Capítulo 21.-

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Daniel se acercó a mi peligrosamente y, tras cerrar la puerta de la entrada con un rápido golpe de pie, me besó con intensidad y pasión, llevándome hacia la pared de la sala, donde me presionó contra la pared y su cuerpo. No pude evitar que el deseo de rozar mi piel con la suya saliera a la luz, así que llevé mis manos hasta su nuca e hice que su boca se acercara mucho más a la mía.

—No hay nadie, ¿no? —preguntó sobre mis labios, sin dejar de rozarlos con los suyos.

Negué con la cabeza y, antes de que pudiera decir nada más, le volví a besar, esta vez con muchísimas más ganas de las que me había besado él. Agarró mi cintura con fuerza y me elevó en el aire, consiguiendo así que mis piernas rodearan su cadera, evitando resbalarme de entre sus manos.

—Me gusta esta bienvenida. —murmuró ronco, segundos antes de comenzar a besarme el cuello, bajando poco a poco hasta llegar a mi clavícula.

—A mi me gusta lo que estás haciendo ahora. —susurré mordiendo mi labio inferior, a la vez que llevaba mi mano hasta su pelo, para acariciarlo.

—¿No te gustaría más que te hiciera el amor algo mas bruto que ayer? —preguntó en un susurro por detrás de mi oído.

—Pues la verdad es que no me importaría. —me acerqué a su oreja y mordí el lóbulo de esta.

—¿Dónde está tu habitación? —me cogió correctamente, asegurándose de que no me resbalaba de entre sus manos.

—Arriba, última puerta a la izquierda. —dije mordiéndome el labio inferior mientras miraba sus profundos ojos.

Asintió con un leve y breve movimiento de cabeza, para luego caminar con rapidez pero cuidado hacia las escaleras. Las subió lentamente, seguramente cuidando de que ninguno de los dos acabara en el suelo y, una vez arriba, fue hasta mi habitación agarrándome cada vez con más fuerza. Me dejó sobre mi cama bien hecha y pasó su camiseta por encima de su cabeza, dejando a la vista sus marcados abdominales.

Me quité la camiseta, las ansias de empezar con aquello me comían por dentro y deseaba que nuestros cuerpos desnudos se encontraran de una vez por todas. Me enderecé en la cama para poder desabrochar su vaquero, una vez hecho, dejé que cayera a sus pies, dejando que el bulto que cubría su boxer se notara mucho más. Me pegó a él y acarició mi espalda, jugando con el broche de mi sujetador, cuando logró quitarlo, me apartó levemente de él, para poder admirar mi cuerpo semidesnudo.

Me quité el pantalón, para luego jugar con la goma de su boxer, desesperándolo a medida que los segundos pasaban. Me puse de rodillas frente a él, aún sobre mi cama. Un gruñido ahogado salió de entre sus labios cuando, por equivocación, presioné su bulto con la palma de mi mano, mi pierna estaba temblando por las ganas que tenía de volver a hacer el amor con Daniel y, al perder levemente el equilibrio, me había caído hacia delante, aplastando su miembro, aún cubierto por la tela del boxer.

Me mordí el labio y, finalmente, le bajé el boxer de un fuerte y rápido tirón hacia abajo, dejando su erección al descubierto. Sus labios se abalanzaron sobre los míos con mucja más pasión de la que habría imaginado, ambos teníamos tantas ganas que sentíamos que nuestros cuerpos se incenciaban desde el interior.

«¿Qué tiene este hombre para hacer que quiera saltarme las reglas que tenía impuestas? ¿Qué me hace desearlo tanto? —eran las preguntas que permanecían sin respuesta en mi mente constantemente.

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No se que ocurre con este capítulo, pero constantemente se vuelve un borrador.

Siento las molestias.

Tímida ·Daniel Oviedo·Where stories live. Discover now