BANQUETE PARA EL PRINCIPE

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  Goku fue quien se encargó de mostrarle a Vegeta la ubicación del hogar de Bulma por primera vez.
Apenas lo dejó en el jardín, partió para el recinto del maestro Karin con la emoción a flor de piel, a causa del entrenamiento que tendría la dicha de compartir con su primogénito. Pero no solamente ese era el motivo de su entusiasmo. Sino que antes de partir de casa, él y Vegeta habían prometido tener una pelea para medir la intensidad del poder detrás de las posibles nuevas técnicas que cada uno desarrollaría.
Pero esta vez el príncipe no se dejaría vencer.
Vegeta se detuvo ante un vistoso letrero que en letras grandes de color azul ponía lo siguiente: CAPSULE.
Antes de adentrarse en el pasillo inicial que presentaba una bifurcación de izquierda a derecha, el príncipe observó con detenimiento cada detalle.
A los costados de aquel letrero una verja de madera blanca se extendía por un amplio terreno cubierto de pasto, también se observaban algunos arbustos en mayor número por el costado derecho y en menor por el izquierdo. Así como palmeras altas aquí y allá, con una distancia considerable entre una y otra.
En el terreno había tres instalaciones, dos de lado izquierdo, pintadas de azul y una de mayor tamaño, en color amarillo.
Mientras los ojos de Vegeta observaban, Bulma lo miraba recargada de una de las columnas colocadas en el umbral.
-¿Tanto te asombra la fachada? – inquirió ella emitiendo una leve risa y sobresaltando a Vegeta, que no se había percatado de su presencia por estar sumido en la observación detallada de aquel lugar – si ese es el caso espera a ver el resto, con suerte pueda encantarte.
La expresión de Vegeta permaneció presa de la sorpresa por unos instantes.
¿Hacia cuánto tiempo estaba observándolo esa mujer?
Pero una vez que se percató de lo impresionable que estaba mostrándose frente a una humana, recompuso su expresión.
Una media sonrisa orgullosa hizo acto de presencia en su rostro.
-¿Asombrarme? – Inquirió mientras caminaba en dirección a aquella mujer – los lujos de los humanos no causan asombro para cualquiera de la raza sayayin o inclusive para cualquier otra.
Ustedes los humanos son los únicos que se preocupan por cosas tan triviales como el lujo. Aunque siendo sinceros, hay planetas que tienen mucho más riqueza que la de ustedes los terrícolas.
Siendo yo el príncipe de mi linaje, estas cosas no me impresionan.
No había duda de que Vegeta era un orgulloso empedernido.
-De acuerdo – contestó Bulma con amabilidad – entonces adelante, Príncipe.
Las puertas de cristal se abrieron ante ellos mostrando una especie de sala/ recepción en donde la plantilla de personal de aseo y atención estaba formada por robots.
Mismos que Vegeta pasó de largo en compañía de Bulma, frunciendo el ceño.
Otra puerta se abrió.
-Este es el jardín – explico ella – como puedes ver, está lleno de animales de toda clase.
Vegeta la seguía sin hacer comentarios. Tal parecía que deseaba darle un tour por la casa.
Mientras caminaba a espaldas de Bulma, Vegeta se percató de lo atractiva que era y se sonrojó al darse cuenta de que aquella joven lo trataba de manera diferente a los demás, a pesar de su carácter.
Además, le resulto extraña la naturalidad con la que ella comenzó a compartir con él, algunos recuerdos de su infancia.
Su voz le resultaba dulce, agradable al oído.
En secreto, le interesaba seguir escuchando todo lo que ella tenía que decir, pero también empezó a ser consciente de que algo en aquella fémina, lo hacía débil y alguien como él, no podía permitirse alojar sentimientos que lo convirtieran en un ser vulnerable.
-No vine a charlar – espetó de repente – vine solo porque dijiste aquello sobre tu "capsula de gravedad".
Esas palabras hicieron que Bulma volteara hacia él con una cálida sonrisa en el rostro que poco a poco se fue transformando en una mueca de auténtico enojo.
-Para ser un príncipe, no tienes educación.
Aquellas palabras habían calado de manera intensa en Vegeta.
Tanto así, que era lo único en lo que podía pensar mientras entrenaba.
Recordaba la manera tan abrupta en la que Bulma había parado de hablar después de que él la interrumpió, y entonces empezó a odiarse por dos razones completamente opuestas.
La primera por haber interrumpido a Bulma mientras ella le contaba algo que era importante para ella.
Y la segunda, por estar sintiendo simpatía excesiva por una humana.
Por su parte, Bulma había empezado a preocuparse porque Vegeta llevara más de tres días entrenando sin descanso.
Estaba decidida a hacerlo salir de la capsula al menos para que pudiera alimentarse.
Con este objetivo, Bulma tomó uno de los libros de cocina de su madre con la intención de preparar una buena cena para Vegeta.
Siendo un sayayin, seguramente tenía el mismo apetito voraz que caracterizaba a Goku.
No se consideraba muy habilidosa en la cocina pero estaba convencida de que no lo hacía tan mal.
Así pues, puso manos a la obra, esforzándose por incluir los alimentos básicos para una cena nutritiva y que lo ayudara a reponer las energías perdidas.
Le tomó toda la tarde elaborar cada platillo con su respectiva presentación. Pero al terminar, miró con orgullo la mesa repleta de comida.
Acto seguido se dio una buena ducha y se puso uno de los vestidos más bonitos que encontró en su armario. Sin olvidarse de usar un poco de maquillaje.
Se miró al espejo antes de salir y le hizo un guiño a su reflejo.
Salió de casa y caminó un poco más hasta llegar a la capsula.
Tocó la puerta avisando su presencia y el motivo por el que acudía en su búsqueda. Pero a pesar de escucharla, Vegeta no se molestó en contestarle siquiera.
Sin embargo Bulma estaba decidida a hacerlo salir de la capsula.
-Escúchame Príncipe – empezó diciendo – si no atiendes mi llamado y sales ahora mismo, me encargaré de hacer explotar esta capsula contigo dentro. Después de todo, conozco de primera mano que un sayayin no muere con una simple explosión.
El rostro de Vegeta adoptó una expresión de alarma.
-Esta mujer está loca- mascullo entre jadeos de cansancio.
Detuvo su entrenamiento y se puso a pensar en que quizá debía hacerle caso.
Bulma parecía ser una mujer de cuidado.
La señorita Brief esperó un buen rato fuera de la estructura pero Vegeta continuó sin dar señales de salir.
Estaba pensando en una nueva estrategia para hacerlo ceder cuando Goku apareció en la entrada, acompañado de Gohan.
-¡Hola Bulma! ¿Qué tal han ido las cosas con Vegeta?
Bulma sonrió y se alejó de la capsula de gravedad con toda la intención de olvidarse de Vegeta.
Si él no quería comer. Entonces Goku lo haría.
Así que lo invitó a entrar.
....
Vegeta esperó un buen rato, hasta que la voz de Bulma llamándolo, dejó de oírse.
Tenía algo de hambre así que comería lo que fuera que ella hubiera preparado para él.
Salió de la estructura de entrenamiento y se dirijo al interior de la vivienda.
Pero al llegar al comedor, se llevó una desagradable sorpresa.
Kakaroto se lo había comido todo.
El hecho lo irritó en sobremanera.
-¡Pero qué demonios piensas que haces comiéndote mi comida, imbécil! - gritó Vegeta alargando el insulto del final.
Goku sonrió y lo saludo con familiaridad, como siempre lo hacía.
-¿Era para ti? Lo siento Vegeta pero Bulma no mencionó nada sobre eso y yo venía muerto hambre.
¿Verdad Gohan?
-Sí papá. Los dos hemos comido mucho – respondió Gohan con alegría – Bulma cocina delicioso.
Bulma sonrió complacida por las palabras de Gohan pero Vegeta destruyó su felicidad al reclamar.
-¡Bulma – gritó alargando la última letra del nombre de la joven - como te atreves a dejar que se coma mi cena!
Enfadada por sus gritos, Bulma acercó su rostro al de Vegeta hasta que la narices de ambos se topaban.
-¡No iba a rogarte para siempre, señor orgulloso!
-¿¡Queeeee? – Gritó en respuesta él – eres una sin vergüenza!
-¡Y tu un necio!
Goku y Gohan decidieron despedirse y retirarse enseguida sin haber podido calmar los ánimos en la pelea de aquellos dos.
Vegeta caminó por la casa enfurecido hasta llegar a una habitación vacía en la que se encerró.
Bulma se quedó en la sala de estar, masajeándose la cabeza en un intento por quitarse el dolor.
Cuando el enojo llegó a su final para ella, era ya la media noche.
Se levantó con calma, abrió el refrigerador y sacó un pastel de fresas.
Lo había hecho como postre y se había olvidado de colocarlo en la mesa.
Lo puso en la encimera mientras cerraba la nevera y a continuación camino hasta la habitación en la que se había metido Vegeta.
Tocó la puerta y anunció.
-¡Aun quedó algo de la cena, tontooo!
No me interesa si lo dejas aquí o no. Pero si tienes hambre puedes comértelo.
Vegeta esperó hasta que el sonido de los pasos de Bulma se desvaneció.
Entonces abrió la puerta, tomó el pastel y se lo comió, solo, en aquella habitación.  

VEGETA, EL CANDIDATO PERFECTO #Wattys2020Where stories live. Discover now