Cap. 14 - Veintiuno

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A lo largo de las últimas semanas las cosas no habían dejado de complicarse para los Vengadores. Primero el descubrimiento del Zenit, luego Hiperión, HYDRA, el extremis, los agentes mejorados...

A juicio de Tony ya era suficiente.

Acababan de recuperar otra pieza del dichoso dispositivo kree tras una intensa misión en Etiopía. Por fin estaban más cerca de poner fin a toda esa locura; se habían ganado un descanso. O mejor aún, una fiesta.

―Es un poco pronto para cantar victoria ―señaló Steve, en pie junto al panel de control del quinjet―. Todavía no hemos encontrado la base de Marcus Milton, deberíamos centrarnos en recuperar su parte, es la más peligrosa.

―Eso sería factible si los rastreadores no se hubieran quemado por completo. ―Alex chasqueó la lengua. Estaba arrodillada en el suelo del avión, frente a los restos calcinados de los dos artefactos que habían fabricado para buscar tecnología extraterrestre. Pese a que habían cumplido su función localizando la pieza, un rayo de Thor los había alcanzado durante la pelea contra los centinelas encargados de custodiarla.

―Culpa mía. ―El dios del trueno se llevó una mano al pecho.

―¿No puedes arreglarlos? ―El Capitán enarcó una ceja y Alex se mordió la lengua.

Claro que podía. Si usaba sus poderes no le llevaría más de unos minutos...

―Es imposible ―Banner se adelantó y respondió por ella―. Hay que fabricarlos desde cero. Tardaremos unos días.

―Entonces no hay más que hablar. ―Tony palmeó la espalda de su colega científico―. Nos merecemos esta celebración, y que conste que solo os he preguntado por mero formalismo. Mi organizador de eventos ya tiene todo listo para una bacanal en la Torre. Mañana por la noche os quiero a todos allí, que a ninguno se le ocurra quedarse en el Complejo.

Natasha esbozó una sonrisa ladeada e intercambió una mirada divertida con Clint.

―¿Por qué no me sorprende?

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Alex cerró los ojos. El sonido de las burbujillas del analgésico efervescente estallando en el vaso de agua le resultaba relajante, casi hipnótico... Sin embargo, no bastaba para aliviarle la jaqueca. ¿Era posible que desde que sabía lo del tumor su salud hubiese empeorado?

Nunca había pensado en sí misma como una persona derrotista o autocompasiva, más bien era de las que tendían a ignorar los problemas propios, incluso rozando la irresponsabilidad. Su intención era olvidar la enfermedad, hacer como si esta no existiese hasta que Bruce encontrase una solución..., pero cada vez que creía lograrlo, su cerebro se encargaba de devolverla a la realidad con un bonito ataque de cefaleas.

Estaba cabreada, porque no era justo. Esta vez ni siquiera había usado su mutación; había luchado contra los centinelas sin recurrir a la tecnopatía ni a la ciberpatía en ningún momento... Y era consciente de que a sus compañeros eso no les había pasado inadvertido. Si seguía así no tardarían en darse cuenta de la verdad, y eso era lo último que deseaba.

Trojan » Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora