Claro, desde un primer momento había estado en shock cuando se dio cuenta de que el chico que Yuto había ayudado en realidad tenía un aspecto muy similar al de ellos y, más que nunca, quiso acercarse a él. No había planeado el besarlo ni tampoco el que se cayera de esa manera, sin embargo era algo que no había podido resistir, no cuando Yuya emanaba una pureza única en su tipo, pureza que él y sus dos amantes habían perdido hacía mucho tiempo.

Salió de sus pensamientos en cuando él y la chica, recordaba que se llamaba Yuzu llegaron a la enfermería, solo entonces notó el brazalete que la chica portaba, ah, ahí estaba el objetivo del profesor, tendría que llevársela pronto o quizás... Una sonrisa se formó en sus labios, o quizás podría seguir ahí y descubrir la mejor manera de acabar con la pureza de Yuya.

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Cayó al suelo con dureza mientras escuchaba las risas de los niños, levantó la vista mientras sus ojos se llenaban de lágrimas ¿porqué estaban en su contra? Solo había ido al parque para no estar solo.

-No eres más que un niño rico y mimado- dijo uno de los niños más grandes apuntándolo con el dedo antes de burlarse -mírate, quieres llorar como el bebito llorón que eres- después de esas palabras los otros niños también se echaron a reír empezando a decir palabras a coro con su líder, todas burlándose de él.

Al pequeño niño en el suelo no le quedó más que dirigir su mirada al piso mientras intentaba no llorar, eso sólo parecía animar más a los niños que se burlaban de él.

-Hey, déjenlo en paz- otro niño más grande apareció y se encargó de apartar a los bravucones del pequeño sentado en el suelo -¿no tienen nada mejor que hacer? ¡fuera de aquí!- los espantó, como es obvio, al ver a alguien más grande que ellos los buscapleitos salieron corriendo, cobardes que solo buscaban abusar de los más débiles, eso es lo que eran.

-Oye- el pequeño apartó su vista, un poco herido en el orgullo pues lo habían tenido que rescatar -no te lastimaron ¿verdad?-

El niño negó, sin embargo el mayor pudo ver la manita del niño sangrando, se había lastimado cuando detuvo su caída después de que el bravucón lo había empujado.

-Estás herido- musitó el mayor hincándose frente al pequeño mientras sacaba de su bolsillo un pañuelo de llamativo color rojo el cual utilizó para envolver la manita del pequeño -esto servirá por ahora, cuando llegues a casa lava bien la herida y pon una gasa-

El pequeñito asintió, sin embargo no pudo evitar recordar que, al volver a casa, solo estaría él en compañía de cientos de pasillos y habitaciones vacías.

-Por cierto ¿cuál es tu nombre?- preguntó el niño mayor -nunca te había visto por aquí antes ¿quizás no eres del vecindario?-

-Ah...- estuvo a punto de responder pero entonces recordó que los bravucones le dijeron "niño rico y mimado" ¿su salvador también se burlaría de él por ello? así que ignoró la pregunta y solo contestó la primera -me llamo Yuto-

-Oh, eres el chico de la casa grande al final de la calle- exclamó el chico sonando bastante sorprendido, al instante el pequeño Yuto se puso a la defensiva ¿será que todos los chicos de ese parque son malos?

El mayor, al ver la carita seria del pequeño no pudo evitar soltar una risita -tranquilo, a mi no me importa de donde vengas, no como a esos idiotas que te maltrataron, eso si, me sorprende que hayas aparecido por estos lares, tu casa tiene un gran patio para ti solo- al instante de pronunciar la última palabra el mayor vio como los grandes ojos grises del pequeño se llenaban de tristeza pura. Pudo entonces darse cuenta de cuál era el problema.

Gravity of youWhere stories live. Discover now