Capítulo 29.-

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Una vez bien duchada cerré el agua, enrollé en mi cuerpo una toalla y abrí la ventana, consiguiendo así que todo el vapor que había en la habitación se fuera poco a poco, para luego comenzar a cepillarme el pelo, quitando todos los enredones, que se habían formado mientras dormía. Caminé hasta mi habitación, una vez allí, terminé de secar mi cuerpo y busqué en mi armario algo que ponerme, finalmente, escogí unos vaqueros azules, junto con una camiseta a rayas horizontales blancas y negras, acompañando todo ello, unas deportivas grises. Volví al baño, donde enchufé el secador a la corriente eléctrica y procedí a secarme el pelo correctamente, tratando de no dejar ni un sólo mechón de pelo seco.

Cuando terminé me miré al espejo, comprobando que estuviera lista por fin para salir hacia la Universidad. Bajé rápidamente a la planta inferior de mi casa, donde se encontraba mi madre sola, en la cocina, preparando un café y terminando unas tostadas, en cuanto entré en la sala esta se giró hacia mí con una amplia sonrisa que claramente decía "Buenos días, cariño.", le devolví la sonrisa y me acomodé en una de las sillas, pensando en qué quería desayunar.

—Te he preparado un café con leche y una tostada con mantequilla y mermelada, como a ti te gusta. —me informó, antes de que yo pudiera decir nada.

—Jo, mamá, gracias, te quiero. —le agradecí sonriendo dulcemente, me encantaba que me conociera tan bien, parecía que me conocía mejor que yo misma.

La observé mientras dejaba el desayuno en la mesa, frente a mí, para, segundos más tarde, comenzar a desayunar, alternando los tragos de café y los mordiscos a la tostada, hasta que acabé con ambas cosas.

—Es mejor que vaya ya. —comenté, levantándome del sitio y la ayudé a limpiar lo que había manchado.

—Sí, lavate los dientes y te vas. —me recomendó, metiendo el plato y la taza en el lavavajillas.

Asentí sonriendo y caminé hasta el baño, donde me lavé los dientes y la cara, una vez lista fui hasta la entrada y cogí todas mis cosas, dispuesta a salir camino de la Universidad.

—¡Me voy! —grité, segundos antes de abrir la puerta y salir por ella.

Caminé hacia la boca de metro más cercana, era la única manera de poder ir hasta mi destino, exceptuando el autobús, que cuesta bastante más caro, ya que la Universidad está algo lejos de mi casa, y lo último que me apetecía era andar.

En mi trayecto de metro no pude evitar pensar en qué estaría haciendo Daniel en aquellos momentos, en qué estaría pensando o con quién estaría, aquellos pensamientos eran cosas puntuales cuando a mi mente le apetecía jugarme una mala pasada. Odiaba pensar en él, lo odiaba a él en sí, pero mi cabeza no dejaba que tuviera un momento de tranquilidad sin que él viniera a mi mente rápidamente.

El metro paró una calle más allá de la Universidad, aquella era mi parada, así que me bajé con rapidez del vagón y, en cuanto salí del subsuelo, caminé hacia el gran edificio en el que estudiaba, rápidamente, pero sin llegar a correr en ningún momento.

Me quedaban menos de cinco minutos para entrar en clase, no sabía como, pero me había retrasado bastante, y el llegar tarde era algo que no me podía permitir de ninguna manera, nunca, en mis meses en la Universidad, había llegado tarde, y no estaba dispuesta a que ese fuera el primer día.

Para mi suerte, llegué frente a la puerta de clase cuando aún quedaba un minuto para que la profesora comenzara a explicar, de manera que entré y tomé el único asiento que quedaba libre, en el centro de la sala.

Tímida ·Daniel Oviedo·Where stories live. Discover now