XIV: Respuestas, alerta y besos~

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XVI: Respuestas, alerta y besos~

Esperaba su respuesta con tanto nerviosismo que no me sentía yo mismo. Deseaba escuchar lo que ella diría, pero al mismo tiempo me aterraba recibir palabras de rechazo. Una parte de mí me decía a gritos que dejara la estupidez, ella no me rechazaría, no después de todo lo que habíamos pasado y todo lo que me había demostrado; sin embargo, no me sentía seguro y era esto lo que me tenía temblando en mis adentros.

Levy tenía más de medio siglo -sí, medio siglo, ¿ok?- observando mi nota. No decía ni una sola palabra, no se movía para nada y, lo peor de todo, tenía la cabeza gacha, por lo tanto, no me dejaba ver la expresión de su rostro. 

Quería decirle algo para cortar la tensión, algo que la hiciera volver a la realidad, pero nada se me ocurría. Sin saber qué hacer, dejé que mi cuerpo actuara por su cuenta y me acerqué un poco a ella, con movimientos lentos, ya que no quería asustarla. Tomé su mano con cuidado y la llevé a la mesa donde había dejado nuestras cosas previamente. Con delicadeza la ayudé a sentarse y luego me senté en la silla de enfrente. 

Al cabo de un rato vi como hacía varios intentos de hablar, así como también parecía pensar mejor sus palabras y cerraba la boca en un rápido movimiento. La situación me traía loco. La conocía lo suficiente como para saber que esa expresión sólo la usaba cuando estaba dudando de lo que iba a decir. Como conclusión: me asustaba mucho aquello sobre lo que estuviera dudando ella en ese momento. 

─G-Gajeel─ dijo, por fin, con un suave tono.

Me aferré al borde del asiento, atento a lo que vendría a continuación.

─Yo...

Tú... ¿Tú qué? ¡Por un demonio, que hablara ya! 

─N-no puedo decir que esto no lo esperaba─ ok, hasta ahora vamos bien. ¿Qué dirás a continuación?─, sin embargo, una parte de mí aún no puede creer que esto esté pasando.

¡Pues créelo! Estoy al borde de un colapso nervioso.

─Me siento inmensamente feliz por todo lo que ha venido pasando entre tú y yo─ alzó su rostro y me dedicó la mirada más dulce que he recibido a lo largo de toda mi miserable vida─. En un inicio fue muy confuso, pero luego fue tomando forma y hoy... ¡Dios! Hoy ha sido espectacular─ comentó, con emoción─. Y esto...─ agregó, alzando la nota─. Esto ha sido lo más hermoso de todo. 

Volvió a bajar la mirada pero, esta vez, ese gesto me llenó de una calma indescriptible. 

─La respuesta es sí. 

Sus ojos se posaron nuevamente en los míos, mostrando una serenidad en su expresión comparable a la de un ángel. 

Siempre creí que la felicidad no estaba hecha para mí. Desde muy pequeño había llevado una vida algo deshonesta, mi padre se había ido de mi lado sin darme ninguna explicación y, luego de esto, me había unido a un gremio que, fácilmente, podía ser considerado un gremio oscuro. Golpeé, saboteé y humillé al gremio que, más adelante, me abriría las puertas sin importar mi pasado y las cosas que les había hecho. 

En mi interior, no era más que un maldito bastardo que no merecía ni la menor muestra de bondad. No obstante, la vida me estaba regalando, cada vez más, momentos llenos de dicha, ocasiones que me hacían sentir una enorme paz. 

Este, sin embargo, era un momento que superaba con creces a todos los demás. Este instante opacaba la felicidad sentida anteriormente. 

Siguiendo las instrucciones de mi desbocado corazón, me incorporé y fui directamente a estrellar mis labios con los de mi ahora novia. La sensación provocada por el inmediato contacto fue mucho más sublime de lo que esperaba. Cierto, había besado esos hermosos labios una infinidad de oportunidades anteriormente, pero esta vez lo hacía en una condición diferente. Ya no era un beso robado a la chica de la que estaba enamorado y no sabía qué sentía ella por mí. No. Este era un beso dado a mi novia, a la chica que había correspondido mis sentimientos.

¿Sólo amigos? ¿O amigos con derecho? >> GaLeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora