Capítulo 50

4.1K 418 168
                                    

Volteé con suma discrepancia al verlo como salía de mi antiguo hogar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Volteé con suma discrepancia al verlo como salía de mi antiguo hogar.

—¿Thomas? —Pregunté con cierta inquietud.

—¿Te llevo a tu casa? —Preguntó al acercarse.

—¿Mi papá te mandó? —Indagué enojada.

—No, fui yo solamente —Sonrió, ladeando un poco el rostro.

No pensé en las palabras de ese hombre, confiar en este momento es un péndulo en el precipicio. Con disimulo bajé la vista a mi teléfono mientras el silencio se marcó mucho entre nosotros. Luego volví la vista a él; se mostraba cabizbaja mientras golpeaba algunas piedras. Rodé mis ojos y preferí dejarlo así para marcar a la agencia de taxis, aunque nunca me dieron la pasada. Genial. Mordí mi labio inferior, buscando algún pretexto al cual acudir.

—No puedo confiar en ti —Esas palabras hicieron que tan bellos recuerdos me humedecieran los ojos—. Además, mi departamento está del otro lado de la cuidad.

—Soy policía y mi casa igual está del otro lado —Confesó, encogiéndose de hombros.

—Está bien —Sellé.

Me llevó en su auto Honda y recorrimos toda la autopista, por las indicaciones que le di. Él conocía bien la cuidad, así que no fue un problema dejarme al frente de mi antiguo, pero acogedor nuevo hogar. Salimos y me ayudó con las maletas hasta la puerta de mi nueva casa.

—Gracias —Le di a saber cuando dejé mis maletas al lado del sofá ya instalado—. ¿Te gustaría una taza de café?

—Sí.

Cerró la puerta y yo me dispuse a desempacar la nueva vajilla que tenía. Saqué dos tazas junto con unas galletas de chocolate que había cogido del supermercado. Las acomodé en mi nuevo comedor y de vuelta en la cocina, puse el hervidor mientras Thomas no dejaba de observar el entorno. No hubo ninguna platica, solo miradas de reojo y algunas sonrisas de su rostro, pero ninguna mía. Este día fue tan desastroso que ni siquiera el más lindo detalle cambiaría mis lágrimas.

—¿Con azúcar o sin? —Le pregunté con una pizca de curiosidad y él se levantó.

—Con azúcar.

—Bien.

Volví por al agua caliente y le eché a su taza, por suerte él ya estaba instalando en la mesa. Luego fui por la mía y al sentarme nuestro silencio fue más cómodo. Y pensar que hace media hora estaba presenciando algo tan bochornoso y difícil de digerir.

—Lo siento —Le confesé al abrazar mi taza con los dedos, la noche otoñal sí que era fría—. Mi comportamiento fue desastroso, lo siento si te hice pasar por un mal momento.

—Descuida —Manifestó al encogerse de hombros y nos miramos por enésima vez—. Es normal que suceda con la persona que quieres, ¿Cómo se llama?

Si las luces se apagaran ( disponible solo hasta el 18 de marzo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora