«Tengo qué hacer algo». Digo, para mis adentros, pero una parte de mí se siente más allá de lo derrotada. «Tengo que detener toda esta locura a como dé lugar».

Entonces, a pesar de que no quiero moverme de donde estoy, me pongo de pie. Me pongo de pie, tomo la maleta que preparé hace unos instantes y salgo a toda velocidad en dirección a la entrada del apartamento.



~*~



He pasado las últimas veinticuatro horas de mi vida tratando de localizar a David Avallone. He pasado las últimas veinticuatro horas con el alma en un hilo y el corazón hundido en un agujero oscuro y frío.

Cuando salí del apartamento que comparto con Alejandro y Victoria, lo primero que hice fue ir directo a casa. Una vez ahí, le pedí a Natalia que me devolviera mi teléfono. Al encenderlo, una cantidad abrumadora de mensajes de texto me recibió, pero los ignoré todos solo para enfocarme en aquellos que provenían del teléfono de mi jefe o de los números de mis compañeras de trabajo.

Cuando terminé de leer esos, abrí la conversación que tengo con Fernanda solo para encontrarme con una fotografía que me envió el día de ayer y un mensaje que citaba algo entre las líneas de:

«¿Cuándo pensabas decírmelo?».

Al abrir la imagen, lo que vi no hizo más que helarme entera. Era una captura de pantalla. Una de un artículo en alguna revista virtual, en el que se hablaba sobre la fecha de publicación del libro. Sobre la revelación de la portada y todo lo relacionado con el manuscrito que Editorial Edén está por publicar.

Desde entonces, no he dejado de buscar a David por cielo mar y tierra.

Traté de plantarme afuera de su casa el día de ayer, pero el guardia de seguridad del residencial en el que vive ni siquiera me permitió quedarme ahí, afuera, a la espera del hombre. Traté, entonces, de buscarlo por teléfono, pero tampoco tuve el éxito deseado. Finalmente, decidí acudir a mi jefe para que este concretara una cita entre nosotros, pero no he recibido respuesta alguna de su parte. Eso está volviéndome loca. Está acabando con la poca cordura que me queda.

A estas alturas del partido, localizar a Gael es la única de mis opciones. A pesar de que no quiero verlo ni buscarlo, es lo único que puedo hacer llegados a este punto.

Si hay alguien que puede detener a su padre de hacer todo esto, es él. Es por eso que, pese a la renuencia que me invade el cuerpo, he decidido ir a buscarlo. He decidido tragarme el orgullo, el dolor y los sentimientos para contárselo todo de una vez por todas.

Sé que antes había dicho que tendría un viaje y que era probable que duraría semanas, pero, de todos modos, no puedo quedarme con las ganas de intentar verlo. De intentar hablar con él, cara a cara, de una vez por todas.

Así pues, luego de tomar una ducha larga y alistarme para ir a su encuentro, me encamino hacia la salida de casa de mis padres.

En el proceso, soy interceptada por una Natalia curiosa, pero me la quito de encima diciendo que voy a ir a casa de Fernanda a ponerme al corriente con los trabajos escolares. Mi madre me pide que no tarde demasiado porque mi papá volverá temprano para festejar el anuncio de publicación del libro. No tardaron mucho ellos tampoco en notar la cantidad de artículos y publicidad que invadió el internet luego de que se hiciera pública la noticia, es por eso que quieren festejarlo. Es por eso que quieren celebrar algo que bien podría arruinarme la existencia para siempre...

MAGNATE © ¡A la venta en Amazon!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora