Capítulo 2. Nate

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—¿Irás este fin de semana a la fiesta?

Amy se mordió el labio inferior, como si le diese vergüenza formularme aquella pregunta. Después de todas las fiestas a las que había ido, y todos los besos ebrios que habíamos compartido, la vergüenza era algo que se debía dejar de lado.

Bloqueé el Ipad donde guardaba todos los apuntes que llevaban horas dándome vueltas a la cabeza y me recliné en el sofá. Estábamos estudiando en mi casa, preparando el examen del día siguiente lo mejor que pudiésemos.

—Lo necesitaré, para superar el fracaso del examen de mañana.

A mi lado Carter negó con la cabeza y también dejó de lado sus apuntes, finalizando el repaso de hoy.

—Seguro que vuelves a ser el mejor de la clase —dijo.

Intenté sonreír, por en realidad ella tenía razón. Todavía no había suspendido ningún examen, y eso que el siguiente año acaba la carrera. Cuando pensaba que me saldría mal sacaba un notable bajo. Al final tendrían razón y era todo un cerebrito.

Ali también cerró la pantalla de su ordenador y todos dimos por finalizada la sesión de repaso previa al examen. Una pena, porque habíamos echado de casa a Levi, mi compañero, solo para tener espacio para repasar. Aunque sospechaba que estaba liado con su compañera de trabajo, e ir al bar en su noche libre no era tan malo como se había quejado.

Tampoco sería la primera vez.

—Joder, me muero de sueño.

Carter bostezó y detrás de él fuimos todos, dando por finalizada la reunión de estudios a las doce de la noche. Ya era hora de regresar a nuestras casas y dormir antes del examen. Los acompañé hasta la puerta, aunque después de tantas veces que habíamos quedado en mi piso realmente no hacía falta.

Amy esperó a ser la última.

—Entonces, ¿vendrás a la fiesta?

Aunque sus ojos azules me rogaban, sonreí sin ganas. Amy era guapa, muy guapa...

Pero no era ella.

No era Amanda.

Los despedí a todos y me dejé caer en el sofá, hasta que minutos más tarde Levi, mi compañero de piso desde hacia media año, regresó a casa. Al menos en esta ocasión no olía a alcohol ni traía una chica bajo su brazo.

—¿Qué tal el examen? —Preguntó, dejándose caer en el sofá y sacando el teléfono del bolsillo.

Me encogí de hombros. El Ipad aún continuaba sobre la mesa, y no tenía ganas de tomarlo para repasar.

—Estuvo bien —dije—. Y hay una fiesta este fin de semana.

Sin molestarse en mirarme, con los ojos todavía fijos en la pantalla de su teléfono, preguntó:

—Mola. ¿La organiza Amy?

—Y sus amigas —añadí.

Su entrecejo se frunció, lo cual no entendía porque esas eran precisamente las fiestas favoritas de Levi. Había perdido la cuenta de con cuantas amigas de Amy había intentado enrollarse y con cuantas lo había conseguido.

La única razón de que Amy no hubiese caído a sus pies era porque estaba colada por mí, algo que me dolía profundamente. No éramos pareja y los dos sabíamos que a pesar de todo yo no la veía como algo más, pero sospechaba que continuaba guardando esperanzas.

Levi se puso de pies de un salto, tan rápido que casi se me sale el corazón por la garganta.

—¡Joder, Levi! —Exclamé—. ¿Qué coj...?

Odio Fingido ©Onde histórias criam vida. Descubra agora