Capítulo 7. Nate

145K 11.7K 4.7K
                                    

—Amanda —susurré tras varios segundos de silencio en los que no dejamos de mirarnos.

Era lo único que podía hacer. Que podía decir. Porque sentía que apenas conseguía respirar. Todo se había paralizado a mi alrededor. Tres años.

Tres años que pasaron veloces por mi memoria.

Tres años sin vernos.

Tres años lejos de ella.

Los ojos de Amanda estaban abiertos al completo, mostrándome un iris verdoso en el que tiempo atrás me había perdido completamente. Sus labios se habían separado. Eran pequeños, pero todavía podía recordar el suave tacto cuando los besaba.

—Nate —susurró.

Su voz se perdió en las tinieblas de la noche, como si no pudiera encontrar la forma de continuar hablando.

Yo tampoco lo hacía. Y, si era sincero conmigo mismo, de pronto también me estaba costando respirar.

—¿Qué cojones pasa aquí?

La voz de Levi me obligó a apartar los ojos de Amanda, aunque me costó muchísimo. A su lado apareció él, frotándose los ojos. Con un bostezo, pasó un brazo por encima de los hombros de la chica, que todavía no había dejado de mirarme.

Entonces me fijé mejor en ella. Estaba usando una camiseta negra y larga que le llegaba por las rodillas, dejando un par de piernas delgadas asomando. Una camiseta de chico.

Una camiseta de Levi.

Porque Amanda no solo era mi nueva compañera de piso según lo acordado... También era la novia de Levi.

—¡Joder, tío! —Exclamó mi compañero de piso, apartándose de ella y mirando directamente hacia el suelo—. ¿Qué ha pasado?

Seguí la dirección de sus ojos hasta encontrar con unos cuantos cristales rodeados de un gran charco de agua. De hecho, mis pies se encontraban dentro del charco, pero hasta ese momento ni siquiera me había dado cuenta de la humedad.

—Ahora lo recojo —murmuré, aunque no me moví.

Mi voz había salido rasposa, silenciosa, como si se hubiese dormido y no quisiese despertar.

—Amanda, quédate aquí, no te muevas —comenzó a decir Levi aceleradamente, más despierto que ninguno de nosotros—. Solo faltaba que te cortases, ¡que vas descalza!

Las manos de Levi se posaron en su cadera para echarla atrás, en un gesto demasiado familiar, demasiado cómodo, demasiado...

Amanda ni siquiera hizo el amago de apartarle. Se movió al mismo ritmo que él, con confianza extrema, y después Levi se alejó veloz como un rayo en dirección al baño.

Mis ojos lo abandonaron en busca de esos verdes que hacía tiempo, tres años, que no veía. Porque estaba seguro de que todo esto tenía que ser una mera ilusión.

Levi regresó con una escoba del baño.

—A ver, quita de ahí que voy a barrer esto.

Me aparté mientras quitaba los cristales del suelo rápidamente, arrastrando el agua con ellos.

Simplemente, sentí como si mi cuerpo no quisiera responderme. Estaba dormido, tenía que ser eso. Porque Amanda, ella...

Ella...

La voz de Levi dio peso a mis pensamientos cuando dijo:

—Vuelve a la cama, Amandita, que ahora voy yo.

"Amandita".

"Vuelve a la cama".

Su cama.

Nuestros ojos seguían conectados, y sus labios se volvieron abrir, como si fuese a decir algo, pero... Nada. Se cerraron, y ella regresó dentro de la habitación. Su melena rubia rojiza se perdió cuando la puerta se interpuso entre nosotros, pero el recuerdo de haberla vuelto a ver continuó grabado en mis ojos. Y en mi corazón, que latía revolucionado.

Odio Fingido ©Where stories live. Discover now