Capítulo 6.-

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   Izan paró el coche en un lateral de la carretera para poder mirar la pantalla del móvil de su hermana con mayor facilidad y tranquilidad, Alice, a su lado, intentaba recuperar lo que que era suyo con esfuerzos increíbles, estirando todo su cuerpo hacia el asiento de su hermano.

—Como me entere de que le mandas una foto desnuda a este gilipollas te juro que la que acabará muerta serás tú. Ya eres adulta y lo bastante madura para que yo vaya pegando a los chicos que te hacen daño, así que compórtate como tal y no hagas gilipolleces. —la regañó Izan apagando el teléfono y pasándoselo a su hermana de mala manera.

—No le voy a mandar ninguna foto desnuda. No soy tonta. —repuso Alice con seriedad.

—Más te vale. Seguro que Teddy no hace cosas como esa. —gruñó incorporándose de nuevo a la carretera.

   Aquello me sorprendió más de lo que creía, sólo algunos de mis amigos más íntimos me llamaban Teddy y estaba claro que Izan no estaba entre esos pocos privilegiados, estaba segura que le había oído a su hermana llamarme así más de una vez, debió de parecerle gracioso y, simplemente, lo soltó.

—¿Quién te ha dado permiso para llamarme así? —pregunté con un tono demasiado borde para mi gusto.

   Mi pregunta pareció hacerle gracia, ya que se rió a carcajada limpia durante unos largos segundos. Genial, había conseguido lo que quería: sacarme de quicio, y yo ni si quiera me había percatado de ello, necesitaba estar más atenta, pero debía dejarle claro que él, especialmente él, tenía prohibido llamarme así, no se lo permitiría.

—No te me resistas así, Rebbeca. Sé que te gusto, y no lo niegues. Todos los aquí presentes sabemos que no sabes mentir. —repuso con un tono de autosuficiencia que conseguía que me planteara el por qué me gustaba, además, estaba segura de que en esos instantes tenía una de esas sonrisas tan cautivadoras como estresantes.

—No me gustas, Izan, aceptalo, no estás en mi "Lista de quizás". —le piqué con un tono de seguridad en la voz que me sorprendió a mí misma.

—¿"Lista de quizás"? Si es tan mierda como suena no quiero estar incluido, gracias. —comentó, disfrutando de aquella conversación que a mi me sacaba los nervios a flor de piel.

   Estuve a punto de contestarle con una frase realmente ingeniosa y que, si mi instinto no fallaba, le dejaría sin palabras, pero Alice fue mucho más rápida y gritó:

—¡Ya hemos llegado!

   Solté un suspiro de frustración y, una vez Izan aparcó el coche en un estacionamiento algo alejado de la puerta principal, me bajé del vehículo, con mi bolso en la mano. El hermano de mi mejor amiga parecía más serio de lo que esperaba, su ceño estaba fruncido y su mirada fija en el frente, pero nunca dirigida hacia mí.

—Gracias, Iz. Luego te llamaremos. —le agradeció Alice, para luego agarrar mi brazo y tirar de mi hacia la entrada del gran edificio.

   Una vez dentro, nos escabullimos entre grandes grupos de gente, hasta llegar a una pequeña terraza con cuatro mesas libres, escogimos la que estaba más alejada del gentío y tomamos asiento, esperando a que apareciera algún camarero para poder pedir.

—¿Y ese tonteo que llevas con mi hermano? —preguntó mi mejor amiga, mirándome con una expresión seria.

—¿Tonteo? Simplemente no soporto algunos de los comentarios que hace. Ya ves lo que nos pasa, a veces estamos bien y a veces mal, sin más. —expliqué yo, sin querer mirarla a los ojos, si se enteraba de que me gustaba su hermano estaría muerta.

Tímida ·Daniel Oviedo·Kde žijí příběhy. Začni objevovat