Estábamos pasando una tarde verdaderamente tranquila en el campo. Entre risas y juegos las horas iban pasando. Cuando decidimos descansar un rato mantuvimos una conversación, o por lo menos lo intenté.
- Hay una leyenda que...
No me dejó terminar cuando sus carcajadas se interponían en mi monólogo.
- ¿En serio crees en esas cosas? ¿Leyendas? Las leyendas son cuentos infantiles. Hay que madurar.
Yo solamente podía mirarle perpleja ante tanto espectáculo y me sentí avergonzada. Pero a la vez tuve el valor de responder.
- Sí, leyendas. Hablo de lo mágico. De lo misterioso. De lo que puede ser tan inexplicable que nos cree desconfianza. A veces pienso que eso es el amor. Algo mágico. Algo misterioso. Algo increíble. Y si no crees en lo fantástico que nos puede dar esta vida, no estás preparado para confesarte nada sobre mí. Y por cierto, créeme que soy una persona muy madura, puede que quien tenga que aprender todavía mucho seas tú.
Cogí mis cosas y me fui. Entendí que no puedo dejar de ser quien soy o eliminar ciertas partes de mí solo porque a otros no les gusten. Si alguien me quiere de verdad, no tiene por qué tener los mismos pensamientos o convicciones que yo pero, sí tiene que respetarme.
A fin de cuentas, creer en lo mágico no es tan malo como parece, solo hay que dejarse llevar.
ESTÁS LEYENDO
LOS FRAGMENTOS DE NATALIA.
Short StoryAmor, desamor. Vida, muerte. Oportunidades, desplantes. Reflexiones íntimas, reflexiones universales. ¿Por qué no te das la oportunidad y lees estos fragmentos? No dudes en descubrirlo.