Capitulo 1.

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Dormía profundamente cuando me despertó la luz de la luna que se filtraba por mi cortina, era una clase de despertador, de esa forma sabía que era momento de ir al trabajo. Antes de salir me arregle un poco, me peine y acomode las plumas salidas de mis alas negras, una de ellas estaba muy adolorida, seguramente dormí sobre ella, pero en fin, eso no es escusa para faltar.

Algunos trabajos son aburridos, otros son entretenidos y otros más son neutrales, pero hay algunos que son especiales y extraños que no todos pueden hacer, un ejemplo es el mío. Soy una de las criaturas mas especiales y para algunos soy de las más temidas ,soy un ángel de la muerte.

Mi trabajo es sencillo lo único que hago es llevar a la gente al descanso ó al castigo eterno, dependiendo de cómo se comportó durante lo largo de su vida. A mí me gusta demaciado lo que hago (aunque algunas veces no tengo mucho trabajo y me aburro) porque me permite estar entre los diferentes mundos.

Yo no soy la única que hace esto, somos muchos trabajadores en esta industria. Mi hogar se encuentra en mi mundo o dimensión (es casi lo mismo) aquí siempre es de noche y la luna siempre brilla, bueno la luna natural y Luna, ella es una gran amiga de todos nosotros, es como una madre para todos los ángeles de la muerte.

Aunque podría decirse que mi trabajo es una rutina ya que me despierto, me arreglo, voy al mundo de los mortales y recojo las almas. A muchos de mis hermanos se les entrega una lista donde se encuentra el nombre y dirección para recoger a alguien, pero a mí no, a mí se me llama cada vez que hay un imprevisto fuera de las órdenes, a los que Muerte no llega ver.

Son muy raros aquellos mortales a los que Muerte no puede ver, pero llega a suceder, soy la única que lo hace, salgo del protocolo y me gusta, me siento única ,no me gusta hacer lo mismo que lo demás y de ese modo me siento necesaria. Soy la única que lo hace por el escaso trabajo y por lo peligroso que puede llegar a ser, esto porque esos mortales no estaban preparados para morir y dejaron muchos pendientes y cuando me ven llegar se vuelven muy agresivos y uno de mis hermanos puede salir lastimado, yo tengo menos posibilidades de que me hagan daño ya que soy un poco más fuerte que los demás; en fin lo bueno es que puedo visitar a viejos amigos, bueno yo así les dijo ya que algunos se han hecho muy cercanos a mi, mortales que dejaron sus pendientes prefieren quedarse a completarlos.

Parte de mi trabajo también es cuidar de aquellos que se quedan, debido a esto paso mucho tiempo con ellos (aunque no quieran) la mayoría me maldicen cada vez que me ven; me gritan groserías de cualquier tipo ó piensan que si me ven es porque su tiempo que se les ha conseguido se ha acabado y ellos aun no han logrado cometer o a completar su propósito.

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Me dirijo a la casa de Muerte para ver si me tiene algún encargo. Hago esto a diario y siempre me dice que lo más probable es que no abra algún incidente, pero siempre se equivoca, puede que solo sea un mortal el que se escape, pero pasa algo, lo se porque mi instinto me lo dice.

-¿Por qué tan solita?-escucho una voz a mi espalda.

Ya conozco esa voz, la voz más suave y a la vez dura, tierna y profunda, una de esas voces que pueden hacer que caigas rendida a los pies del dueño de esa voz aunque no lo conozcas, por desgracia si conocía de quien era.

-Apenas comienza el día y ya vas a molestar-le contesto tratando de guardar mi carácter, se dejo caer el silencio, estaba esperando una respuesta.

¿Qué paso? : -no piensas contestar, como es tu costumbre, hummm, ¿Diego?

-Estoy aquí- en un abrir y cerrar de ojos se había pasado a por lo menos 10 metros delante de mi-apúrate, llegaras tarde -vuelve a verme, esta vez directo a los ojos con una mirada difícil de evadir ya que sus ojos eran de los más bellos que haya visto y es que aunque yo no quiera me llaman la atención- veo que no aprietas el paso, será mejor que te ayude- el se mueve en mi dirección, lo hace tan rápido que parece una sombra- descuida ya estoy aquí para ayudarte- me toma por la cintura y me pega a él ignorando mis protestas.

-Sera mejor que le sueltes -le dice una voz dulce y tranquila a Diego- ¿quieres meterte en problemas?-miro atrás y ahí estaba Luna para salvarme.

<< ¡Gracias!>>, pienso.

Luna era como una madre o mejor amiga para nosotros, era algo alta, de piel pálida y pelo completamente blanco y ondulado, sus ojos eran grises casi blancos, siempre usa un vestido blanco, (el modelo cambiaba), lleva los labios ligeramente pintados de azul.

Diego me suelta al instante en que la ve.

-Está bien- levanta las manos en señal de inocencia- nos vemos después bonita- me dice y se marcha lejos de mi.

-Yo que tu me cuidaría de chicos así- me advirtió Luna- podrías enamorarte  en cualquier instante- Luna suelta una gran sonrisa burlona- ya sabes con eso de que es un cara bonita y todo - aunque su comentario no me gusta del todo le devuelvo la sonrisa.

Es cierto, Diego es el más guapo de todos los ángeles que eh visto, un metro ochenta y siete, pelo tan negro como mis alas y corto; fuerte, rasgos perfectos y sus ojos; sus ojos cafés sin lugar a dudas podría decirse que era lo más seductor que puede tener. Pero lo malo era que usaba sus "dones" conmigo, recuerdo que antes al igual que las otras me derretía por él, pero luego lo olvide y más tarde nos asignaron un trabajo juntos, lo recuerdo perfectamente; fue un fallecimiento que Muerte no pudo ver, el mortal era un peligroso traficante de drogas, del nombre no me acuerdo, de lo que si recuerdo es que aquel tipo era muy violento (aun muerto) y Muerte no quería que fuera sola, así que mando a Diego a que me acompañara, pero su ayuda no fue necesaria; el tipo se puso agresivo, pero lo mantuve quieto, el tipo me hizo enojar y digamos que nadie quiere verme de ese modo. Lleve a el mortal a rastras hasta el infierno; Diego no hizo nada solo miro; desde aquel día Diego no deja de molestarme al parecer le gustan las chicas que saben defenderse << menudo tonto>>.

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Deje a Luna hace ya rato y me encuentro en frente de la puerta del despacho de Muerte.

-Pasa-me dice Muerte.

Entre y lo encontré lanzando sus cuchillos a la pared, en ella ya se encuentran cinco clavados por la punta.

-Liliana- me dijo- llegas tarde.

-Si- le contesto- tuve un pequeño contratiempo con Diego.

-Sigue molestándote eh -me suelta una sonrisa burlona- ¿no crees que ya deberías darle un beso?, digo, él ya lleva bastante tiempo tras de ti- vuelve a reírse.

Extrañamente su comentario no me molesto, es más, me causa gracia y siempre ha sido así.

Muerte es un hombre carismático y  muy divertido (cuando esta de buenas), de cabello café oscuro un poco largo que le llega esta las orejas el cual siempre esta cubierto con un sombrero muy lindo de color negro, unos guantes cubren sus manos del mismo color y su traje negro no es muy formal solo lo bastante como para darnos a entender que él quien manda.

-Vienes a hacerme la misma pregunta de siempre ¿verdad?

-Si.

-Ya sabes la respuesta de memoria, así que  puedes irte- me dice todavía sonriendo- si te necesito te avisare.

-Está bien- me doy la vuelta dispuesta a macharme, pero,¿que es eso? escucho un sonido agudo muy débil es.....el cuchillo, casi me alcanza, si no me hubiera quitado estaría....

-Buenos reflejos- me dice Muerte.

Yo asiento y me retiro.

Verdades Ocultas.Where stories live. Discover now