Capítulo 17.-

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Durante diez minutos estuve buscando mi ropa, que había acabado por el suelo, cada prenda en un lugar distinto de la habitación, cuando por fin pude reunir todo, comencé a vestirme, procurando hacer el menor ruido posible, para no despertar a Daniel. Una vez vestida y tras haber arreglado mi pelo con mis uñas, cogí un trozo de papel que había sobre su escritorio y, con un bolígrafo azul que había encontrado en el suelo, escribí mi número, seguido de dos únicas palabras:

"Llámame.
   -Rebbeca ;)"

Con mis zapatos en la mano salí de la habitación, sumiendome de repente en una ola de desorden y mal olor que no pasaba desapercibida. Cientos de botellas de cerveza y vasos rojos con algún misterioso líquido en su interior, llenaban la casa, por no mencionar la gran cantidad de ropa suelta que había desperdigada por la barandilla de la escalera y las pocas personas que dormían en las escaleras y en los sofás de la casa, aunque estaba segura que en las demás habitaciones habría mucha más gente.

Me calcé los zapatos y bajé las escaleras con rapidez, intentando no pisar las decenas de vasos que había por toda la escalera. Salí de allí lo más rápido posible, tratando de no caerme en el camino con las cientos de cosas, esparcidas por todas las habitaciones de la casa.

Nada más aspirar el aire frío del exterior comencé a caminar con rápidamente hacia mi casa, mientras sacaba mi móvil y buscaba entre mis contactos el número de Alice, tenía todas mis esperanzas puestas en que cogería mi llamada, pero conociéndola habría acabado en la cama o el coche de Tyler, tras haber tenido una noche desenfrenada llena de sexo y alcohol. Por una vez en todo el tiempo que llevábamos de Universidad vi que mi noche había tenido algo en común con la de mi mejor amiga: ambas habíamos tenido relaciones eróticas. Aquella había sido mi primera vez, por lo que tampoco se podría decir que aquél día había sido completamente idéntico, además, yo no había bebido ninguna bebida alcohólica.

—Mmm... Dime. —murmuró adormilada al otro lado de la línea.

—Alice Wests, ¿dónde se supone que estás? —pregunté, adoptando un tono autoritario, queriendo sonar como su madre.

—Jo... Teddy, siento haberte dejado sola anoche, fui con Tyler a beber algo y cuando volví ya no estabas... —se disculpó, realmente arrepentida, a lo que yo reí negando con la cabeza, aunque sabía perfectamente que no podía verme.

—Tranquila, da igual, estuve bien acompañada. Acabo de salir de casa del chico que dio la fiesta, el mismo que nos recibió al llevar, sabes, ¿no? Daniel. —respondí tratando de restarle importancia a un asunto del que me moría de ganas de hablar con ella.

—Dios. ¡No me digas que has pasado la noche allí! —exclamó sorprendida, consiguiendo que tuviera que apartarme el teléfono de la oreja para no perder mi querido tímpano derecho.

—Rebbeca ya no es virgen. —comentó entre risas una voz masculina que pude reconocer al instante: Tyler.

—¡¿Ya no eres virgen?! —gritó Alice, haciéndome desear que sus cuerdas vocales se desgastaran de una vez.

—Yo... eemm... de eso quería hablarte, pero mejor a solas. —balbucee algo nerviosa, el simple hecho de haber oído la voz de alguien que no era Alice me había sacado la timidez, que sólo podía dejar a un lado con la gente que conocía.

—Me doy una ducha, me visto y... —soltó un gemido ahogado— Joder, Tyler, no hagas eso. —rió nerviosa— Luego te llamo guapa.

Suspiré sonoranente, segundos después de haber finalizado la llamada, al llegar a casa lo único que me apetecía era tirarme en mi cama y pensar en todo lo que había hecho, pero no era momento de arrepentirme, había hecho algo que quería y debía seguir adelante.

Tímida ·Daniel Oviedo·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora