Parte 21

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Cuando los vampiros castigados volvieron a la hacienda se pusieron al día con los que estaban allí y se miraron preocupados. Enoc y sus hermanos relataron lo sucedido desde que llegaran a la hacienda y luego se marcharon para seguir con su investigación. Llevaban meses buscando toda la información posible acerca de los nórdicos con el don de ver el futuro y según lo que habían encontrado, los nórdicos con este don eran todas mujeres y no solo podían ver el futuro, sino también el pasado, pero para ello debían ser entrenadas desde pequeñas. Y cuando alcanzaban su máximo nivel podían ver el presente, pasado o futuro de quien quisieran, cuando quisieran, bien entrenadas podían controlar su don a voluntad.

Cuando estas niñas no eran entrenadas apropiadamente, sus visiones eran solo destellos de imágenes que al final de cuentas no ayudaban en nada, como era precisamente el caso de Ary, veía un hecho concreto pero no veía más allá.

Las manifestaciones de estas visiones tampoco eran iguales para todas las videntes, Ary tenía malestares que la afectaban al punto de enfermarla y dejarla sin sentido en algunas ocasiones. Para otras no era más que un pequeño malestar y para la gran mayoría no había malestares de ningún tipo.

Cuando William se enteró de lo que estaban haciendo los hermanos y de todo lo que habían descubierto por su cuenta, no dudó en ofrecer toda su ayuda y los recursos que necesitaran para que siguieran con su investigación. William aún no le contaba a nadie acerca del traidor que había entre su gente, confiaba en descubrir su identidad antes de que alguien supiera que estaba pasando. Necesitaba con urgencia que Ary desarrollara su don como era debido para saber la identidad del espía y así encargarse personalmente de él. Y si podía hacerlo sin que el resto se enterara sería mucho mejor. William sabía que podía confiar en Carmina y en sus hermanos pero con todo lo que estaba pasando por esos días, decidió esperar hasta que se hubiera llevado a cabo la cacería y entonces hablaría con ellos y les diría lo que ocurría. No tenía sentido alarmarlos si no había nada que pudieran hacer en ese momento, lo único que conseguiría es que anduvieran tan paranoicos como él y miraran a todos con la misma desconfianza que él lo hacía. Sabía que si otros clanes se enteraban de lo que estaba pasando se alejarían de ellos de inmediato, y su clan se disolvería por completo ante la desconfianza que se crearía entre ellos mismos.

El clan de la ciudad subterránea era conocido por ser el más grande y unido de todos los clanes alrededor del mundo y pertenecer a él era un privilegio y ser invitado a una cacería en la ciudad subterránea era todo un honor, y William quería que siguiera siendo así, le gustaba tener el respeto y la admiración de otros.

El haber conseguido que su gente estuviera a salvo de los cazadores durante tantos siglos lo había convertido en un vampiro importante y su opinión era siempre tenida en consideración, además era un gran estratega y un peleador formidable, no había un solo cazador que tuviera alguna posibilidad de sobrevivir o de salir vencedor si lo tenía a él como oponente. Su nombre era conocido entre los cazadores y era buscado más que cualquier otro vampiro por ser el líder de la misteriosa ciudad subterránea donde se decía que podían llegar a vivir miles de vampiros.

William sabía el valor que tenía para su raza y para su clan pero aquello jamás se le había subido a la cabeza. Había otros líderes con menos poder que él, que eran temidos e incluso odiados por su propia gente, él se había jurado jamás ser así, y su esposa le había ayudado bastante con aquello. Carmina jamás había dejado que se le subieran los humos a la cabeza y se las diera de gran señor. Ella mantenía sus pies en la tierra y los hermanos de su esposa eran los mejores consejeros que alguien pudiera tener. Ellos al igual que él darían la vida por su clan, William sabía que podía poner a cualquiera de ellos a cuidar su espalda y no lo decepcionarían. En André y sus hermanos también confiaba y sabía que tenía su lealtad pues él había convertido a André y él convirtió a sus hermanos una vez que supo de su existencia y que los cazadores estaban tras ellos. William también había convertido a Shane y este había convertido a su hermano Alejandro. Este pequeño grupo estaba ligado a él por sangre y lazos entre hermanos, y habían demostrado su lealtad un sinfín de veces a lo largo de los siglos. El resto de su clan también había demostrado una fiera lealtad a él y al resto de la familia que conformaban todos ellos, sin embargo ahora había uno que estaba conspirando contra ellos y lo seguiría haciendo si él no daba con su identidad.

Una vez que Enoc y sus hermanos se marcharon de la hacienda decidieron hacer una pausa en su investigación y fueron a ayudar a los otros clanes que estaban recolectando humanos para la gran cacería.

Mientras más pronto se llevara a cabo la matanza, más pronto los otros clanes volverían a sus respectivos territorios y ellos podrían seguir con sus indagaciones. La ayuda ofrecida por William les venía de maravilla, pues él y su clan eran los únicos vampiros que tenían tratos con los nórdicos que vivían en las montañas.

CIUDAD SUBTERRANEA ( Libro III de  La Pequeña Ary)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora