Capítulo 6. Amanda

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El chico pelirrojo volvió a aparecer esa noche en el bar. Además era viernes, lo que significaba que había mucho lío. Peor aún, Levi libraba ese viernes.
De acuerdo, al menos no trabajaba sola. Estaba Gina, pero a nadie le caía bien Gina. Era grosera, sarcástica, y menos a los y las clientes del bar, el resto no la soportábamos.
De acuerdo, Levi y yo no la soportábamos. Como era la hija del jefe se pensaba que podía mandarnos. Cada dos por tres me pedía que fuese a la trastienda a reponer y también limpiar. Siempre se saltaba su turno de desinfectar el baño y tenía que ir yo en su lugar.
Levi estuvo a punto de renunciar, pero sabía que yo no podía irme y se quedó para hacerme compañía. Quizás no fuese el mejor trabajo del mundo, pero la situación estaba muy mal. Intentaba sacarme la carrera para ser maestra online y no había muchos empleos que me dejasen la mañana entera para estudiar. Que fuese online no significase que fuese más fácil.
Pero como iba diciendo, el pelirrojo había regresado. Y lo hizo con sus amigos.
—Vamos, dale el número —dijo uno de ellos.
—Aunque eres muy guapa, podrías liarte conmigo en lugar de con él, si quieres —dijo otro, ganándose una mirada de enfado de parte de sus amigos.
—Oye, yo no... —comencé ya con un poco de miedo.
Intentaba ser educada, porque mi trabajo dependía de ello, pero era complicado cuando se mostraban insistentes. Además no podía permitirme ser despedida por mostrarme grosera con un empleado. Ya me habían echado de un piso y acogido en otro. Solo podía pagar parte de este nuevo alquiler, no necesitaba ser echada de nuevo, por favor.
Uno de los chicos, el que rodeaba con el brazo al pelirrojo, se inclinó sobre la barra para hablarme más de cerca.
—Vamos, que mi amigo hace mucho que no folla. Te pago 50 pavos.
Mis ojos se abrieron como platos y entonces fui incapaz de reaccionar. Quería tirarle la cerveza que descansaba sobre la barra directamente en la cabeza, pero era incapaz. Esta vez no por conservar mi trabajo, sino porque me había quedado paralizada. No esperaba aquel ataque.
Con el tiempo me había vuelto más tímida de lo que era, según Noah. Pero sí podía notar que tenía más miedo a todo, especialmente a enfrentarme a las personas. Y en aquel momento, era incapaz de enfrentar a aquella banda de chicos.
Gina lo hizo por mí.
—Oye, ¿queréis algo o solo molestar?
Su bordería fue mi salvación. Me hizo a un lado de un empujón, mandándome a atender a otros clientes, mientras ella tomaba mi lugar. A lo lejos, en una mesa y acompañado de una chica que minutos antes había estado acompañada de unos amigos, estaba Levi. Mis ojos hicieron contacto con los suyos y asentí mientras intentaba sonreír. Se había perdido el altercado y no quería que se preocupase por nada.
Serví unos chupitos al grupo de universitarios que tenía delante de mí y Gina terminó de despachar, prácticamente echar, al pelirrojo y sus amigos. Después se acercó a mí para tomar unos vasos limpios y servir al siguiente grupo.
—¿Estás bien? —Preguntó mientras se agachaba bajo la barra unos segundos.
Asentí levemente. Estaba cortando trozos de limón y no quería llevarme parte del dedo por delante.
—Si vuelven a molestarte no dudes en echarlos. No queremos gilipollas en el bar.
Volví a asentir y ella se marchó. Por fortuna, el resto de la noche, aunque ocupada, pasó sin ningún altercado más. A la hora de cierre Levi, cuya amiga había desaparecido minutos atrás, me esperaba para volver a casa juntos.
Hicimos el camino hasta su coche con paso rápido. Era de noche y hacía frío.
—¿Quién era tu amiga? —Pregunté con curiosidad, intentando contenerme de saltar para entrar en calor.
—Oh, no era mi amiga —contestó encogiéndose de hombros.
—¿Un ligue? —Le piqué, dándole un pequeño empujón.
Sonrió y negó con la cabeza.
—Qué va, de hecho creo que es la novia de mi compañero de piso... Nuestro compañero de piso, perdón —puntualizó, porque ahora que me había dado permiso para quedarme allí todos éramos compañeros—. Al menos tienen un lío desde hace bastante tiempo.
Llegamos al coche y me senté en el lado del copiloto. Miré hacia Levi con curiosidad.
—No sabía que el chico hambriento tenía novia —murmuré mientras me ataba el cinturón—. ¿Sabías que usa una L de calzoncillos?
Se echó a reír y arrancó el coche. A Levi no le había hecho mucha gracia que me dedicase a hacer la colada y planchar, pero me sentía muy mal por estar viviendo allí gratis, y no podía no hacer nada. Además, el piso estaba un desastre y todo muy desordenado.
El orden me tranquilizaba, y limpiar y organizar las cosas también, aunque no fuesen mías.
—Te dije que plancharle la ropa interior era demasiado —pidió—. Y por favor, deja de llamarle chico hambriento, me pone de los nervios.
—Según él tú usas una S —añadí.
Su rostro se volvió rápidamente hacia mí, con una mezcla de enfado y horror.
—¿Él dijo eso?
—Bueno... Lo escribió. En un post it. Y creo que da por hecho que estamos enrollados.
Levi negó con la cabeza, regresando los ojos a la carretera.
—Lo sé, pero que le den por...
—¡Levi! —Le regañé.
Continuó sin hacerme caso.
—... , que piense lo que le dé la gana, es nuestra vida. Por cierto, ¿paramos a un par de hamburguesas para llevar?
Tragué saliva, aunque asentí. Nos acercamos a un autoservicio, pero en lugar de hamburguesa precocinada pedí una ensalada sin aliño, principalmente porque no iba a comer un ser vivo. Pero tenía hambre, y necesitaba algo para engañar el estómago, aunque fuese un poco de lechuga y tomate.
La comí en el coche de camino al piso. Estaba tan casada que lo único que quería era meterme en la cama. Además la circulación en Nueva York era horrible, tanto de noche como de día, y tardábamos siglos en llegar. Personalmente prefería el metro aunque hubiese más gente, pero si me llevaban no iba a quejarme.
Dejamos el coche en la plaza de garaje asignada y, una vez en casa, me di una ducha corta, robé una de las camisetas largas de Levi, y me metí en la cama. Solo me dio tiempo a escribirle una pequeña nota de agradecimiento a mi nuevo compañero de piso por dejar que me quedase.
No me enteré de cuando se metió Levi a la cama, pero cuando me desperté de madrugada estaba allí, al otro lado. Lo miré con ternura, porque al dormir parecía un buen chico, incluso un poco inocente. Además era muy achuchable, y lo descubrí cuando me abrazó mucho durante la primera noche que pasé aquí, en su habitación.
Era un gran amigo, y me estaba ayudando en todo lo posible. Incluso se había resignado a dejar de traer chicas para que yo pudiera dormir. Sin embargo me había ofrecido a ocupar el sofá si alguna vez ligaba, con la condición de que después cambiara las sábanas.
Me dolía el estómago, y quizás por eso me había despertado. La lechuga y tomate y hacía tiempo que habían sido digeridas.
Decidí levantarme a por un vaso de agua que me llenase, con cuidado de no despertar a Levi, especialmente cuando me mareé y caí de nuevo sobre la cama.
Sacudí la cabeza y lo volví a intentar, esta vez más despacio. En realidad era culpa mía, había estado trabajando más de la cuenta, tanto en el bar como limpiando, y debería haberme permitido comer un poco más. Cuando consiguiese ahorrar compraría ampollas de jalea real.
Mientras me acercaba a la puerta, despacio, noté que se escuchaban ruidos desde la cocina. El famoso Chico Hambriento estaba en casa y por fin nos conoceríamos.
Eché un rápido vistazo a mi atuendo. La camiseta de Levi me llegaba por encima de las rodillas y no estaba usando sujetador, pero el tamaño de mi pecho no era lo suficientemente importante como para reparar en él más de la cuenta.
Decidida a agradecerle en persona la hospitalidad, y por fin vernos las caras, abrí la puerta del cuarto, y le vi por primera vez.
La sorpresa me golpeó, invadiendo cada centímetro de mi piel, cada poro, cada recoveco de mis recuerdos que amenazaron con asaltarme y dejarme en shock. Sentí mis ojos abrirse, y la boca también. Un vaso de agua se deslizó de su mano y golpeó el suelo, provocando un fuerte ruido.
De fondo, escuché a Levi quejarse, pero no me volví hacia él.
No respiré, no me moví. No podía.
Delante de mí estaba el único chico que había amado de verdad, y que me había querido de verdad.
Delante de mí, estaba Nathaniel Lewis.

Delante de mí, estaba Nathaniel Lewis

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¡Feliz sábado, chicxs! Pensé que no podría subir porque este fin de semana he venido a casa (una amiga se casa) y mi portátil con la novela se había quedado en Londres, peeero, estaba guardada en la nube y pude descargarlo y meterlo en Wattpad

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¡Feliz sábado, chicxs! Pensé que no podría subir porque este fin de semana he venido a casa (una amiga se casa) y mi portátil con la novela se había quedado en Londres, peeero, estaba guardada en la nube y pude descargarlo y meterlo en Wattpad. ¡Hurra!
Estos días han sido de locos. Básicamente trabajo de 7 de la mañana a 7 de la tarde, y si tengo un rato libre por el medio es para estudiar inglés :S cuando llega la hora de escribir o leer, solo quiero dormir :(
Y los fines de semana, pues... ¡estoy en Londres! Aprovecho para investigar un poco, e intentar hacer amigos (porque literal que sino estaría allí sola).
Espero que lo estéis pasando genial ❤️
Un abrazo muy fuerte,
Andrea.
PD ¿ha habido alguna ocasión en la que, a pesar de estar rodeados de gente, os hayáis sentido solxs?

Odio Fingido ©Where stories live. Discover now