Capítulo trece.

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No, no me producía asco. Me producía lástima, me daba mucho temor verlo sufrir, saber que si yo lo dejaba él iba a estar solo en el mundo, porque igual que yo, él no conocía más que la única persona que había estado con él desde tan joven: este ser.

Me dolía el pecho y las lágrimas brotaban sin necesidad de insistirle a mis ojos. Verlo en aquel estado hacía que mi remordimiento tomara lugar en cada partícula de mi ser, saber que lo iba a lastimar si terminaba lo poco que habíamos construido para los dos.

No era fácil, vivíamos encerrados en las cuatro paredes que habíamos levantado alrededor de nosotros, no conocíamos más. Claro, hasta que yo conocí a Anika, que me cambió la vida y me hizo ver que había más, allí afuera del gran biombo que me rodeaba. Ella era ese aire fresco que yo no recibía desde hace mucho, y Félix era la hierba mala que me consumía. Y yo quería dejarlo, es decir, no quería... pero tenía que.

"Ya quiero volver a la casa." Me decía en la visita semanal al centro mientras me tomaba de las manos. "Y estar bien para ti."

"Félix..."

"Artemis, yo sé que me he portado como una mierda contigo, pero ya pronto estaré bien." Él no dejaba de buscar mi mirada. "Te lo prometo."

"Bien." No era capaz de decirle nada más. No podía.

Si bien, él había caído a las drogas, había estado portándose como si yo no valiese nada cuando me respondía o llegaba ebrio, y muchas veces no pensaba que yo no me sentía bien cuando quería estar conmigo. Pero también había sido el primer hombre del que me había enamorado, había sido quien estaba allí y lo míniml que yo podía hacer era esperar a que se recuperase para luego terminar con él.

Número tres.  [COMPLETA]Where stories live. Discover now