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La cuenta de los días

_Ahí..._ murmuró ella entrecortadamente _Edward... justo ahí_

Ceñí mis manos más fuertemente en sus caderas moliéndolas sobre mi boca de manera que su centro húmedo y palpitante este en continuo contacto con mi lengua. Bella se removió buscando más fricción... ella estaba a punto de tener su orgasmo y si eso era lo que ella quería tener, pues ¿quién diablos era yo para negárselo?

_Oh Edward... amor_ gimió, una de sus manos tomó el cabello de la parte de atrás de mi nuca jalando y creando un caos en mi cabeza, y yo llevé una de mis manos sobre el hueso de su pelvis para tratar de sostenerla en su lugar. Ella tomó la sábana que se extendía por debajo de nuestros cuerpos con tal fuerza que pude oír la rasgadura de la tela, sonreí mientras mi lengua se deleitaba con los sabores de su humedad,

_Oh Bella..._ gemí sobre su sexo, su sabor... dios.... Era lo más jodidamente exquisito que había probado, podía vivir sin la sangre si solo se me diera de beber eso. Soplé sobre su clítoris y la sentí estremecerse, no faltaba mucho... tan solo jugar un poco más y ella convulsionaría en mis manos.

Decidí, a juzgar por la hora, que era tiempo de satisfacer mi necesidad de Bella, pronto amanecería y tendríamos que dejar nuestra libido de lado para atender la necesidad de ser padres, así que sumergí la punta de mi lengua en su cavidad por última vez... una... dos... tres veces, la saqué y recorrí su clítoris suavemente deleitándome con ese pedacito hinchado de la pasión de Bella ... su monte de Venus... su bajo vientre hasta llegar a su ombligo, me detuve a dejar un suave beso allí como recordatorio del antiguo hogar de nuestra hija y continué recorriendo el camino hacia su boca con suaves besos.

_Quiero que me hagas el amor ya Edward... ahora mismo, te dejé jugar amor, te quiero adentro_ susurró cuando mis labios rodearon uno de sus pezones, tiré suavemente de él y lo solté para atraparlo nuevamente con mis dientes,

_Lo sé mi amor... solo... déjame jugar_ dije antes de tomar el otro pezón entre mi pulgar y el índice, estiré de la misma manera y lo solté para maravillarme en lo duro y turgente que era entre mis dedos.

Jugar con el cuerpo de Bella se había vuelto mi nueva necesidad, mi nueva obsesión. No había poder más grande que me sometiera más que el cuerpo de Bella en todo su esplendor. Desde que la había visto brillar bajo el sol me gustaba hacerle el amor en las mañanas, antes de salir en busca de nuestra hija, mientras los rayos del sol que entraban por la gran pared de cristal bañaban su cuerpo y la hacían brillar ante mis ojos. Era mi nueva droga personal, peor que la heroína... y se llamaba Bella.

Me gustaba morder su piel sabiendo que no iba a dejar marca alguna, me gustaba acariciar en los lugares donde había aprendido que ella podía hacer rodar sus ojos detrás de su cabeza, como la parte externa de su cuello... o como la parte interna de sus codos, me gustaba lamer debajo de su oreja donde sabía que gemiría con ese tono especial de voz, más gutural y sensual, semejante a un ronroneo... me gustaba correr mis dedos a lo largo de su columna vertebral, donde la hacía arquearse en una posición donde sus pechos y trasero sobresalían tan sensualmente... dios... adoraba todo de ella.

Y a ambos nos gustaba experimentar cada noche, ahora que dormir había quedado como una necesidad fisiológica del pasado, ella exploraba mi cuerpo, aunque limitada por ese instinto indomable que urgía su autosatisfacción, como todo neófito... aún su temperamento era difícil de manejar y a veces eso la hacía sentir frustrada. Por supuesto que aprovechábamos eso también, hacer el amor de manera frenética tenía sus satisfacciones, ambos necesitábamos del otro tan urgentemente que habíamos llegado al punto de gritar y dejar salir toda nuestra pasión solo para fastidiar a Emmett, aunque solo lo podíamos hacer cuando nuestra niña se quedaba en casa de sus abuelos y tíos... que era mas frecuente de lo que pensábamos, o al menos lo fue en los primeros meses, cuando Bella no podía retener su propia voz.

Amanecer (por Edward Cullen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora