"Tu respiración en mi oído me desvanece. Pierdo el sentido. Siento que muero... Y me revives con un beso, con pecaminosas.
Lujuria brota por mis poros, soy otro.
No pienso, no quiero pensar. Me dejo llevar. Mis acciones fluyen obscenamente contigo a mi lado.
Sólo siento, te siento...agitada, mía."

Mi mirada se concentraba en un punto en el techo de la habitación, había tenido mucho tiempo para pensar esa noche, Bella llevaba dormida ya 12 horas y me había empezado a picar la ansiedad... la única vez que había dormido tanto fue la noche posterior a nuestro encuentro con los Volturis en Volterra. Claro que esa noche durmió por todo lo que no había dormido en dos días, pero ahora su sueño, aunque parecía tranquilo, me inquietaba.

Apenas asomaron los primeros rayos del sol por la ventana, me había puesto a inspeccionar el cuerpo de Bella, quería cerciorarme de que la noche anterior no le había hecho daño como en nuestra primera noche.

La tenía envuelta con mis brazos contrarrestando el sofocante calor de la Isla, así que para no despertarla solo levante mi cabeza unos centímetros y con una mirada rápida, pude ver sus piernas que se enredaban con las mías, sus caderas desnudas, su que se movía apacible con su respiración, sus brazos que cruzaban mi torso desnudo, sus hermosos pechos subían y bajaban acompañando su respiración, su rostro tan bello y calido... ninguna de sus partes estaban moradas y eso me hizo suspirar de satisfacción y alivio, al mismo tiempo al mirarla algo se encendió en mi. Debía pensar en otra cosa... debía pensar en otra cosa... su cuerpo, tan mío y tan cerca hacían que mis impulsos humanos que estuvieron dormidos por un siglo despertaran de tal manera que me sentía incapaz de controlarlo.

Debió ser después del mediodía que Bella despertó, se movió cautelosamente y luego de observarme un momento dijo

_¿Estoy metida en un buen lío?..._

_En uno muy grande._ le contesté con una sonrisa.

¿Bella estaba arrepentida de lo que habíamos hecho?, se disculpó mostrándose apenada de lo sucedido. Para distraerla le pregunté que había estado soñando la noche anterior que la había angustiado tanto y me dijo que más o menos me había mostrado de qué se trataba. Entonces ahí entendí, que entupido!... ella soñaba hacer el amor conmigo!. Antes de hacer el intento de levantarse me preguntó si la había perdonado, eso estaba fuera de discusión... yo no debía perdonarle nada, pero en tono de broma le dije que lo estaba pensando.

Cuando se sentó sobre la cama se miró el cuerpo disimuladamente, quería decirle que yo ya lo había hecho y que no tenía ni un rasguño, con excepción de los que aún sanaban, pero no quería que pensara que era un depravado sexual que miraba su cuerpo desnudo mientras dormía, eso la haría avergonzarse.

Le di los detalles de las bajas, en su cuerpo no había rastro de la batalla que tuvo lugar en esa cama la noche anterior, pero si en otras cosas, como su camisón que se encontraba destrozado a los pies de la cama y el cabecero de la cama. Me quise reír cuando vi su mirada ir hasta el gran trozo de madera faltante y quedarse atónita, yo misma me había dado cuenta de ese detalle del cabecero cuando mi Bella ya estaba dormida en mis brazos, supongo que el desenfreno y la excitación limitan la capacidad de observación, fue eso mismo lo que le dije a mi amor confirmando que yo también sufría esa incapacidad cuando estaba con ella. Le acaricié las mejillas al notar el rojo intenso que habían tomado al hacerle notar eso,

_De verdad que voy a echar esto de menos._ entonces mi Bella me miró con remordimiento en los ojos.

_¿Cómo te sientes?_ me preguntó mi esposa, ante esa pregunta solo pude hacharme a reír, su voz sonaba apenada ¿cómo podía sentirse culpable de seducir a un marido que estaba deseando tanto esa seducción?, le aclaré que eso no era motivo para sentirse culpable.

Amanecer (por Edward Cullen)Where stories live. Discover now