Capítulo 29

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Si pudiera elegir la noche perfecta en todos los momentos que hemos pasado, sería esta en particular

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Si pudiera elegir la noche perfecta en todos los momentos que hemos pasado, sería esta en particular. La manera en se encendieron las luces, iluminado un invernadero repleto de flores y con una cascada en el centro, hizo que mis pupilas se llenaran de lágrimas de felicidad. Llevé una mano de lo sorprendida que estaba. Incluso pequeños detalles como unas rosas blancas adornando el centro de una mesa, me hicieron suspirar.

—Derek —Pronuncie en hilo de voz.

Giré para verlo y en sus ojos detallaban ese brillo inusual causado por mí. Esbocé una sonrisa tímida, causando que sus brazos rodearan mi cintura, acercándome más a él al punto de chocar con su traje.

—¿Cómo lograste hacer esto tan hermoso? —Pregunté aún impresionada con lo que mis ojos captaban.

—Ves, puedo ser tu príncipe cada vez que sienta que te pierdo.

Bajó la mirada, algo que me descolocó por completo. Tomé de su mentón subiéndolo y mi mirada confundida cayó en él.

—¿Cómo creer que después de todo lo malo que me ha ocurrido en la vida, tendría el derecho de alejarme de ti?... Más aún cuando lo mejor que me ha ocurrido has sido tú. Es simplemente inevitable que no me enamorara de ti, eres sencillamente tú, Derek —Tomé sus mejillas acercando mis labios a los suyos, para depositar un dulce beso sobre ellos—. Te amo, Derek... Ambos sabemos que esta palabra es muy precipitada, pero al caer tantas veces se valora mucha quien se encuentra a tu lado.

—Lucecita —Susurró antes de besarme con gran anhelo, con tan profunda necesidad de tenerme solo para él.

Sus besos era una mezcla de un fuego interno que se agazapaba en mi interior, sin importar lo que estuviese a mi alrededor. Nadie, absolutamente nadie logra que esa llama se encendiera, solo él la provoca. Por instinto enredé mis brazos sobre su cuello, teniendo la necesidad de poseerlo más cerca y sus manos se mantuvieron en mis caderas haciendo que me acercará más a él. De pronto todo se tornó en un desenfreno total. Mis manos viajaron a su corbata intentando con gran necesidad quitarla de su cuello.

—Tenemos que parar —Me detuve al escucharme a mí misma.

No era consciente de que estaba en el colegio, creo que ninguno de los dos, al juzgar por nuestras inquietantes respiraciones.

—Sí, lo siento —Él logró decir cuando su frente se apoyaba en la mía—. No puedo controlarlo.

—Yo no creo controlarlo por más tiempo —Me alejé observándolo fijamente. Con él no lograba tener conciencia de mis propios actos, algo que causaba un cierto miedo en mi interior. Dar un paso tan importante a esta edad, no me sentía capaz—. Ya no puedo controlar mucho mis impulsos.

—Ambos lo haremos cuando estemos preparados. Siempre te esperaré, preciosa —Dice haciéndome sonreír con dulzura—. Ven, esto no ha acabado. Una cena está lista a comenzar.

Si las luces se apagaran ( disponible solo hasta el 18 de marzo)Where stories live. Discover now