CAPITULO 15

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CAPITULO 15

La gente de la fiesta bailaba sin control, nadie había notado la situación que vivíamos. Samantha corrió en busca de James y él no dudó un segundo en venir hacia nosotras. Alzó entre sus brazos a la francesa y corrimos hacia una clínica. La más preocupada era yo, pues la prostituta de mi marido estaba tranquila, cómo si se estuviera sacando un peso de encima. Yo no podía parar de llorar, el que estaba en peligro era mi hijo. Sí. Mi hijo.

Al reaccionar estábamos entrando a la sala de guardia de una clínica privada y confidencial (creí que James era el dueño).

Samantha me tranquilizaba y en ese momento me llevó hacia la terraza a fumar un cigarrillo.

Tranquilízate, es normal que pasen estas cosas sobre todo en el tercer mes de embarazo.- Me dijo ella.

Ella no se ha cuidado cómo debía. ¿Has visto lo flaca que está?

Traje café.- Apareció Cory, un poco dolorido con tres vasos en las manos.

Esto está ardiente. ¿No te has quemado?- Pregunté inocente y él sonrió pícaro. Me relajaron.

La francesa se sentía bien. El bebé estaba fuera de peligro, había hecho mucha fuerza al subir y bajar escaleras. Entré a la habitación y estaba recostada.

Me siento extraña...me sentiría feliz si no tengo a este niño.

Tranquila, ese niño es mío. Nunca ha sido tuyo. Hazlo por mí.- Le pedí algo a alguien por primera vez en mi vida.

Es que es por ti que hago todo esto, Alice.- Me sorprendió con su respuesta.- Nunca he sido tan feliz como en este tiempo. He vivido en la oscuridad completa, alquilando mi cuerpo a cualquier hombre que tuviera el dinero para pagarme. Me sentía muy cansada, al borde del peligro constantemente, sin un sentido en la vida. Y tú me lo has devuelto. Con lo que me pagues pienso comprarme una casita en Paris y comenzar a estudiar.- Estaba siendo sincera.- Soy feliz. Gracias, Alice.

Ambas nos emocionamos, lloramos abrazadas. Y lo que no pude comprender era cómo era posible que para mí la compra de su vientre fuera casi un delirio, y para ella la puerta hacia su felicidad.

James nos hospedó en su palacio londinense y nos prometió completa discreción, al igual que Samantha y Cory. Supe desde ese entonces que ya tenía tres amigos fieles, bueno cuatro en realidad.

Dormí en la misma habitación dónde había tenido sexo con Samantha y al despertar él estaba allí observándome dormir. Se lo veía como nunca, cansado, con ojeras, desarreglado y triste. Mi esposo estaba en el peor de sus momentos.

Vine con John.- Me dijo al sentarse en la cama.- Estaba enfermando, somatizando. Te extraña mucho.

Si hay algo que no tolero es que me mientas. ¿Él o tú me extrañaban? Mírate por favor.

Yo no puedo vivir sin ti, reina.

Yo he descubierto que sí, pero es casi tormentoso.

¿Qué quieres? Pídemelo y te lo daré.

¿Cómo puedes ser capaz?

Te lo he dado todo. Y no dudaría en volver a hacerlo.

Reproche.

Jamás. ¿A caso no recuerdas cuando te saqué de aquel infierno en el que vivías?

No comiences. Son mis recuerdos, no los tuyos.

Desde ese día tu historia es mía.

Íntegramente tuya, pero me siento diferente. No quiero regresar.

Recuerdo cuando nos íbamos del pueblo en mi auto privado, y mientras te tenía en mis brazos y llorabas me decías...

¡Basta!

¿A caso te da miedo recordar?

Es dolor.- Grité desgarradoramente.

¿Entonces qué más quieres?- Me gritó cómo nunca.

El divorcio.- Respondí. Y por mi cabeza recordé cuando se había hecho el concurso de Miss Carismatic hacía dos años.

Secretos de la Señora ThompsonWhere stories live. Discover now