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"Muerte que te presentas tan escondida, tan a nosotros te aferras que pretendes quitarme la luz de mis días... vete por otros rumbos a quitar otras almas perdidas... pero no la mía. Es todo lo que tengo.... Todo lo que valgo, sin mi alma no soy nada... no la lleves, no me la arrebates, llévame contigo, ella es la luz de mi existencia y sin ella nada valgo... llévame contigo yo de nada sirvo... en cambio ella... por ella existe el sol y la luna, los cielos y los mares, sin ella el mundo no tiene sentido... llévame contigo"

La Isla Esme era apacible, solo el sonido de las olas al tocar la pálida arena de la playa, los pocos animales nocturnos que rondaban por las cercanías, la suave brisa meciendo las hojas de las palmeras, la tranquila respiración de mi esposa abrazada a mi pecho que ésta noche al parecer había logrado mantener sus pesadillas a raya.... Y la tenue luz de la luna que bañaba su cuerpo desnudo, dándole una tonalidad nacarada a su piel, semejándola a uno de nosotros, a eso que ella tanto deseaba convertirse... un vampiro.

Suavemente la dejé sobre la cama... dormía tan profundamente que su cuerpo no se inmutó cuando yo me moví, últimamente tampoco hablaba en sueños y es también me parecía raro... realmente extrañaba su voz inconciente llamándome por las noches, nombrándome en sueños.

Me vestí rápidamente y tomé una pluma y un papel. Debía i a cazar, me urgía hacerlo ya que no me había alimentado desde que habíamos llegado a la isla, mi garganta quemaba excesivamente y era mucho peor cuando la tenía cerca, la abrazaba o besaba, me dolía dejarla sola pero debía hacerlo, era necesario... solo serían unas cuantas horas y talvez ella ni se daría cuenta de mi ausencia. Escribí una nota rápidamente explicando a donde había ido y la dejé sobre la cama en mi lugar, la miré acariciándole el cabello,

_Duerme mi vida... estaré aquí pronto, te amo_ le susurré y besé suavemente su frente evitando despertarla, si lo hacía no sería capaz de irme.

Corrí por la playa hasta el muelle, de allí tomé el yate y partí hacia el continente, hice todo a la mayor velocidad que me fue posible no quería cazar cerca de Bella, no estaba seguro de que mi frenesí por el deseo de su sangre se aplacara estando tan cerca de ella, cuando mis instintos de cazador surgían era peligroso para cualquier humano cerca, incluso para mi Bella.

En Brasil se podía encontrar de todo... muchas especies tan depredadoras como yo, así que opté por adentrarme en la selva cercana a la costa y buscar mi caza, capté el efluvio de un leopardo y seguí su rastro, lo encontré posado plácidamente sobre la rama de un árbol y salté sobre él. Su sangre caliente llenó mi boca en cuanto hundí suavemente mis dientes en su cuello y tan pronto terminé con su vida seguí corriendo captando el olor de otros animales, a unos cuanto kilómetros de la costa cacé un jaguar con su cría, que habían dado lucha antes de morir sin hacerme ningún daño, entonces casi satisfecho comencé a correr de regreso al yate... no me sentía completamente saciado pero sería suficiente para soportar una semana al menos.

Navegué de vuelta para estar a lado de mi amada, quería estar para cuando despertara... las primeras luces del alba ya se podían vislumbrar, aunque dudaba que Bella se pudiera despertar a estas horas me urgía estar a su lado, aunque solo fuera para verla dormir, para acariciar su cabello viéndola de lejos como sueña... anhelando que en sus sueños estuviera presente yo, el vampiro que la amaría hasta que la tierra se detuviera, hasta el fin de nuestros días.

Llegué a la casa justo cuando amaneció, pero cuando entré por la puerta de la habitación que daba a la playa, mi Bella no se encontraba allí... ¿se había despertado?, las sabanas estaban revueltas y la nota que le había dejado se hallaba sobre su almohada, la busqué por su efluvio que inundaba toda la casa mezclado con un aroma a comida, como pollo cocido o algo así. Cuando llegué al cuarto de la televisión la encontré, estaba dormida sobre el sofá y la película que habíamos visto la tarde anterior se veía en el plasma casi ya por terminar. Apagué los aparatos y tomé cuidadosamente a mi esposa entre mis brazos y la llevé hasta nuestra cama, la recosté allí y luego de asearme un poco volví a su lado. La abracé por detrás envolviéndola con mis brazos, su cabello se cernía por la almohada y hundí mi nariz para aspirar profundamente hasta embriagarme de ella, mi garganta aún quemaba pero solo era una molestia, ahora había aprendido a llenar mis pulmones de ella... respirar era bueno cuando su olor entraba por mi nariz e inundaba mi pecho, hacía que mi corazón muerto se estremeciera de placer.

Amanecer (por Edward Cullen)Where stories live. Discover now