Capitulo 14

11.4K 602 39
                                    

Mini Capitulo.

Niall

— Hola, hermosa –dije cerrando la puerta tras de mí.

— ¡Niall! –estiró sus bracitos, sus delgados bracitos, hacia mí para que la cargara y así lo hice. Le retiré la manta y la cargué, comencé a darle vueltas en el aire y de su boca salían risas. Si les soy sincero, ver a mi hermanita así, es lo más hermoso de todo el planeta.

— ¿Que estabas haciendo, pequeña? –la cargué de un lado, apoyándola en mi cadera y abrazándola cuidadosamente. Hay veces que me da miedo romperla de tan delgada que es. Ella abrazó a su peluche, que por cierto se lo regalé yo en su cumpleaños número cinco, un bonito oso de peluche, y con el otro brazo me abrazó por el cuello.

— Veía una película –me sonrió y besó mi mejilla, haciendo que el beso sonara por toda su habitación rosa.

— ¿Ah, sí? –ella asintió–. ¿Y qué película veías? –me senté en la cama con ella en mis piernas.

— La princesa y el sapo –señaló la pantalla, en dónde se veía una libélula cantándole a la luna–. Pero quiero hablarte de algo.

— Claro, peque. ¿Qué sucede? –la senté en la cabecera de la cama, yo apagué el televisor y volvía a sentarme, pero esta vez frente a ella. Ambos con las piernas cruzadas.

— Se acerca mi cumpleaños –dio un pequeño grito mientras aplaudía. Se paró en la cama, dio unos cuantos saltitos y se lanzó encima de mí riendo.

Era cierto. En una semana mi pequeña princesita cumpliría sus siete años. Lo olvidé por completo.

— Ya lo sé princesa –dije atrapándola–. ¿Qué hay con eso?

— Mi mamá no me está dejando hacer la fiesta que yo quería –hizo pucheros.

— ¿Por qué?

— Dijo que no tenía el tiempo, y yo sí que quiero esa fiesta de princesas con las amigas del colegio, Manito, quiero que tú me hagas la fiesta, porfaaaa –hizo berrinches. ¿Cómo decirle que no a esta niña?

— ¿De qué princesa quieres estar vestida peque? –le haría la fiesta, es mi princesa y ella tiene que tenerlo todo.

— Tiana, con mi gran vestido verde. Y quiero que tú seas el Príncipe –me toco la nariz.

— ¿Harás que me vista de sapo? –le miré espantado, obviamente haciendo broma.

— Claro que no. Tú estarás vestido igual que cuando Tiana y el Príncipe se casan. Cuando Tiana tiene el hermoso vestido verde que yo quiero tener –bosteza.

— Mira princesa, se está haciendo tarde, ¿vale? Ya es hora de dormir –hizo pucheros–. No me hagas pucheros que mañana comenzaremos con todos los preparativos–su cara se iluminó–. Es más, iremos a la diseñadora de mamá para que haga el vestido que tanto quieres de Tinara.

— Tiana, Manito, Ti-a-na –corrigió.

— Vale, vale. Tiana. –ella asintió–. Ahora, ¿ya comiste?

— Nop, además, no tengo hambre.

— Peque, debes comer si es que quieres estar bien. Así que te traeré una empanada que hizo Nani y tu leche chocolatada. Ponte el pijama mientras yo bajo –ella asintió de mala gana y yo salí de la habitación a dirección a la cocina.

— Hijo, ¿comerás algo ahora?

— No gracias, ma, solo vengo aquí para subirle algo de comer a Lu –abrí el refrigerador.

— Me sorprende como es que la haces comer. No ha querido comer nada en todo el día. Antes de que tú llegaras le ofrecí un pedazo de pastel que hizo Nani y ella se negó. Vienes tú y la haces comer.

— Lo sé. Aun no entiendo por qué, pero me alegra oír que al menos puedo hacerla comer.

— No es algo de que uno se sienta tan feliz, hijo, si tú te vas al salir del instituto, como quieres hacerlo, y ella sigue aquí, no comerá nada –bajé la mirada y metí un vaso de leche al microondas. Era cierto.

— Lo sé, ma, pero no pensemos en eso ahora ¿sí?

— Lo pienso en cado momento que la veo. Ella se puedo ir en cualquier momento hijo –sus ojos se cristalizaron–. Me apena saber eso, y me molesta no poder hacer nada por ella, me siento inútil –se tapó la boca y dejó caer sus lágrimas.

Dejé a un lado las empanadas y la abracé. Me duele ver a mi madre así.

— Tranquila, ella va a estar bien. Algunos doctores se equivocan, como cuando mi doctor dijo que tenía graves problemas asmáticos y que debía llevar algo en el bolsillo siempre.

— Es desnutrición, hijo, no hay forma de ayudarla más si es que ella no quiere ser ayudada –y se derrumbó. Otra vez más se derrumbó en mis brazos como muchos otros días.

— Te amo, mamá –me agaché un poco para darle un beso en la frente, ya que ella era más pequeña que yo.

— Mejor llévale la comida, ya es tarde y debe querer dormir –yo asentí y limpié sus lágrimas derramadas en sus mejillas. Saqué el vaso del microondas y cogí el su plato favorito de Ariel la sirenita con las empanadas y subí las escaleras.

Al llegar a su habitación le di de comer, se comió tres empanadas y yo me comí las otras tres. Se bebió toda su leche y mientras yo bajaba las cosas a la cocina ella se fue a lavar los dientes.

Mi madre ya no estaba en la cocina y toda la planta baja estaba apagada. Dejé el plato y el vaso en el lavavajillas con agua y volví a subir a la habitación de mi princesa.

— Buenas noches peque –le di un beso en la cabeza.

— Buenas noches manito, te quiero mucho –sonrió. Yo la arropé y acomodé a su teddy. Apagué las luces y fui a mi habitación.

Me puse el pijama, un pantalón y nada arriba. Me lavé los dientes e hice mis necesidades. Salí y me acosté. Comencé a recapacitar lo que pasó hoy:

1. Luego de que Alejandra haya desaparecido por casi una semana a clases llega y Harry le hace el día un desastre.

2. Me da una oportunidad más después de haberla golpeado.

3. Hice que coma una hamburguesa con papas y soda.

4. Mi princesa quiere una fiesta de princesas.

Y por último.

5. Casi beso a Alejandra.

Con ese pensamiento me fui a dormir.

Bullying, Anorexia y un Angel - Niall HoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora