Lullaby

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Cuando Yuto abrió los ojos se encontró en un lugar que no conocía, le costó un momento recordar lo que había sucedido y cuando lo hizo las lágrimas acudieron a sus ojos. Llevó sus manitas a su rostro mientras lloraba, su mami y su papi se habían ido.

-Shh, todo estará bien Yuto- escuchó esa voz familiar antes de que unos brazos lo rodearan en un cálido abrazo.

-Kaito- el niño murmuró antes de abrazarse a su amigo, no le importaba como o porque estaba con él, por el momento solo le importaba el consuelo que podía brindarle para aligerar un poco el dolor de su pequeño corazón.

-Shh, todo estará bien- lo consoló el otro niño abrazándolo con fuerza, esperaba con todas sus fuerzas que Yuto pronto pudiera recuperarse de su pérdida, sabía que sonaba egoísta, pero no había nada en el mundo que le doliera más que ver a su tierno amigo llorar de esa manera.

-Todo estará bien, te lo prometo- aseguró al tiempo que besaba la pequeña cabeza del niño y lo arrullaba entre sus brazos hasta que, por fin, el niñito se durmió, cansado de tanto llorar.

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-Gracias por salvarme- murmuró el pequeño Yuto sentado en una silla del pequeño comedor de la casa de Kaito mientras éste trabajaba cocinando algo.

-Ambos tuvimos mucha suerte- contestó el rubio -pude ver el incendio desde lejos- se dio la vuelta colocando delante de Yuto un plato con comida -lástima que no pude identificar a los culpables- dijo dándole al niño una cuchara.

Esas palabras llamaron la atención del pequeño de ojos grises -¿culpables?- preguntó antes de llevar la primera cucharada de comida a su boca.

Kaito asintió mientras se apoyaba en la mesa -cuando fui a buscarte me topé con dos sujetos extraños, ellos no me vieron pero dijeron algo de iniciar el incendio- miró a Yuto con un poco de pena -me temo que lo ocurrido en tu casa no fue un accidente pequeño, alguien quiso asesinar a tu familia-

Yuto, quien tenía la boca llena de comida bajó la mirada, sus ojos grises nadando en lágrimas, sin embargo, apretó su agarre sobre la cuchara y siguió comiendo negándose a volver a llorar.

Kaito no pudo evitar sonreír con cierta ternura, Yuto se estaba haciendo el niño fuerte, no podía estar más orgulloso de él por tener la voluntad de superar el dolor por si mismo. Antes de que se diera cuenta llevó su mano a la cabeza del niño y acarició su cabello.

-Todo va a estar bien Yuto- prometió Kaito -yo cuidaré de ti-

A pesar de sus lágrimas el niño sonrió y saltó de la silla, rodeó la mesa hasta llegar a Kaito y se abrazó a su cintura, para sorpresa de éste.

-Gracias Kaito, te quiero mucho-

Esas palabras conmocionaron a Kaito pero de buena manera, Yuto era un niño tan adorable que había llegado a su corazón rápidamente por lo que haría lo que fuera necesario para mantenerlo siempre feliz y a salvo, lo que fuera.

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Yaiba jadeó de sorpresa cuando se encontró mirando directamente unos fríos ojos grises como el acero. Aún así, eso no detuvo su impulso para clavar la daga directamente en el corazón del joven general.

Para su mala suerte ese milisegundo de titubeo fue aprovechado por Yuto quien detuvo la cuchilla con sus manos desnudas a tan solo unos milímetros de ser alcanzado por la punta de la afilada arma.

-¡Muere!- gruñó Yaiba ejerciendo más fuerza en el arma.

Yuto no dio señales de reconocer el esfuerzo del chico, sin embargo, al contrario, sus ojos se desviaron con algo parecido a aburrimiento hasta que su mirada se posó en cierto chico de ojos carmesí atado a la silla, fue entonces que su expresión cambió a algo parecido a molestia.

Gravity of youWhere stories live. Discover now