28 - Estúpida, Tonta Cita

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No sé en qué minuto acepté esto.

Lo peor es que me estoy arreglando para quedar bonita.

No.

¡Lo peor es que me estoy arreglando para ir a una cita con Lucas!

Durante toda esta semana Lucas ha estado ahí para apoyarme, creo que sabe más de mí que Sara y mi padre juntos.

Como sea, ayer estábamos hablando de lo mejor, cuando de pronto me invita a una cita, así de la nada. Y la tonta de mí, acepta.

Antes de que me pudiera arrepentir, Lucas toma sus cosas, me dice que viene por mí mañana a las ocho y se va.

Ahora son las 7.45 y todavía ni siquiera me he vestido.

Toda mi pieza está patas arriba.

- ¿Caty? – escucho la voz de mi padre.

- ¡¿Qué?! – respondo un poco enojada, no encuentro mi otro zapato.

- No logro encontrar mi camisa, la de cuadros azules – grita él desde su habitación.

- Está en el tercer cajón de la izquierda – grito yo probándome la cuarta polera.

- Ya busqué ahí, no estaba.

Suelto un gruñido de enojo y voy cojeando sin un zapato a la pieza de mi padre.

- ¡Guau! – exclama cuando mi papá me ve - ¿A dónde vas vestida así?

- Tengo una cita – digo abriendo el tercer cajón.

- ¿Con Sam? – pregunta.

- Con Lucas – respondo tirándole la camisa a la cara.

- ¿Lucas? – dice él extrañado – pensé que ese muchacho era gay.

- ¡Papá! – grito exaltada.

- ¿Qué? Solo digo que hay veces en las que parece como si... - mi padre es interrumpido por el timbre de la puerta, yo me sobresalto y voy corriendo a mi habitación para terminar de arreglarme.

Me pongo mi zapato faltante, me suelto el pelo y lo dejo caer libremente.

Me miro por última vez en el espejo y me cercioro de que todo está bien.

Llego a la puerta justo antes de que mi padre abra la puerta.

- Hola – digo cuando abro la puerta a un Lucas totalmente pasmado.

Va con unos jeans azul oscuro ajustados, una camisa gris, también ajustada y unos zapatos de vestir negros.

- ¡Guau! – exclama él – estás... estás... radiante.

Su expresión hace que me ruborice.

- Hola Lucas – dice mi padre con una voz más grave detrás de mí.

- Señor Mason – saluda Lucas inclinando levemente la cabeza

- Cuida de mi pequeña – dice mi papá apoyando su mano en mi hombro.

- No te preocupes, papá – digo dándole un beso en la mejilla – él nunca podría hacerme daño.

- No llegues tarde – dice mi padre con lágrimas en los ojos – recuerda que yo no voy a estar acá.

- Hasta luego, señor Mason – se despide Lucas.

Lucas toma mi mano y caminamos hacia su auto.

Luego de media hora conduciendo llegamos a un restaurante hermoso ubicado casi a las afueras de la ciudad.

- ¡Oh por Dios! – exclamo cuando entramos - ¡Este lugar es increíble! ¿Cómo conseguiste una reserva en un lugar así?

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