LA FRUSTRACIÓN DEL PRÍNCIPE

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  Ahora que Bulma estaba fuera de peligro y la familia Briefs tenía un motivo gigante para celebrar, también los demás estaban contentos y dispuestos a asistir a aquella fiesta.
Como madre que aun velaba día y noche por sus hijos, Milk compartía la emoción de Panchy por ver a su pequeña hija fuera de peligro.
No tenían demasiado tiempo para planear con detenimiento cual sería el atuendo que usarían. Aunque llegados al tema de la vestimenta ni Milk ni Panchy se angustiaban, ya que ambas guardaban atuendos en sus closets, reservados para ocasiones especiales.
Desde que Milk había contraído matrimonio con Goku, su vestimenta se había vuelto demasiado seria; Tan seria que caía en lo aburrida. Era una mujer muy joven, sin embargo desde que se enamoró de Goku le había interesado tan poco atraer la atención de otros hombres que inclusive antes de saber si el saiyajin se casaría con ella no, ya vestía de un modo aseñorado. Pero para esta tarde tenía en mente algo que seguro ninguno de sus amigos imaginaba.
Abrió el guardarropa donde ella y su marido guardaban sus prendas. Debajo de la ropa que debía colgarse con hombreras, se encontraba un apartado que incluía forros plásticos en los que se podían envolver las prendas que necesitaban ser llevadas a la tintorería o ser tratadas con extremo cuidado.
Se agachó sintiéndose satisfecha al instante al darse cuenta de que sus músculos aun conservaban su elasticidad.
-Parece nada pero sí que funciona ayudar a mi muchacho con su entrenamiento – comentó para sí misma.
Solo ayudaba a Gohan algunas veces cuando en verdad lo veía presionado en exceso por los estudios o cuando lo notaba desanimado por alguna razón que desconocía.
Su hijo era varón y era difícil lograr que los chicos compartieran cosas con sus madres. Sobre todo cuando comenzaban a sentirse mayores.
Había algunas cosas que los muchachos solo podían compartir con los padres, pero la mayoría de las ocasiones que Goku y Gohan se veían acababan entrenando juntos en lugar de dialogar como seres normales. Aunque suponía que el entrenamiento podía ayudar aún más que una charla.
Ella había experimentado en carne propia los beneficios de entrenar.
De cualquiera manera ella esperaba que Gohan también tuviera la confianza de contarle vivencias a Piccolo. Ya que inclusive había tenido la oportunidad de conocerlo mejor que Goku. Pero tampoco estaba segura de que este individuo pudiera darle consejos en todas las áreas de la vida.
-Dudo que Piccolo conozca lo que es el amor – declaró Milk.
Quien después de largo tiempo se había enterado de la manera en la que el amigo de su esposo trató a su hijo para hacerlo más valiente e independiente.
Era indudable que le había hecho un bien a su hijo pero aun así jamás perdonaría la crueldad con la que lo trató.
Sus manos fueron pasando uno a uno los forros hasta que llegó al deseado. Con cuidado fue sacando aquel plástico hasta separarlo de todos los demás.
El color de la prenda que estaba protegía era amarillo y al ponerse de pie y extenderlo se reveló un majestuoso vestido largo que poseía un escote cruzado en la parte del pecho. Lo que le daría el perfecto toque sexy que necesitaba. Hacía ya demasiado tiempo que no dejaba lucir ninguna parte de su cuerpo con lo que vestía y aunque había esperado con paciencia a que la ocasión llegara, estaba ansiosa por mostrarse ante todos, pero sobre todo ante su marido.
Esperaba con toda su alma que ese vestido sirviera para seducir a Goku aunque sabía que la misión podía no resultar como esperaba ya que en repetidas ocasiones había comprobado que su marido era demasiado inocente.
Por otro lado los preparativos ya estaban siendo llevados a cabo por los robots sirvientes de la casa de los Briefs. Mientras las damas – cada una en su habitación – buscaban entre grandes montañas de ropa, que ponerse.
La madre de Bulma gustaba de vestir con sencillez y comodidad pero en esta ocasión sabía que alegrías como aquella por suerte no se daban todos los días, y había que agradecer a Kami – sama bien vestida. Se encargó de separar uno a uno los vestidos sobre la cama y finalmente se decidió por uno cuyo escote era en forma de V, color azul cielo, que pensó, iba maravilloso con su estilo. Ahora solo faltaban los tacones a juego y tendría el outfit perfecto.
Bulma por su parte todavía no se decidía.
Tenía un gran número de vestidos ya que adoraba siempre renovarse y seguir el camino de la moda, siempre eligiendo lo que le quedaba mejor.
Su dilema estaba entre un vestido color lila cuyo escote era conocido con el nombre de "palabra de honor" y uno en color verde que poseía un escote denominado "ilusión". Se probó ambos y se miró al espejo pero al final decidió ponerse el verde.
El nombre del escote de aquel vestido simbolizaba algo para ella. No solo se trataba de recuperar lo que había perdido a causa del desengaño ocasionado por el príncipe de la raza Saiyajin, sino también de iniciar una nueva etapa en su vida.
Mientras tanto en la capsula de gravedad, Vegeta se daba cuenta de que había sudado gracias a haber estado en movimiento y recordó que a Bulma no le gustaría ver que estuviera empapado. Pues cada vez que podía le recordaba que los saiyajines deberían preocuparse un poco más por su higiene y aseo personal.
Claro que el tiempo en el que la peli azul le hacía observaciones sobre cosas de su persona había quedado atrás, nada más y nada menos que por culpa suya.
Ahora Vegeta esperaba de manera desesperada que las cosas con Bulma pudieran arreglarse. Pero no estaba muy seguro dado que ambos tenían una cosa en común:
EL ORGULLO.
Pero esta vez sabía – como tantas veces se lo había repetido – que ella estaba en su perfecto derecho de usarlo.
No entendía como había acabado por cederle el control de sus emociones a una mujer, a tal grado que ya ni siquiera se arrepentía de haber llegado a la tierra.
De pie como estaba, se detuvo a mirar de manera cuidadosa el pic – nic que había organizado para Bulma; Ojala no le pareciera un pobre o sucio intento de volver a hacerla caer.
Había hecho su mejor esfuerzo.
Ahora lo único que debía hacer era darse una ducha y colocarse las prendas de ropa que la madre de Bulma acostumbraba darle a los robots mucama para que le llevaran a su habitación.
En ninguna ocasión esa ropa sería tan oportuna como ahora.
Al salir de la capsula de gravedad y caminar el sendero hasta la entrada de la casa de los Briefs, Vegeta observó un movimiento mayor de la planilla de empleados robots, que el que solía darse durante otros días. Y una vez que entró a la casa confirmó que en efecto algo estaba preparándose en el hogar de los Briefs.
De camino a su habitación observó que la madre de Bulma no estaba leyendo revistas y que en la mesa de centro de la sala no había ningún postre. Sin embargo al llevar la vista al comedor, pudo ver infinidad de platillos preparados. El humo se levantaba sobre cada uno, lo que era indicio de que recién habían sido hechos.
Era demasiada comida así que probablemente habría varios invitados.
Esto empezaba a no gustarle en lo más mínimo.
De cualquier forma decidió continuar el camino hasta su habitación y al pasar por la pieza de Bulma la puerta se abrió haciendo sobresaltar al príncipe que llevaba la mente pensando en cómo haría para que la joven accediera a ir a la capsula de gravedad.
El saiyajin se detuvo de golpe esperando a quien quiera que saliera de la habitación de Bulma; Deseando que fuera ella. Pero en su rostro se instaló la decepción cuando comprobó que se trataba de la madre de la mujer que lo traía de cabeza.
-Vegeta- lo saludó la señora Briefs, sonriendo como siempre – traté de encontrarte en el hospital pero Milk me comunicó que ya te habías marchado.
¿Lograron encontrar a Yamcha? Bulma está preocupada por sí algo le pudo haber ocurrido.
El hecho de saber que Bulma sentía preocupación por un ni siquiera fue capaz de protegerla como era debido, hizo enojar al príncipe de la raza guerrera pero de igual modo tenía que responderle a la madre de la chica de cabello azul.
-Salí del hospital es cierto, pero no fui a encontrarme con los demás para buscar a ese imbécil. Por lo que no tengo idea de si le habrá ocurrido algo o no.
Si es así, se lo merece por embriagarse tanto.
Hubiera querido sustituir lo de "embriagarse" por "dejar desprotegida a Bulma" pero no lo haría.
No lo reconocería frente a Panchy porque de cualquier manera la mujer alguna idea se habría de dar. Y en efecto la madre de Bulma, podía imaginarse la razón del odio de Vegeta hacia Yamcha.
Por supuesto no haría ni diría algo que lo incomodara si no fuera para "darle un empujón" al orgulloso hombre que a todas luces, estaba enamorado de su hija.
-Bueno, de cualquier forma – contestó Panchy como ignorando su declaración – en breve tendremos una fiesta en la casa para celebrar que Bulma está sana y salva. Por supuesto eres uno de los invitados de honor, ya que sin ti no quiero pensar en lo que habría podido sucederle a mi hija.
Como ves ya todos estamos preparándonos - declaró mientras se alejaba de él con sutileza para que pudiera observar el vestido que traía puesto – así que tú deberías hacer lo mismo.
No quedaba duda de que Bulma y su madre eran muy parecidas en algunos aspectos. Ambas gustaban de ser admiradas y las dos sabían muy bien cómo convertirse en el centro de atención.
Vegeta observó a su "suegra de emergencia" enfundada en aquel vestido, asintió con la cabeza y salió del paso para irse a su recamara.
Una vez dentro, cerró y aseguró la puerta.
Caminó hacía el cuarto de baño, se despojó de la ropa y se metió bajó la regadera para ponerse a pensar.
Así que era eso.
Una fiesta de bienvenida.
Aquello dejaba por el suelo su estúpido picnic. No había otra forma de verlo.
Además si la fiesta era en honor a Bulma, eso significaba que la joven debía estar presente en todo momento ante la concurrencia.
Ahora utilizar un pretexto como el de la ocasión pasada "necesito que arregles tal cosa" ya no sería válido y estaba seguro de que Bulma ya no lo acompañaría.
Quizás enviara a su padre para ayudarle pero él para qué quería al doctor en la capsula.
De un momento a otro la cita estaba siendo arruinada por un estúpido plan que seguro era idea de Panchy.
¿Para qué tanto esfuerzo?
Aunque Vegeta sentía la rabia surgir desde dentro, se controló para no dar un puñetazo a los mosaicos del cuarto de baño, ya que hacerlo seguramente lo habría dejado sin sitio en el cual asearse.
Trató de relajarse pero el hecho de que Bulma estaba preocupada por Yamcha volvió a surgir como "rey entre la gente" y le fue imposible sentir seguridad. No importaba que él hubiera salvado a Bulma. Pues era también el hombre que la había destrozado.
Falto de habilidad para llorar, Vegeta dejó que el agua que escurría por su cuerpo, representara las lágrimas que –aunque tenía deseos de caer – no lo hacían.
Se le había enseñado reprimir cualquier cualquier emoción que no le sirviera para tener el perfecto dominio de su planeta.
De un momento a otro se sintió frustrado porque a pesar de tener a la mujer de sus sueños tan cerca, estaba casi seguro de haberlo perdido para siempre.
Tardó más de lo debido en la ducha a causa de estar pensando con detenimiento cada cosa que se le ocurría a su cerebro.
Conociendo a Bulma, aunque Yamcha no le hubiera prestado ayuda cuando lo necesitaba, aun así tenía más posibilidades que él de volver a tenerla a su lado.
Una vez que su jornada de aseo personal terminó, el príncipe se colocó la toalla envolviendo sus caderas y caminó hacia la cama, en donde había extendido la muda de ropa de hombre común que ya se había acostumbrado a portar luego de terminar de entrenar.
En esta ocasión le habían enviado una camisa azul oscuro de manga corta, botones frontales y con cuello. Sabía que la prenda había sido escogida por la madre de Bulma, ya que siempre se mostraba a favor de que el príncipe luciera sus trabajados brazos.
El pantalón era de un color café claro, formal y a su justa medida.
Parecía ser que a la madre de Bulma le gustaba "vestir" a los demás. Aunque con Bulma ya no podía hacerlo porque su había adoptado su propio estilo.
Sin embargo continuaba haciéndolo con su marido y ahora con Vegeta, el que estaba segura que pronto sería su yerno.
Los zapatos se los había conseguido desde el principio y el príncipe se había acostumbrado a tener un sitio especial para dejarlos.
Vegeta se había habituado a ser ordenado, pero este era un secreto que no le revelaría a nadie jamás.
Cada día estaba tornándose más humano.
Al terminar de arreglarse, se colocó tras la puerta, dio un profundo respiro y tiró de la manija.
Su sorpresa fue grande al encontrarse con Bulma apenas poner un pie fuera de la habitación.
Rogaba al cielo no estar abriendo la boca por completo en aquel instante, ya que verla con aquel vestido lo tenía maravillado.
Bulma se veía incluso más hermosa que en ocasiones anteriores.
Sus ojos destellaban felicidad y su rostro no hacía más que unirse a la armoniosa orquesta de alegría que la embargaba.
Ella sonreía pero Vegeta se dio cuenta de inmediato de que no lo hacía para él, sino para ella misma.
De hecho una vez que la dama cerró la puerta de su habitación, Bulma siguió caminando como si Vegeta no estuviera ahí. Como si fuera un fantasma de cuya existencia solo era consiente él mismo.
La contempló mientras se alejaba y lo único que parecía quedar como recuerdo para él, era el sonido de sus tacones al avanzar.
La estela del aroma dulce de su perfume se extendió por el camino, por la casa y por el alma de Vegeta.
Quien por milésima ocasión contenía las ganas de correr hacia Bulma e hincarse de ser necesario para pedir perdón por el daño.
Su deseo por ser el hombre que la llevara del brazo, era proporcional a la sensación de volverse loco ante la idea de que ella lo hubiera olvidado.
Un dolor en el pecho lo hizo consiente de que lo que estaba viviendo en aquel instante era real. Tan real que estaba acabando con él de manera silenciosa.
Vegeta continuó su caminata hacia el comedor, una vez que Bulma había abandonado el pasillo entre sus habitaciones. Sabía que la vería de nuevo durante toda aquella celebración y de manera diaria si continuaba con la idea de seguir viviendo en su terreno. Pero es que estar lejos de aquella mujer no era algo que contemplara ni siquiera de una manera mínima aun cuando ella- aquella noche en la que él había cometido la estupidez de mentirle por orgullo le había gritado que se largara de su hogar – ahora Vegeta consideraba el hogar de los Briefs como terreno conquistado por una única razón.
Bulma había cautivado y conquistado su ser.
Ahora lo único que su cerebro le pedía hacer, era luchar por Bulma hasta donde le fuera posible.  

VEGETA, EL CANDIDATO PERFECTO #Wattys2020Where stories live. Discover now