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- ¿Y tú que crees?- Le respondí sin moverme entre ellos, sin dejar de tocarle los miembros. Masturbándolos. Sus ojos se iban y volvían, mi esposo comenzaba a dejarse llevar por el placer. Estaba convencida de que ellos dos habían compartido muchísimas mujeres, eran multimillonarios, atractivos, y de penes grandes. Me arrodillé rápidamente en el piso y agarré fuerte los dos penes.- Si, que delicia.- Pensé cuando me los metí en la boca sin dudarlo. Los chupé, yo estaba desaforada, parecía un animal carnívoro ansioso por meterme esos trozos de carne a la boca, y ellos sentían como me sentía yo por eso no se habían movido. ¿ESTABAN ATEMORIZADOS DE MI ANIMAL VORAZ? Comenzaban lentamente a excitarse. Podía escucharse que la respiración de ambos aumentaba su caudal hasta oírse sus palabras de placer... ¿Se habrían mirado ellos a los ojos en algún momento? ¿Se habrían besado?.... No sabía si eso me generaría placer quizás porque mi cabeza no podía concebir tanto morbo y hasta un poco de oscuridad. Levanté la cara para mirarlos, y estaban con las cabezas en alto y los ojos cerrados, cuando bajé la mirada continué chupándolos, les pasaba la lengua entero sobre los troncos y me los tragaba tan fácilmente que me sentía una experta. Los masturbé rápidamente, según el reloj de oro blanco que colgaba en la pared, habían pasado más de veinte minutos desde que habíamos comenzado y de pronto, casi al unísono, sentí una sensación caliente sobre el cuello de ambas partes, el semen de ambos me caía en todo el cuerpo y yo era la segunda vez que me venía. Caí en la cuenta de que lo había hecho generaría algo que inevitablemente estallaría en algún momento y que a partir de esa noche lluviosa, yo tendría que ocuparme de que aquella situación sexual no generaría ningún conflicto que estallara entre los tres.

Me levanté rápidamente y fui hacia el baño del camerino, abrí la ducha y me lavé con desesperación, me daba un poco de vergüenza la posición que había optado de querer estar con ambos....Claro, yo me sentía poseída, en ese y en todos los otros momentos de sexo de mi vida, como si mi entera esencia cambiara y se poseyera por un demonio del sexo. (¿Si un psicólogo leyera esto que me diría?) Pero lo que no sabía era si Simone, esta vez, comprendería esto como lo hizo siempre pero sin decírmelo; Es que nosotros teníamos una conexión particular nos hablábamos con la mirada y esto podía hacerle perder la visión. ¿Era posible?

Salí perfumada, en bata, y ambos estaban allí. Tirados en la cama desnudos y recordando algo que no supe comprender.

- Claro, la conocimos en Paris, en el Hotel fino de putas a los que solíamos ir.- Dijo Cyan riendo a carcajadas y cuando entré se serenó uno poco.

- Suena interesante.- Hice como que "todo en el mundo era natural" como lo que acabamos de hacer. Me tiré a mitad de la cama, y los podía mirar a los ojos a los dos: estaban frescos, cada vez un poco más jóvenes y felices.

- Las primeras hazañas sexuales las tuve con mi hermano, siempre compartimos mujeres. Desde los doce años...Recorrimos el mundo en busca de burdeles, los mejores puteríos del mundo y pagamos a mujeres para que nos atendieran en todos aspectos.- Contó mi esposo y yo quedé muda.

- Hubo una vez que compartimos una mujer. Fue una situación particular. Ambos estábamos en Paris, a los veintidós años, y habíamos ido por separados...Y pasaron dos días hasta que nos instalamos cada uno en sus casas.... Hasta que nos encontramos y hablamos de ella... Éramos más jóvenes, estábamos extasiados de tener los veinte tanto...sabíamos que jamás volveríamos a ser los de antes.

- ¿Y le propusieron estar con los dos?- Pregunté porque sabía que Cyan se iría por las ramas.

- Las citas se habían decidido en tres conmigo y tres con Simone, éramos demasiado idénticos. Casi iguales.

Secretos de la Señora ThompsonWhere stories live. Discover now