Capitulo 18

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        No había vuelto a hablar con ella. Me moría de ganas de escucharla, pero yo le había robado y me había privado a mí misma. Estaba peligrosa y desmedidamente enamorada de mi Señora T.

Miré a mí alrededor y mi vida había cambiado hacía unos meses. Tenía una casa nueva, espaciosa, con unos sillones cómodos, una sala de lectura, cinco habitaciones, tres baños y balcón en cada cuarto. Mi preferido era el cual estaba en dirección hacia la avenida...............Nunca había amado tanto la Ciudad de New York, era invierno y la nieve comenzaba a caer.

Los niños no estaban en todo el día, habían comenzado a estudiar en uno de los mejores colegios del país y yo me la pasaba leyendo todo el día. Tomé mi IPhone 7, contactos, Sofie, y la llamé.

Quería saber cómo estabas.- Dije con la voz quebrada.

Mírame.- Dijo al aparecer por detrás. Di vuelta y creí estar viendo a Alice. Mi hija había cambiado muchísimo. Pesaba cinco kilos menos, su cuerpo estaba más fibroso, el maquillaje que llevaba puesto la hacía parecer más perfecta de lo que era. Estaba vestida por Marc Jacob, unos Manolos en los pies y un bolso Prada colgado del brazo.

Estás hermosa.- Había quedado demasiado sorprendida.

Mamaaaaa.- Su abrazo y amor no habían cambiado.- te traje muchas sorpresas.- Rió y entró Nichollas por la puerta. Y en las manos traía pizza y cerveza.

No lo pude evitar.- Rió él.

Cenamos los tres en el inmenso comedor. Sofie comenzaba a contar las anécdotas de las grabaciones, las escenas, y chimentos de los actores con los que trabajaba.

Mañana por la noche iremos a un coctail de anticipo de mi primera filmación. Imagino que vendrás con nosotros.- Yo estaba confundida. Aún me costaba comprender mi nueva realidad.

Claro.- Aseguré sin saber dónde me estaba metiendo.

Perfecto que has aceptado, porque he cometido la osadía de comprarte yo mismo el vestido que usarás esta noche.- Rió Nichollas y le dio un gran mordiscón a la porción de pizza que tenía en la mano.

Cuando quedamos solas comenzamos a desarmar las maletas, mientras mi hija me contaba de Paris. Estaba deslumbrada, con la mente aún en Europa. Yo comenzaba a sentirme cada vez un poco más sola.

Vas a amar a Paris.- Sonrió.

Ya la conozco.- Reconocí, pero por la escritura de Alice, la cual no había podido retomar desde el día de la mudanza.

Pero si no has ido nunca.

En los libros...y Google.- Sonreí y estuve a punto de acomodar la maleta más pequeña y corrió hacia mi negándose.

Esta la acomodo yo.- Me exigió. Y quedé pensante con su actitud. ¿Escondía algo?


Dormí con calma, pues tenía a mis tres niños en la casa...bueno ya no eran niños. La única que me faltaba era ella...pero sabía por dentro que jamás la tendría nada de ella. Excepto sus palabras...ay dios, si ni siquiera habían sido dedicadas para mí. Iba y venía por mi mente, no salía estaba enredada en su recuerdo, el de Alice a los diecisiete años. Tenía su imagen en mi cabeza, la veía con el vestido coral puesto, con las perlas y me provocaba suspiros. Lo que provocaba en mi era más intenso de lo que mi difunta esposa había provocado alguna vez...pues me dolían los huesos al reconocer que la amaba más a mi Señora T. que a Samantha. Creí que la engañaba, que estaba actuando mal. Estaba perdida y necesité que mi cabeza descansara: chupé mis dedos mojándolos de saliva y me los metí en la vagina. Imaginaba que ella venía hacia a mí, me lamía los labios lentamente, mojaba la yema de sus dedos y presionaba mis pezones con fuerza y amor. Hasta que yo tenía varios orgasmos y me besaba con lujuria, ambas perdidas en el encanto sagaz del amor.

Secretos de la Señora ThompsonWhere stories live. Discover now