Sketchbook

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LLEGAMOS A LOS 100 ONE SHOTS!!!!

Muchas gracias a todos los que se quedaron conmigo hasta este momento!!! Llevamos mucho tiempo juntos, gracias por hacer de este lo que es el día de hoy!!! 

Mis sinceras disculpas pues no actualizo como lo hacía antes, pero la universidad y los exámenes, exigencias, etc., se ponen cada vez peor :( 

Intentaré mejorar, actualizar de viernes a domingos, lo cual espero cumplir :D

Gracias nuevamente! <3

Gracias nuevamente! <3

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De alguna manera, había perdido la costumbre, pero Nico recordaba perfectamente coger sus crayones y lápices cuando era pequeño, el sol entrando a través de las cortinas abiertas de su casa, calles pavimentadas desde tiempos inmemorables en el exterior, y dibujar todo lo que él veía, desde sus sueños hasta las criaturas que solía ver cuando acompañaba a su madre y hermana a pasear o comprar; no solo eran monstruos, sino también siempre fue capaz de ver las calles italianas llenas de fantasmas, muchos de estos acompañaban a una persona o Nico veía cómo estaban dentro de una casa y simplemente parecían un miembro más de la familia, otros le daban pesadillas al pelinegro.

Es por eso que sintió la necesidad de sacar lo que tenía en su cabeza e intentar plasmarlo en un papel, en algo físico. Aun cuando estuvo décadas atrapado en el Hotel y Casino Lotus, recordaba vagamente hacer dibujos de vez en cuando, así como cuando estuvo en el colegio donde Percy lo rescató, nunca paró realmente, era como tomar fotos para él.

Sin embargo, paró en el momento en que supo que su hermana no regresaría jamás, cuando supo que la había perdido.

Con los años logró aceptarlo y super la idea de que estaba solo, pero eso era mentira, y una parte de Nico lo sabía, porque tenía amigos que se preocupaban y harían todo por él en ambos campamentos, tenía a una hermana que cuidar también, realmente no estaba tan solo como pensaba.

Hazel era la única que sabía sobre su necesidad de dibujar todo lo que veía después del Tártaro, era quien más la entendía en ese sentido. El hijo de Hades se hubiera vuelto loco si no hubiera podido sacar a los monstruos de sus sueños.

El día en que Nico decidió quedarse en el campamento, Nico comenzó a dibujar otras cosas. No había podido hacerlo antes, pero ahora que tenía el tiempo, comenzó dibujando pequeños detalles, las manos de Will, sus ojos al sol, su espalda cuando entrenaba, sus brazos cuando atendía en la enfermería.

De vez en cuando, los recuerdos del Tártaro y de la guerra lo asaltaban, pero el vínculo que se fue fortaleciendo más y más con Will, hasta el punto en que ambos se dieron cuenta que sus vidas eran mejor con el otro a su lado, y así, sus dibujos no solo eran un alivio para su mente, sino también para su corazón.

Cuando Will se quedaba a dormir en su cabaña, Nico no dejaba de sonreír siempre que él se quedaba dormido antes, y aprovechaba para dibujar lo que solo él podía, su rostro con sus pestañas cerradas en la poca luz del interior, sus pies junto a los suyos. Y cuando amanecía, las veces en que Nico se levantaba antes, le encantaba dibujarlo para inmortalizar lo que veía. Se dio cuenta que tenía un fetiche con la espalda de Will, especialmente cómo se veía por las mañanas, llenas de lunares y pecas, cómo sus músculos se flexionaban cuando se ponía su camiseta del campamento; cómo simplemente parecía brillar bajo el sol.

La noche anterior, Nico se había quedado dormido dibujando a Will, por lo que su cuadernillo se resbaló de su mano al suelo, donde el hijo de Apolo lo encontró al día siguiente cuando se levantó temprano, como siempre.

Le pareció extraño, pero nunca realmente le había preguntado a Nico por ese cuaderno negro lleno de hojas, nunca lo había abierto si quiera. Lo recogió para dejarlo sobre la mesita de noche, no quería ver lo que había adentro, pes si Nico no se lo había enseñado, era por algo. Se vistió como todas las mañanas, fue al baño y se lavó la cara y los dientes, para cuando volvió, Nico seguía durmiendo, así que como aún faltaba para la hora del desayuno, Will decidió volver a subirse a la cama junto a su novio, quien se veía tan vulnerable mientras dormía. Hizo el ademán de echarse junto a Nico cuando el cuaderno se cayó de la mesita al chocarse con la pierna de Will.

Se abrió en el suelo en un dibujo que hizo a Will estremecerse por completo.

Las sombras, los detalles que se lograron plasmar, la soledad, el miedo, la incertidumbre. Aquel dibujo de una cueva oscura, con una pequeña sombra humana en un rincón y los monstruos fuera de esta, hicieron que Will quisiera llorar, porque ¿cómo alguien había podido sobrevivir a todo eso? ¿cómo era posible si quiera sonreír y acurrucarse como un gatito junto a él cuando, como veía en varios dibujos más, tu vida podía terminar a la vuelta de una condenada esquina?

Will se había recostado ya en la cama, y Nico lo abrazaba, con su rostro escondido en el cuello del rubio.

Comenzó desde el inicio, y pudo conocer la Italia de entreguerras en la que Nico vivió. Vio el cambio en él a través de sus dibujos, vio el Tártaro, y luego, se vio a él mismo. Una sonrisa se formó en su rostro y su corazón no pudo estar más feliz, pues a pesar de todo ese dolor y oscuridad, Will era como la luz en la vida de Nico, y él lo podía ver en sus dibujos. Su novio había logrado capturar con gran detalle partes del cuerpo de Will que ni él mismo veía de la misma manera.

- ¿Will?

Una voz ronca a su lado hizo que se volteara.

- ¿Sí, bebé?

Nico se dio cuenta del cuaderno que Will tenía en sus manos y tuvo miedo que lo dejara tras ver lo roto que estaba por dentro, pero la tensión que se había formado rápidamente en sus hombros se desvaneció al escuchar la voz de Will llena de cariño, y sus ojos y sonrisa solo podían hacer que Nico confiara en él. El ambiente hogareño de toda la situación hizo que volviera a cerrar los ojos.

- Nada, vuelve a dormir, aún es temprano.

Will miró el reloj de su muñeca y soltó una risa por lo bajo.

- Nicks, son como las siete y media, vamos tarde al desayuno.

- Umm...es tu culpa que esté lleno...

El hijo de Apolo se sonrojó hasta las orejas.

- ¡NICHOLAS! -lo reprendió, dándole un golpe leve en el hombro.

Pudo escucharlo reírse, pero igual dejó el cuaderno a un lado y besó a la persona más valiente que conocía.

Solangelo One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora