Capitulo 36

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Niall

— Sabes todas las reglas, Niall, las sabes –asentí.

— Si, mamá. Las repites cada vez que voy a una fiesta.

— Agradece que lo hago porque gracias a eso no estás metido en cosas que no deberías –me señaló con el tenedor.

— ¿Qué cosas? –Lucy se metió a la conversación. Yo fruncí el ceño y luego fijé la vista en mi madre, desafiándole.

— Drogas, alcohol... ¿sigo? –levantó ambas cejas. Debo admitir que tenía puntos a su favor.

— No.

— ¿Tú comes drogas, Niall? –preguntó Lucy. Reí ante su forma de preguntarlo. ¿Comer drogas?

— No, Lucy, no ingiero ni un tipo de droga.

— Qué bien –me sonrió–. Son malas. Eres un buen chico, manito –sonreí viéndola tomar un pedazo de pollo que se encontraba en su plato. Me estiré y le di un beso en la coronilla ya que se sentaba a lado mío.

— Lo sé, peque, lo sé.

— Volviendo al tema –habló mi madre–. Repasa las reglas –suspiré frustrado.

— Mamá...

— Niall, hazlo.

— No drogas, no alcohol en exceso, prohibido irme a otra parte, cuidarme y no irme por el mal camino.

— Falta una –recordó. Volví a suspirar.

— Nada de chicas –respondí y ella sonrió.

— Perfecto.

— No puedes estar con una chica que no sea Ale porque ella es tu novia, manito –dijo mientras negaba con la cabeza.

— Lo sé, princesa –suspiré.

Terminé de comer lo que quedaba en mi plato y levanté mis trastes para dejarlos en el lavavajillas. Subí a mi habitación corriendo y me adentré al baño. Tomé una ducha rápida y salí en busca de ropa. Saqué una camisa en 'V' roja, unos jeans oscuros y unos zapatos negros del closet. Me eché colonia y luego de revolverme el cabello estaba saliendo de la habitación.

Fui a la habitación de Lucy y toqué la puerta.

— ¿Sí?

— Pequeña, vengo a despedirme.

— Pasa.

Abrí la puerta y la encontré frente a su tocador con la boca abierta y dos dedos dentro de ella. Fruncí el ceño.

— ¿Qué haces? –me acerqué.

— Tengo el diente flojo –me miró a través del espejo–. Quiero que el hada de los dientes venga pero aún no sale.

— Ven, vamos a ver aquel diente.

Tomé asiento en su cama y ella se acercó. La senté en mi pierna derecha y ella abrió la boca señalándome uno de sus colmillos. Lo toqué con el dedo índice y, efectivamente, estaba flojo. Su encía estaba hinchada debido a que Lucy estuvo forzando el diente hace bastante, aparentemente. Si mis cálculos de dentista no fallaban, aquel diente no estaba para salir aún.

— Peque, creo que deberías dejar de tocarlo. Lo sacaremos luego ¿vale? Pero no será esta noche –frunció el ceño.

— Yo quiero ahora –renegó–. Quiero que el hada de los dientes venga esta noche.

— Lo sé, pero no está listo para salir aquel diente. Mejor esperamos ¿vale? El hada de los dientes me dijo que trae un mejor regalo si es que el diente sale solo y no es forzado –sus ojos brillaron.

Bullying, Anorexia y un Angel - Niall HoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora