Capitulo 17: "No la extraño. La necesito."

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Me senté en el sillón, y el teléfono de casa empezó a sonar.

Me levanté esperanzado de que fuese _______ y contesté casi sonriente.

–– ¿Aló? ––pregunté.

––Soy Niall ––escuché un suspiro.

–– ¿Qué quieres? ––pregunté al mismo tiempo que cerraba ambos ojos.

––Dice _______ que no olvides tomar tu tratamiento…

–– ¿Ella está allí? ––pregunté.

––Sí ––sonreí ––, ¿quieres decirle algo?.

––No, gracias –– ‘¿Qué putas te pasa Harry?’.

––Ok. Adiós amigo.

Y luego colgó.

¿Amigo?, ¿Desde cuándo un puto irlandés cabello teñido que se lleva a mi esposa y yo somos amigos?, ¿ah, ¡¿Desde cuándo putas?!... 

Lancé el teléfono a la pared, haciendo que se quebrara en pedacitos, pero no me importó.

Me senté en el sofá, y comencé a ver un estúpido programa de comedia.

(…)

Desperté a las ocho de la mañana por el periódico que golpeó mi puerta con fuerza y del sonido recuperé vida.

Me dolía el estómago y no estaba _______ allí para curarlo.

Me puse de pie entrecerrando los ojos, tomé el periódico y subí a mi habitación por primera vez desde que ella se había ido.

Su cama aún estaba tendida, y la mía era un desastre. Se llevó su ropa, pero dejó el vestido que le compré para la reunión que tenía en unos días, a la cual de seguro no atendería.

No quise siquiera ya mirarla, porque la foto que posaba en la marquesa terminó de torturarme.

Me di una ducha rápida, no quería quedarme allí y sentirme peor. Me puse ropa de andar, y bajé a la cocina, como cada mañana hacía, y la veía cocinando… pero no fue así. Ella no estaba allí.

(…)

Comía solo, sufría los efectos del tratamiento solo, lavaba mi propia ropa y cocinaba mi propia comida. La extrañaba.

Extrañaba sus besos, sus abrazos, sus miradas amenazadoras, sus comentarios fuera de serie, sus estúpidas coletas y su cara cada mañana que despertaba.

Ella era parte de mí, y estaba sufriendo sin ella.

El tratamiento me daba fiebre, escalofríos y siquiera alguien me acompañaba para cuidarme.

Me sentía más solo que nunca.

Una tarde de lunes me llamó, pero no pude contestar. Dejó un mensaje diciendo que un cliente muy importante había llamado y que ella estaría desde Holmes Chapel administrando las empresas. No importaba, legalmente ella era dueña y señora de los imperios que yo solía mandar, y no me quedaba de otra. No tenía ánimos para mandar ningún negocio.

Había llegado el día importante. Asistiría por última vez a una reunión de empresarios fallidos, quienes me darían algo de créditos por darle publicidad a sus empresas.

Me alisté con un traje de gala, mi mejor corbata, mis mejores zapatos y mi mejor perfume.

Ya una vez listo, tomé el tratamiento y unas pastillas secundarias que el doctor me recetó para que los malestares no estuvieran sobre mí toda la velada.

Revisé la cocina. Tomé uno de los chocolates que había comprado la tarde anterior por internet, y luego de meter un puño a mi bolso, acomodé mi saco, tomé mis llaves y salí de casa.

Una limosina llegó a mi casa, porque no podía conducir como la gente y no quería llegar a tal evento en un taxi.

Bajó la manga de mi saco llevaba la flor que planeaba darle a _______ ese día. Esos ganchos que los chicos dan en los bailes de promoción, los que traen consigo una cola para la muñeca. Sabía que no asistiría, pero quería tener algo de ella en mí, muy aparte del collar que colgué en mi pecho, escondiéndolo bajo mi camisa.

––Escuché lo de su esposa, Señor ––dijo Mike, el chofer, viéndome desde el retrovisor ––. Déjeme decir que lo lamento mucho.

–– ¿Qué lamentas? ––pregunté. Siquiera quise abrir la prensa, porque sabía que correrían falsos rumores.

––Que muriera… ¿Su hija está bien? –– “¡¿Queeeeeé?!”.

––Ah, sí ––susurré, pero lo emití suficientemente alto para que el escuchase ––. ¿Dónde leíste eso?.

––En las noticias lo escuché, Señor ––me dijo.

La limosina se parqueó frente al lujoso edificio de cristales, y bajé sin decirle una palabra al chofer sobre mi esposa muerta y mi supuesta hija.

Las personas siempre se esfuerzan en pensar lo peor.

Acomodé mi saco, suspiré y caminé dentro entre cortos pasos. La necesitaba allí.

La sala estaba llena de muchos de mis clientes y proveedores a los que no veía un tiempo atrás.

––Harry ––dijo esa voz femenina.

––Caroline ––sonreí. Ella se acercó a mí y luego de zampar un beso en mí mejía me abrazó a su cuerpo, haciendo que sus pechos toparan en el mío.

––Escuché lo de tu esposa… lo lamento mucho ––me dijo. ¿Acaso todos pensaban que estaba muerta?. Y no lo lamentaba, ¿Cómo lamentarlo?.

––No lo lamentes ––susurré molesto.

–– ¿Estás bien, Harry? ––preguntó colocando su mano en mi hombro.

––Sí ––dije moviendo lentamente mi hombro para que soltase su agarre.

––Podemos hablar de ello, si deseas… sé que la extrañas ––susurró a mí oído, como si fuera un secreto.

No la extrañaba. La necesitaba.

––Si lo hago o no… ya no importa ––me defendí. Esa mujer siempre estaba coqueteándole al que se le pasara en frente.

––Yo podría cuidarte ––dijo ganosa.

Y entonces la vi… llevaba un vestido negro flojo, que aún hacía resaltar sus curvas. Unos tacones rojos que le subían los centímetros suficientes para alcanzar mis labios. El cabello ondulado cayendo sobre sus hombros, labial, un maquillaje que la hacía ver más hermosa. No podía procesar siquiera mis pensamientos, o las palabras que Caroline decía, porque cuando la vi tomada de la mano de Neil me enfurecí por dentro y mi mente se nubló.

–– ¡¿Qué demonios te pasa, idiota?! ––preguntó ella entre gritos cuando mi puño golpeó el rostro de Neil y este calló como tal vaca al suelo. ¿Por qué hice eso?...

En Busca de una Esposa (Harry Styles y Tu)Where stories live. Discover now