V: Emociones, sentimientos y palabras hirientes.

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Me quedé con la vista fija en su espalda, con mis pensamientos confusos y un sentimiento de desolación al ver que se marchaba de esa manera. Sabía que estaba molesto, había pasado el suficiente tiempo con él como para estar totalmente segura de ello.

Los chicos llegaron hasta donde me encontraban. Me hablaban, pero yo no les prestaba atención. Mi mente y mi cuerpo seguían inmersos en ese momento que acaba de vivir con Gajeel.

¿Cómo describir algo como eso?

Me sentía extraña, ansiosa, incómoda por la interrupción de mis compañeros de equipo. A pesar de que los adoro con mi vida en ese momento sentía una especie de fastidio por su presencia.

-¿Qué me has hecho, Gajeel?- me pregunté.

Ese estúpido Dragon Slayer se había sobrepasado conmigo y lo peor era que yo lo había dejado, más bien, yo había continuado con sus acciones y hasta había incitado a que las cosas subieran de nivel entre los dos.

Podía sentir sus manos sobre mi piel, el vaivén de sus labios sobre los míos, la pelea frenética de nuestras lenguas, junto con la sensación de calidez que su cuerpo producía en mis dedos.

Suspiré con más anhelo que resignación. Algo muy malo pasaba conmigo, definitivamente.

El trayecto a casa transcurrió de manera silenciosa. Droy se notaba nervioso, Jet por su parte se veía molesto, aunque yo no sabía la razón. Al poco rato divisamos la entrada a Fairy Hills, sin embargo, antes de que yo pudiera entrar, Jet lanzó la siguiente pregunta:

-¿Ha pasado algo entre tú y Gajeel, Levy-chan?

Era más una acusación, como quien está seguro de que la respuesta será incriminatoria.

-No- le respondí con tranquilidad- ¿De dónde sacas semejante idea?

Tragó seco, dio media vuelta y dijo:

-Buenas noches, Levy-chan. Vámonos ya, Droy.

Droy volteó a verme y luego vio a Jet, para luego despedirse de mí con un murmullo y salir corriendo detrás de él.

Solté un suspiro de cansancio, sólo deseaba ir a la cama y que este día terminara lo más pronto posible. Mientras subía las escaleras que conducían al piso donde se encontraba mi habitación mi mente vagó, recorriendo cada instante de las últimas veinticuatro horas, deteniéndose en los momentos más vergonzosos y pasando de largo por aquellos en los que no estuve con Gajeel.

Debía ser sincera conmigo misma, él estaba invadiendo mi mente aún más de lo que lo había hecho cuando estuvimos juntos en el consejo. Honestamente, a diario esperaba encontrarme con él de manera casual, deseaba realizar alguna misión a su lado o simplemente sentarme un rato a conversar juntos.

Me estaba volviendo loca, no sólo tenía que luchar con todos los sentimientos que vengo arrastrando hacía él desde lo ocurrido en Tenroujima, sino que de manera adicional se estaban desarrollando nuevos deseos por culpa de estos raros encuentros que se estaban produciendo entre nosotros.

Entré a mi habitación y me arrojé en mi sofá esquinero, allí siempre me sentaba cuando quería leer o cuando tenía algún conflicto interno, en pocas palabras: era el rincón perfecto para encontrar paz mental.

Mirando al vacío, y después de haberle dado infinitas vueltas al asunto, llegué a una sola conclusión: Gajeel Redfox me gustaba en extremo. No podía negarlo. Rondaba a diario en mi cabeza, a pesar de que me había decidido a dejar de lado todo lo que sentía anteriormente por él.

¿Sólo amigos? ¿O amigos con derecho? >> GaLeWhere stories live. Discover now