Zoe.
–Zoe, tenemos que hablar. – dijo Mauro mirándome serio.
–¿de qué?. – pregunté.
–¿Vos escuchaste lo que me preguntó Dylan?. –
–Si.– susurré agachando la cabeza.
–Creo que el pendejo ése le dijo algo, él no va a preguntarme por que simplemente se le ocurrió. – dijo enojado.
–Si, seguro que si. – suspiré. – Está echo un chucky, Mauro. –
–¿Crees que ésto le esté afectando?. –Me miró triste.
–Tal vez si, tal vez no.. espero que no. –
–¿Por qué no se vienen a mi departamento?. – preguntó, negué al instante.
–No Mauro, ¿estás loco?, no. – volví a negar.
–¿Por qué?. –
–Por qué... sabes lo que implica éso, no quiero confundir más las cosas, así cómo estamos, estamos bien. – dije firme.
–No Zoe, no estamos bien. Tenes que mirar el comportamiento del nene para darte cuenta que no estamos bien. – hice una mueca. – ¿Es por Paulo? . – preguntó.
–No, no es por Paulo. Él y yo no fuimos ni somos nada. – acoté.
–Bueno, ¿y entonces?. –
–Creo que es un cambio demasiado grande para Dylan, le costó adaptarse cuando lo traje a Buenos Aires. – dije acomodándome el pelo, el sólo me miraba. – Mañana se lo planteamos a él y depende de lo que quiera, vemos. – asintió.
Nos fuimos a sentar al living y a Mauro se lo veía muy sonriente.
–Se te va a congelar la sonrisa. – reí, el negó riendo.
–¿Sabés? Cuando Dylan me abrazó me dijo "Chau papi" . – dijo mirándome sonriendo.
–¿Posta? Viste que te dije que no le iba a costar, te re quiere. –
–Si... ahora sólo falta que vos me digas papi. – sonrió.
–Uy ya la cagaste, ¿ves que sos un pelotudo?. – Me levanté del sillón y Mauro me tiró del brazo haciendo que me caiga arriba de él.
–Soltame. – dije muy cerca de sus labios.
–Nunca más te voy a soltar. – me miró a los ojos.
–Soltame. – repetí.
–Ni en pedo. – sonrió, sonreí por inercia.
–Mau... – Me interrumpió.
–¿Podes dejar de darle tanta importancia a todo? Aunque sea un minuto. – pidió.
–Sabes que no..–
–Zoe..– dijo haciendo un cortito puchero.
GOLPE BAJO PARA MÍ.
–Está bien..– sonrió.
Puso sus manos en mi espalda baja, yo llevé las mías a su cuello.
Estábamos tan cerca, sólo se escuchaban nuestras respiraciones.
Mauro se encargó de cortar la poca distancia que había entre los dos en un cálido beso.
En ése beso le transmití todo el amor que todavía sentía por él y cuanto lo extrañaba, por qué la puta madre Mauro, no te das una idea de cuanto te extrañaba.
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Les actualizo de nuevo por que me suspendieron el entrenamiento :)
