"F": Por supuesto que lo es.

Yo: ¿Entonces tú ya sabías que yo te quería?

"F": Supongo. No creo que vayas por ahí llorando como si fueras una magdalena en el hombro de cualquiera. Eso debe de significar algo. Debe de tener su importancia.

Sonrío. Él tiene tanta razón. No hay nadie más en el mundo con quien haya llorado tanto como con "F", porque él siempre me ha dado un hombro —o los dos— cuando lo he necesitado.

Yo: Gracias por hacerme saber que también me quieres —le digo.

"F" esboza una media sonrisa.

"F": No pasará muy seguido. No te acostumbres. Solo para fechas especiales, como tu cumpleaños o tu boda, o cuando bautices a tus hijos y yo sea su padrino.

Yo: Sí. Sería genial que fueses su padrino.

"F": Sí.

Nos volvemos a quedar en silencio, él tragándose su bocado y yo pensando. Pensando en lo que "F" me ha dicho y en que él sabe muchas cosas buenas. No me toma demasiado comenzar a pensar también en Willow. En que él es importante para mí y en que me dijo que me quería y que eso tampoco estuvo mal.

También pienso en que yo quería que él volviese a decírmelo. Tampoco puedo evitar pensar en que besé su mano.

Ay, ¡sacré bleu!, como dice "F".

¡Besé su mano!

¡Su bonita mano!

Y a pesar de que suena más a un reproche hacia mis abusivas acciones, el impulso de querer hacerlo de nuevo se cuela entre mis nervios, deslizándose con tanta facilidad que ni siquiera deseo ni me atrevo detenerlo, porque me parece raro y porque Willow no está aquí y él no me puede ver justo ahora ni saber tampoco que quiero volver a besar su mano.

Es un pensamiento muy privado. No tengo por qué compartirlo con nadie.

Yo: "F".

"F": ¿Sí?

Yo: ¿Qué tanto tiene que suceder para que quieras a alguien?

"F": Ummm...

Él lo medita durante unos cuantos segundos, se rasca el mentón y luego se encoge de hombros, como si se despojara de la inseguridad de la respuesta que ha cuajado en su mente.

"F": Basta con que existas en este mundo, Tesla —dice fluidamente. Carraspea un poco para aclararse la garganta y luego vuelve a su semblante serio habitual de cuando está pensando algo importante—. "Querer" es una palabra muy grande y maleable.

Él se recuesta en el césped, apoyándose sobre sus codos y echando la cabeza hacia atrás, cerrando sus ojos y apuntando con su nariz hacia el cielo.

"F": No quieres a todas las personas de la misma manera, ¿sabes? Y la forma en la que tú quieres a alguien tiene que ver con cuán importante es esa persona para ti.

Yo: Ajá.

"F": No es un simple ajá —reprocha dejando escapar una suave y ligera risa—. Quieres a tu madre de una forma, a tu padre de otra, a mí de otra, y, aun así, en conjunto nos quieres. Te quieres a ti mismo. Querías a Youth, e incluso a pesar de lo que ella hizo la sigues queriendo, muchísimo menos que a todos tal vez, pero no esperas hacerle ningún daño.

Yo: Lo de Youth no era necesario —refunfuño.

"F": Lo que intento decir es que podemos querer a alguien incluso sin saberlo. Pero si quieres asegurarte de ello supongo que basta con pensar un poco en ti mismo.

El universo que llevamos dentro (En corrección)Where stories live. Discover now