Mamá da un paso adelante con una presencia impotente. Yo retrocedo un paso algo intimidada, pero el pecho de Harry me lo impide cuando topo contra él. Eleanor se une a la escena, y pronto se encuentra confundida al ver a esta misteriosa mujer parada en el umbral de la puerta con una maleta y un cigarrillo colgando de la boca. Harry endereza su espalda y dice:
—Un gusto, Harry Styles —y estrecha su mano sin apartar la vista fija en los ojos de mi madre. Miro a mi esposo como si se hubiera vuelto demente, pero entiendo el fin de sus acciones cuando me uno al juego.
—Puedes llamarme Julie —dice ella con una sonrisa a medias. Se dirige a mí con el semblante tan serio como la primera vez que le alcé la voz —. Esperaba un buen abrazo madre e hija pero veo que me equivoqué, ¿No vas a invitarme a pasar a tu casita de plata, ______?
Sonrío porque no me atrevo a enseñarle el dedo grosero.
—Pasa adelante, mamá —digo pesada —. Nuestra casa es tu casa.
—Te tardaste demasiado, eh —Harry aprieta mi mano y me conduce detrás de mamá hasta el comedor, en donde se encuentra Louis preparando la torta de cumpleaños. Mamá se gira hacia nosotros:
—Bonita casa, señores Styles —la manera en la que lo dice es tan burlona que deseo con todo el corazón lanzarme por una ventana. Hinnie se acerca y comienza a ladrarle, mamá le da una patada en el hocico.
Me sirvo una copa de vino. Con tanta tensión en el aire pienso que probablemente necesite otras dos luego de esa. Le preparo una a mamá y le doy otra a Eli.
¿Qué hace mamá de visita?...
Me asusta tanto la respuesta que prefiero no pensar en eso, pero me es imposible dejar de hacerlo cuando mi mente reproduce sangrientas imágenes de mamá mutilando a Harry… aunque obviamente eso nunca pasaría. Probablemente le pagaría a alguien para que lo hiciera por ella; el asunto no es realmente la muerte de Harry, es la visita de mamá sin avisar. Recuerdo que dejó de hablarme desde aquella llamada en la que le digo que me he enamorado de la víctima, y creí nunca más volver a saber de ella. Ahora me doy cuenta que me equivoqué todo el tiempo.
No temo exactamente por mi vida, temo más por la intensión de mamá. Nunca fue una mujer comprensiva, y en mi infancia fue muy violenta. Se casó muchas veces para poder vivir de sus víctimas y así no trabajar, y aunque nunca tuvo más hijos a parte de mí, reconozco que sus planes pueden llegar muy lejos si se lo propone. Esperaba que esta vez no se hubiera propuesto nada.
Los minutos comienzan a pasar, y las cosas a tranquilizarse; Eleanor se ha encargado de mantener lo más ocupada posible a mamá con charlas sobre la belleza y la cultura griega, mientras que Harry y yo tratamos de no hacer comentarios a menos que sea necesario. Pronto se acerca la hora de la llegada de Marie y Mitch, y comienzo a ponerme muy nerviosa cuando me doy cuenta de lo incómodo y explosivo que será tener a mamá y a la tía Marie en una misma habitación, aparentemente Harry nota la preocupación en mi rostro porque se acerca a mí y dice a mi oído:
—No te pongas nerviosa, no es tan malo como esperábamos.
—Bueno, pero no es exactamente tan divertido como cuando miras a las Kardashian…—respondo sarcástica.
Segundos después tocan el timbre y toda la angustia invade mi mente.
—Yo voy —digo antes de que alguien pueda ofrecerse. Llego casi corriendo a la entrada, y abro la puerta.
