Veintidos.

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Liam había sido incapaz de quitar la sonrisa que adornaba su rostro durante todo el día. Habían ido a un restaurante infantil, pero antes de entrar Zayn detuvo sus pasos para mirarlo y preguntarle si estaba de acuerdo con la elección del lugar. Él solía consentir bastante a los niños, pero en la hora de la comida lo único no saludable que estaba permitido era el postre; pero no podía negarse viendo la emoción flotar como aura de la azabache.

No podía ser tan cruel.

Halley lo miró curioso cuando aceptó, pero no dijo nada y tomó asiento junto a él una vez entraron. Liam estaba sorprendido de que permitiera a su hermana sentarse con el moreno, y no era el único. Zayn miró agradecido al niño.

La tensión no ocupó lugar alguno, pues Cole se encargó de convertir los silencios incómodos en divertidos espectáculos y risas armoniosas.

Zayn estaba maravillado. De jóven, supo que Liam sería perfecto como omega, a pesar de no haber tenido una figura materna cariñosa, Geoff se encargó de cubrir esas necesidades básicas, enseñándole bien lo que él creía sería útil en su vida. El castaño había crecido con sueños que ningún otro omega se atrevería a pensar, pero una vez comenzaron su relación le había confesado el cambio de planes de su futuro; no le importaba no llegar a ser un respetable médico, siempre y cuándo él estuviera a su lado. Había cambiado los planes de estudiar pediatría a cuidar y hacerse cargo de una familia. Zayn había estado más que feliz con la idea, su alfa se alborotaba de orgullo con la idea de un Liam con una pequeña pancita que, con el paso de los meses, fuera creciendo conforme su cachorro lo hacía.

No sólo había tenido que luchar por su vida y la de dos criaturas más después de separarse, sino que ahora los mellizos eran niños tan inteligentes, con excelentes modales y envidiables dones, como tener a todos alrededor de tu dedo meñique con una sola sonrisa, de lo que Cole disfrutaba diariamente, pero siempre guiados por el cariño y la bondan que tanta falta hacían en un mundo como ése.

Zayn estaba malditamente orgulloso de su omega.

En algún momento de la tarde, Halley había decidido darle una verdadera oportunidad al alfa, dejando de lado el fastidio que sintió al verlo caminar hacia ellos. Ahora él también reía con las anécdotas que su hermana contaba esporádicamente.

Podía ver porqué su padre se había enamorado de él; el moreno era atractivo a simple vista, estando relajado tenía una personalidad suave y cálida para con ellos y un montón de temas de los qué hablar.

Fué testigo del brillo que envolvió a Liam, las sonrisas eran más grandes y los ojos desbordaban amor. Hasta éste momento, no había tenido más que una ligera idea de lo difícil que era para un omega cuidar de dos niños sin el apoyo de un alfa, y sólo teniendo a su lado a alguien que estaba pasando por lo mismo. Un nuevo sentimiento de respeto creció dentro de él.

Cuando Cole había echado a correr al baño, él hizo el amago de ir tras ella, como siempre hacía para asegurarse que nadie la molestara, pero entonces el brazo de su padre lo detuvo. Miró los marrones orbes en un gesto interrogativo, recibiendo un intento de sonrisa antes de que el omega caminara lejos de la mesa, en dirección a dónde la niña había corrido segundos antes. A pesar de no haber recibido una clara orden verbal, Halley entendió lo que el hombre quería.

Se giró, regresándole la mirada al azabache sentado frente a él. Un tenso silencio se posó en ellos hasta que el castaño aclaró su garganta buscando algo qué decir. Había sido bastante fácil teniendo a la naturalmente habladora Cole allí, pero ahora que no eran más que ellos dos, solos en la mesa, parecía que estaban a miles de kilómetros alejados uno del otro. Sin embargo, se obligó a hacer algo, su padre ya había sacrificado demasiadas cosas por ellos, merecía ser feliz al fin.

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