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NARRADO POR MILO

Sentía a Meg sentada encima de mío, mientras que nuestras lenguas jugaban. Mis manos viajaron de sus muslos, a su trasero y después a su cintura. Di la vuelta para que ella quedara debajo de mí.

- Nena - miré su escote - Oh dios, juro que te hacía mía ahora mismo.

- ¿Que importa eso? - susurró. Lamí mis labios mirando su cuerpo debajo de mí.

- Cuando lo hagamos, quiero estar bien despierto, poniendo todos mis sentidos en lo que estoy haciendo. Quiero recordar cada segundo que esté dentro tuyo, quiero recordar tus gemidos, y cuando grites mi nombre, y sé que no me acordaré mucho mañana. - ella tragó saliva.

- Te daré algo de ropa. - besé su frente y me bajé de ella. Me dirigí a mi armario y busqué una camiseta para Meg. Cogí una blanca y se la di.

- ¿Quieres unos pantalones? - le pregunté.

- Por favor - dijo. Le di unos pantalones.

- ¿Sabes Milo? - ella dejó los pantalones en la cama con la camiseta. La miré.

- Tampoco iba a acostarme contigo - alcé una ceja.

- ¿Ah no? - me quité los zapatos.

- No.

- O sea, ¿Ibas a dejarme con el calentón? - quité mis pantalones y vi que miró un instante abajo, después rápidamente subió la mirada a mis ojos.

- Algo así. - me puse los pantalones del pijama y quité mi camiseta.

- No comparto pene Milo - la miré asombrado por sus palabras. Ella no habla así. Hizo una mueca.

-¿Que no compartes pene? - reí - ¿A qué te refieres?

- No vas a meter eso - señalo mi pene - en mí. ¿Por qué? Porque lo metiste antes en mi prima - la miré con una sonrisa en mi cara. Reí.

- No te rias, va en serio - se cruzó de brazos.

- Donnelly, soy higiénico, me ducho y esas cosas.

- ¿Y si alguien te ha pegado algo? Créeme no voy a arriesgarme. - se cruzó de brazos.

- Oh, entonces, has besado los mismos labios que besó tu prima anoche- dije haciendo drama.

- Oh dios es cierto - limpió su boca - No, en serio Milo. No - se encogió de hombros. - Así de simple.

- Nena, dentro de unos días vas a estar como una gata en celo, rogándome que entré en ti.

- Sigue soñando.

- ¿Eres virgen? - pregunté mirando su cuerpo.

- Si

- ¿Zac no te insistió? - pregunté extrañado.

- Le dejé las cosas claras al principio.

- ¿Que le dijiste?

- No soy una guarra - se encogió de hombros.

- ¿Eso significa que seré el primero? - me acerqué a ella. Y esta retrocedió.

- Quizás no - puso la palma de su mano en mi pecho para que parara de caminar.

-¿Quizás?

- Si

- Ya veremos, Por cierto, ¿Por qué no te cambias? - Ella aún llevaba puesta su ropa.

- No voy a cambiarme contigo delante.

- bajó su mano.

- No muerdo - le guiñé un ojo.

- Como sea, ¿Donde está el baño? - dijo cogiendo la ropa.

- Puedes cambiarte aquí, saldré fuera. - abrí la puerta.

- ¿Podrías traerme un vaso de agua? - me pidió.

- Claro, a sus órdenes - hice una reverencia. Meg rió. Cerré la puerta y me apoyé en ella. Joder que mareo tenía. Me entró tanto odio cuando vi que Meg estaba bailando con aquel
estúpido... ¿Por qué te importa Manheim? susurró una voz en mi cabeza. No sé cuando me había vuelto tan idiota, ¿Que no la quería follar borracho? Joder, estaba deseando entrar en ella.
Pero la veía tan... ¿Inocente? Si era eso. Me tiré a su prima por que estaba desesperado. Llené un vaso con agua y me lo bebí. Después llené otro para Meg. Iba a dormir con una mujer, y no iba a pasar nada entre nosotros.

- Te has ido a la mierda Manheim - murmuré. La puerta de mi habitación seguía cerrada, llamé a la puerta.

- ¿Meg? - pregunté

- Es que no puedo ponerme los pantalones.

- ¿Puedo pasar? - pregunté.

- Si - Abrí la puerta y la vi con mi camiseta blanca, que marcaban sus pechos. Oh dios. Ella aguantaba mis pantalones, que le quedaban demasiado grandes. Solté una risa.Dejé el vaso de agua en la mesilla y la miré con los brazos cruzados.

- ¿Cual es el problema? - Meg soltó los pantalones y cayeron al suelo, dejándome ver sus pequeñas y delgadas piernas. Solté una carcajada.

- ¡No te rías! - rió. - Me quedan muy grandes. Me acerqué a ella, subí sus pantalones e intenté amarrarlos en su cintura. Era inútil.

- Okey nena, quítatelos, la camiseta te cubre. - Ella sacó sus pies de los pantalones y los cogió. Los dejó en el armario de nuevo. Abrí la cama y Meg corrió descalza hacia la cama. Se sentó, la camiseta subió hasta dejarme ver sus bragas negras.
Ella se acostó y se acurrucó debajo de la sabana.

- ¿Tienes unos calcetines? - me preguntó. Cogí unos del cajón y se los di.

Ella se destapó y se los puso a la velocidad del rayo. Sonreí y me acosté a su lado.

- Que frrriooo - tembló mientras que rió nerviosa.

- Date la vuelta. - Ella me miró confundida y lo hizo, cuando estuvo de espaldas a mí, la cogí la cintura y la pegué a mí. Entrelacé nuestras piernas.

- Buenas noches Milo - susurró Meg

- Buenas noches Meg

Hacerte creer « Milo Manheim, Meg Donnelly » Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon