capítulo ocho.

752 35 1
                                    

—Dylan, esto no es correcto.—gimo viéndolo moverse, me ve con una sonrisa seductora y asiente con una sonrisa. 

  — Está bien, Issis.— toca mi brazo con confianza.— Te dejaré el día libre mañana si me ayudas con este asuntito.— se inclina y acaricia mi cabello. Asiento suspirando. 

—Está bien. Te ayudaré a terminar este proyecto de Polonia.—sonrío para comenzar a mover la mesa donde está regado todos sus hojas con ideas y bocetos de buenos dibujos para el anuncio publicitario. Dejamos libre el centro de la oficina para poder movernos con agilidad a la hora de empezar esto. 

Empezamos acomodando las ideas por días (en las que fueron hechas), mientras hacemos eso las leo revisando si de verdad son lo bastante atractiva para hacerlas. 

Muy bien pasamos el rato haciéndolo y reescribiendo algunas que les faltó más que colores bonitos y palabras llamativas. 

  —Me gusta que estés aquí, me siento hasta más joven que una chica como tú esté a mi lado apoyándome y ayudándome.— murmura Dylan sonriendo suavemente, lo veo de reojo verme con los ojos entrecerrados. Sonrío tomándolo bien.

Aveces estar tan solitario deja una amargues bastante notoria en uno, y cuando sucede el cambio es bastante extraño y placentero. 

—Me gusta estar aquí, es mejor que estar en casa casi todo el día sola sin nadie con quién compartir un respiro.— sonrío alejándome de ahí para tomar un rotafolio que está cruzando la oficina en un tubo de metal para las sombrillas. Regreso y lo extiendo en la mesa de trabajo, me inclino para que abarque la mesa la gran hoja de papel cuadriculada. 

Por estar enrollada mucho tiempo se quiere volver a cerrar, iba a pedirle a Dylan que le pusiera algo encima pero siento su cuerpo pegarse al mío por atrás y doblar la orilla de la hoja contra la mesa, mágicamente se queda estirada. Se pega otro poco para poner la otra. Nerviosa me escabullo para alejarme de su cercanía tan comprometedora.

—Disculpa. Se me olvidó decirte que la mesa tiene aquellas pegatinas para notas.—sonríe apenado, asiento tratando de no ponerle mucha importancia. 

  —¿Quiere café o algo? Bajaré por algo de tomar a la cafetería.— pregunto cambiando de tema, asiente.

—¡Uhm, sí! Me encantaría uno, ya sabes cómo me gusta, aquí yo continúo.—dice alegre tomando un lápiz con su mano y alzándolo a la par de su rostro. Emprendo mi camino fuera de la oficina cerrando tras de mí; suspiro al estar fuera de ahí. 

Es un poco extraño la manera en que siempre se comporta conmigo, tiene algunos movimientos muy confianzudos que da conmigo, luego se avergüenza de lo que hace y casi cae de los nervios.

Bajo por las escaleras queriendo caminar un poco, aparte el maldito ascensor me pone loca.

La cafetería está 3 pisos abajo de aquí; al llegar al pasillo donde se dirige a la cafetería después de un silencio sepulcral comienzo a avanzar un poco más rápido sintiéndome insegura. Al pasar a un lado del armario de limpieza, se abre con rapidez y alguien me tapa la boca mientras me jala dentro.

La oscuridad se hace presente.

—¿Sabes que odio a tu jefe?.— pregunta esa voz que la tengo bastante conocida. Comienzo a temblar de miedo mientras me inmoviliza contra la pared dándole la espalda. Pega su miembro duro en mi espalda baja y gruñe en mi oído apretando más mi boca.—No te acerques tanto a él, carajo. Eres sólo mía.— gruñe y desliza su mano que me aprieta el cuerpo hasta mi feminidad. Jadeo moviéndome fuertemente tratando de soltarme, pongo mis manos sobre las suyas y las trato de sacar de ahí.

Sube mi vestido para adentrar su mano en mi ropa interior, quiero gritar pero lo único que hago es jadear y llorar. 

—Si quieres creerme te lo demostraré ahora mismo. Eres mía.— gruñe de nuevo, sus dedos acarician mi clítoris y bajan poco a poco hasta mi hendidura. Saca rápido su mano para llevarla cerca de mi rostro, quita la que me tapa la boca lentamente,—Chupa mis dedos.— dice duramente, lo veo apretando mis labios.

—N-no qui-quiero... No-no me o-obligues.— ruego bajo. Sonríe y niega mientras me ve a los ojos.

—¡Chupa!.— exige con la voz más gruesa que antes, asiento con miedo y chupo sus dedos, iba a sacarlos de mi boca pero habla.—Lento, como si chuparas mi polla.—al decir eso un escalofrío me recorre de pies a cabeza y para en mi clítoris. Luego siento como me humedezco y no me gusta admitir eso.

------------

MYGOD YA EMPEZAMOSSS! Creo que el lunes le continuaré si mi madre paga el internet. Byeeex All luv Eva,xx

Whisper → Justin BieberWhere stories live. Discover now