MARSHMELLO

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Una sonrisa maliciosa se adueñó de mi rostro al no escuchar algo más que el silencio, sintiendo una sensación de satisfacción tan grande y parecida a aquella que sentía cada vez que hacía mía a Selena. El cuarto y mi cuerpo estaban cubiertos de sangre, sin embargo aquella no me impidió encender un cigarrillo y fumarlo sin preocupación o remordimiento alguno. Finalmente lo había logrado, desde hace tiempo que no soy el mismo, algo había cambiado dentro de mi, las mujeres, la fama, las drogas, el alcohol y simplemente la maldita soledad que cada día al recordar partia mi alma en mil mitades. Tenía a muchas mujeres, aquellas a las cuales podría tratar a mi antojo y jamás existía impedimento alguno, el centro de todas ellas era sin duda alguna Selena Gómez. Ella era hermosa, tenía un lindo cuerpo y sin embargo me daba lo que más quería, noches y noches de placer interminables. No existió día o noche en la que su cuerpo no me brindara el placer que buscaba, siempre me dejaba satisfecho, siempre con ganas de mucho más.

Todo era distinto, desde mi actitud, mi cuerpo, mi mirada, todo había cambiado y la única influyente en mi cambio había sido ella... Evelyn. Recordarla me lastimaba, la herida aún no sanaba y día con día la droga la hacia tan presente.
Cuando las heroína o la cocaína estaba en mi sistema lloraba a mares por ella, gritaba al cielo cuanto la amaba y sin aquel veneno; bueno aquella mujer no existía más para mi.

¿Fama? Bueno aquello no me faltaba en absoluto, gracias a las drogas y el alcohol las ideas para nuevas canciones eran constantes. Siempre antes de entrar a aquel estudio una buena copa de vino o brandi, un cigarrillo o una buena calada de cocaína me reanimaba y me brotaba toda aquella inspiración apagada.

Fingia fidelidad a Selena, que actualmente ante las cámaras y el público era mi "novia", sin embargo cada vez que los festivales me quitaban tiempo, no dejaba escapar la maldita necesidad de acostarme con aquellas mujeres que despertaran en mi, aquel deseo aventurero. Aquella maldita necesidad de poder y del lograr tener a mis pies a cualquier mujer que yo desease.

Hoy había cometido mi primer asesinato, y honestamente jamás imaginé que sería tan satisfactorio matar a quien había matado todo lo bueno que había en mi. El cuerpo de aquel maldito bastardo era irreconocible por la gran cantidad de sangre que destilaba de cada uno de sus poros. Torturarlo fué divertido, acabarlo mejor aún. Sin embargo el dolor aún no se tranquilizaba. La rabia y el dolor fué aún más grande, su cadáver me hizo recordar a mi hijo, cada vez que lo visitaba en aquel panteón no podía evitar llorar y recordar el maldito error que cometí al dejar a Evelyn sola, quizá hoy en día estaríamos felices, recordando a nuestro hijo con melancolía pero juntos, sin embargo yo, me había convertido en un infeliz sin justificación y ella... bueno ella ya era demasiado ajena a mi.

Recién me había enterado de la relación que llevaba con Andrés, un tipo sin gracia alguna, además de mujeriego, sus antecedentes eran pésimos y sin embargo yo aún lo permitía, aún sabiendo lo que Andrés era realmente permití que continuara al lado de Evelyn y ¿Porqué? Bueno, ella merece a alguien mejor que un tipo que sólo vive en mujeres, droga y alcohol.

Furioso y quizá triste por recordar todo aquello, me levanté de aquel lugar. Entre al baño y me duché tan rápido como pude, salí de aquel baño, me cambié de ropa y salí de aquella habitación de edificio de homicidios en donde no importaba quien asesinase a quien, todo estaba completamente oculto, puesto a que nadie frecuentaba un lugar como este y menos un "famoso" como yo.

(***)

- ¿Está aquí? -le pregunté a Frank, aquel investigador que solicite hace ya dos años para seguir discretamente el rastro de Evelyn.

- Sí, está mucho más cerca de lo que te imaginas. Ya te habrias dado cuenta de no ser porque te pasas el día entero follandote a Selena.

- ¿Qué?

- Son vecinos. Bueno, casi vecinos, ella está hospedada dos pisos más arriba que tú, -sentí pena y tal parece que arrepentimiento. Evelyn estaba aquí, ahora.

- Debo verla, ¿En qué departamento?

- Entonces aprovecha, está en el 437 y su novio acaba de salir.

Sin pensarlo dos veces me alejo de Selena quien aún duerme, después de haber hecho el amor quedó completamente dormida, tomo unos jeans, una chaqueta y me colocó unos tennis, salgo a toda prisa fingiendo tranquilidad aunque por dentro la sensación que parecía estar apagada durante mucho tiempo se reanima con la ilusión de recuperar lo que es mío.

(***)

Verla así, tan rota y tan fuerte me destruyó, besarla simplemente afirmó que mientras mas lejos esté de ella, más fuerte será nuestro amor. Y sin embargo me encontraba una vez más aquí, llorando por una mujer, aferrandome a aquellas gotas de alcohol que continuaban entrando a mi sistema. Quise gritar, desquitar mi odio con cualquier persona que se cruzara en mi camino y sin más continúe bebiendo, tratando de enterrar el sentimiento tan fuerte que me mentenia unido a Evelyn, mi único y real gran amor.

Ella era diferente, quizá las cosas fuertes que pasó sola la hicieron así, tan reteniente de dolor y tan fría a la vez, me pidió no volver a buscarla, me gritó cuánto me odiaba, y no podría culparla, yo era una mierda de persona en estos momentos, también me convertí en un asesino, y a pesar de lo doloroso que fué escucharla afirmar que se había acostado con Essau, no tendría cara para enfrentarla, lo entendí demasiado tarde. Puesto que yo, bueno; ya me había tirado a prácticamente todo California.

Lloré aún más alto, fue tarde, llegué demasiado lejos y ahora sólo deseaba una cosa. Hundirme en el vicio, aferrarme a una salida que parecía fácil.
Aferrandome a sus recuerdos y a nuestro último beso, aquel que disfruté más que cualquier otro.

- De nuevo metiendote esa porquería que opaca el maravilloso hombre que eres...

- Lárgate. -Espeté sin interés alguno.

- De ti, me gusta todo. Excepto verte metiendote toda esa mierda.

- Tendrás que aguantarme porque no pienso cambiar...

- Apuesto a que Evelyn también le gusta todo lo que tú eras... si ella tan sólo supiera la mierda en la que te haz convertido... te odiaria aún más. Y sí, yo me largo. Ya me cansé de aguantarte, tus borracheras, tus horas de droga completas, de cogerme cuando quieres y a las horas que quieres... inicié amandote y ahora te odio, más que a cualquier otra persona...

- ¡Lárgate! ¡Déjame sólo! -Le grité, sintiendo por fin que la heroína ya estaba entrando en mi sistema nervioso.

Lloré, imaginé que no me doleria tanto su desprecio, que no lamentaria haberme alejado de Evelyn, y hoy..., hoy me dí cuenta de que tratar de enmendar un error que yo había cometido ya no era una salida visible. ¿Que motivo tenía para seguir adelante?

¿Mi fama? Por supuesto que no.
¿Las mujeres? Tal vez, ¿El recuerdo de Evelyn? Quizá esa era mi única opción.

Un sueño increíble. © (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora