Cap. 13- Friendzone

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Un yogur helado junto a la piscina y una charla de chicas era lo que Alex necesitaba para quitarse de encima la jaqueca que últimamente no dejaba de acosarla. Empezaba a preocuparse; el uso de sus poderes siempre le había acarreado cierta incomodidad, pero de un tiempo a esa parte comenzaba a volverse insoportable.

Bruce debió de haber notado su malestar, porque prácticamente la había obligado a tomarse un descanso; Alex quiso replicar, era indispensable que terminasen los rastreadores esa noche sí o sí, sin embargo, toda posible protesta por su parte quedó en el limbo cuando la voz de Natasha sonó por megafonía anunciando que en la terraza principal tenían yogur de fresa.

Alex estaba segura de que esos dos se habían compinchado para sacarla del laboratorio, pero no le importó. El yogur de fresa bien valía semejante traición.

En ese momento disfrutaba de unos minutos de relax y sol junto a la espía rusa, Wanda y Thor. Aunque, en un principio, el asgardiano se había unido a ellas con la exclusiva intención de dar buena cuenta de la comida, de algún modo había terminado confesando sus problemas amorosos... y, al parecer, no le había ido demasiado bien en la visita exprés a Jane Foster.

―¿Entonces te ha dejado? ―Alex arqueó las cejas, casi abrumada. La posibilidad de que alguien en su sano juicio decidiese cortar con el increíble dios del trueno no encajaba en sus esquemas mentales.

A Wanda le resultó graciosa la expresión de su compañera, pero no le sorprendió. Thor no era su tipo, pero tampoco estaba ciega, a ella también le costaba creer que una mujer renunciase voluntariamente a semejante... cabellera.

―Ha sido de mutuo acuerdo ―recalcó el hijo de Odín, sin dejar de prestar atención a los aperitivos dispuestos sobre la mesita entre las tumbonas―. Nuestras ocupaciones no son compatibles con una relación.

―Eso suena a algo que ella diría. ―Las gafas de sol de Natasha no llegaron a ocultar su expresión burlona―. Y hablando de nuevos solteros, ¿es oficial tu ruptura con el guaperas de California? ―añadió mirando a Alex.

La aludida asintió. No habían pasado ni dos días desde lo del hospital y, en cierto modo, ya lo extrañaba. Liam siempre ocuparía un hueco especial en su corazón, sin embargo no se arrepentía de su decisión.

En realidad, poner fin a la única relación amorosa que había tenido en su vida le había resultado mucho más fácil de lo esperado. Y era perfectamente consciente del motivo: Steve Rogers.

Steve sujetándola por la cintura para corregirle algún movimiento durante los entrenamientos, Steve riendo de sus bromas sin sentido, Steve corriendo a rescatarla en medio de una misión, Steve y el dichoso beso bajo el estadio... Steve Rogers una y otra vez.

No podía sacárselo de la cabeza.

Tal vez todo hubiera empezado por una inocente atracción (totalmente justificable, era mujer y tenía ojos), pero, después de todos los momentos compartidos... Cada vez tenía más claro que, lo que sentía cuando lo tenía cerca, o simplemente cuando pensaba en él, ya no era mero fruto de sus reacciones hormonales.

Trojan » Steve RogersWhere stories live. Discover now