea viene a mi cabeza. Abro el refrigerador y raspo las paredes con la mano y así junto una bola de hielo que perece nieve. Vuelvo decidida al living. Camino rápido y me pongo frente al televisor. Sebastián protesta. Entonces le tiro la bola de nieve improvisada. Se estremece hasta que el hielo desaparece mojando su ropa.

—¿Y si hacemos un partido? —niega, cierra los ojos y apoya la cabeza en el respaldo del sofá.

Y yo continúo.

—Ven y vamos a jugar. Si quieres te dejo ganar, hermano sal. Yo se que juegas mal —entonces él bufa y abre los ojos.

Punto para mí, he estropeado, pisoteado y difamado su ego viril.

—Vamos —acepta, pego un saltito de emoción, Seb se levanta para seguirme y salir de la casa.

Vamos a la plaza donde siempre jugamos. En el playón están jugando un par de niños.

—¿Qué le dijeron a Jordi? —pregunto mientras caminamos hacia los niños.

—Le dieron reposo de dos días. El mal parido le abrió la carne —dice mi hermano entre dientes. Por mal parido hace referencia a Owen. Eso quiere decir que Jordi no va a poder ir a la biblioteca. Niego con la cabeza y entramos a la pequeña cancha. Así pasamos la tarde, mi equipo perdió 4-3 contra el de Sebastián.

Saludamos a los niños y nos vamos a casa haciendo pases en la acera.

Sebastián me pasa la pelota, freno para levantarla con el pié y hacer jueguitos, justo cuando una moto para al ras de nosotros.

—Mierda —maldice mi hermano y se hace a un lado para que la moto no lo choque. Miro con odio al motociclista. Entonces este frena unos centímetros más adelante rayando el piso. Se gira y se saca el casco.

Owen.

Sebastián maldice entre dientes y camina hacia Owen que sonríe con aire de suficiencia.

—¿Cómo está el cuatro ojos? —pregunta cínico cuando pasamos a su lado. Tomo a Sebastián del brazo e intento retenerlo para que no caiga en la provocación.

—Mejor de lo que va a quedar tu cara, niñita —amenaza mi hermano. Se suelta de mi agarre y camina hasta hacerle frente a Owen. Este último se baja de la moto y no se achica.

Owen es más alto que Sebastián por lo que mi hermano tiene alzar un poco la cabeza para verlo a los ojos. Owen sigue sonriente.

—¿Qué, te haces el gallito para defender a tu novio el cuatro ojos? —Seb gruñe y yo no pierdo el tiempo.

Camino hacia ellos y los separo poniéndome en medio. Empujo a Sebastián poniendo las manos en su pecho y avanzando haciendo que él retroceda.

—Nena, no te metas o ese lindo trasero que tienes te va a quedar rojo de la zurra que te voy a dar —ríe a mis espaldas y una nalgada me llega. Me paro en seco al recibir el impacto, y me pongo roja de ira, pero me contengo.

Entonces Sebastián aprovecha mi desconcierto y se zafa de mi agarre y camina hacia mis espaldas, me doy la vuelta justo para ver como hace impactar su puño contra la cara de Owen lo que provoca que se tambalee.

❝Proyecto G❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora