—Dime algo, _______, me estás matando —dije al cabo de unos eternos segundos de silencio.
Ella me miró dolida, soltó algunas lágrimas y me haló del brazo para que me pusiera de pie.
—Debo aconsejarte que te alejes de mí. Por ti —me señaló —, por mí.
— ¿Por qué? —pregunté secando las lágrimas de mis mejías.
Las personas nos miraban con lástima, pero nosotros no los mirábamos a ellos.
—Porque no he hecho nada bueno por ti —me dijo.
—Eres muy tonta a veces —reí con amargura y sonreí entre lágrimas —. Lo has hecho todo, ______ Maly Lambert Styles —ella intentó sonreír —. Me has ayudado con mi enfermedad —ella se ahogó con un sollozo y yo lentamente tomé su mano —. Me has preparado los más deliciosos bizcochos sobre la faz de la tierra. Me besas… me enamoras, ¿es eso suficiente? —reí en voz alta y sequé las estúpidas lágrimas que no se hartaban de salir —. Vuelve, al menos mientras esté con vida.
—Cállate —pidió —, ¿Acaso no entendiste aquella noche lo que te dije? Te pedí claro que te alejaras de mí…
—Pero no me preguntaste si quería hacerlo… y no, no quiero.
—Eres muy terco —me dijo.
—Lo sé —sonreí.
—… prométeme que… cuando yo… te diga la verdad — “¿La verdad?” —… tu no me odiarás.
—No podría odiarte, Minnie —dije con cierta ternura. Ella me sonrió tímida y continuó llorando —. No llores más, las cosas van a mejorar…
—Yo… solo…tendré que hablar con los chicos —dijo.
“¡Siiiiiiiiiiiiiiii!, ¡Tendré a mi hermosa Minnie de vuelta!”.
(…)
Daba vueltas en la sala, de un lado al otro. Estaba impaciente, las manos me temblaban y los labios se me resecaban.
—Si sigues así vas a aplanar más el suelo —dijo Louis desde el sofá. Lo miré con incomodidad y el rio —, ¿Estás nervioso?
— ¿Nervioso?, ¿yo?... ¡Jajajajajaaaa!... me estoy cagando en los pantalones Louis —le dije y el soltó una fuerte carcajada que perforó mi tímpano.
—No es para tanto…
— ¡¿Qué no es para tanto?! —grité alterado —… _______ vuelve a casa —sonreí melancólico —, dijo que me dirá algo antes de entrar a casa y que si yo estoy bien con eso, se quedará conmigo… para siempre —sonreí ante la idea de tenerla conmigo todos los días.
—Ya olvidaste las cosas que te dijo, ¿no? —me miró atento y yo me detuve.
—No lo dijo con querer. Estaba molesta, eso era todo —aseguré.
— ¿Y si no es así?
—Además —agregué —, yo le dije algunas cosas antes y luego ella tenía razones para responder.
—Como digas —bufó.
— ¡Cállate pendejo! —golpeé su cabeza —, me estás arruinando el momento —suspiré.
Escuché un auto parquearse fuera de casa, y los pelos se me pusieron de punta.
— ¡La puta que me parió Louis! —grité y caminé de un lado al otro sin saber que hacer —, ¡¿Qué voy a hacer?!... ¡Estoy nervioso!... —decía y Louis reía con intensidad — ¿Vas a ayudarme o no? —pregunté.
Él se puso de pie, acomodó mi camisa, mi cabello y al escuchar golpecitos en la puerta, el subió al segundo nivel.
Me acerqué lentamente, pensando en la reacción que tendría al verla.
La necesitaba, nada más importaba. Ya la había perdonado, eso quedaba atrás.
Ya lo habíamos superado.
—Hola —saludé con media sonrisa.
Ella venía sola, gracias al cielo.
—Pasa adelante —pedí. Ella asintió con una sonrisilla y dejó unas cuantas maletas en la sala —. Yo sé que este es el peor momento para pedirte algo per...
—Cállate y dame un abrazo —pidió.
Me acerqué, con una sonrisa de idiota en el semblante, aliviado de que aceptara sin pedirlo. Y la rodeé con mis brazos para dejar que su olor entrara hasta en mi cerebro y le diera vueltas a todo mi organismo, descomponiéndolo.
Un impulso mayor a mi control, me obligó a acercarla más a mí hasta dejar que nuestros cuerpos estuvieran lo suficientemente pegados como para aplastarnos.
Su aroma… su shampoo floral. Los extrañaba.
—Lo lamento mucho Harry. Sé que vas a odiarme… —dijo entre mi pecho, para luego descocerse entre poderosas lágrimas y audibles sollozos.
“¿Qué era eso que tanto lamentaba…? Y, ¿Por qué debía odiarla?”.
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