El universo que llevamos dentro (En corrección)

#58

Willow

Steven lleva alrededor de media hora mirando la pantalla de su celular. Se ha quedado embelesado en un mensaje de texto que Jude le ha enviado esta mañana, explicándole que pasará por Gilbert más temprano que de costumbre. Además, Jude ha adjuntado una fotografía él haciendo la V de victoria con los dedos y mostrándole una escultura cincelada en roca para un proyecto de la universidad.

Creo que esa es la verdadera razón por la que Steven está teniendo una crisis de ausencia en estos momentos. Ahora posee una fotografía del chico que le gusta, lo que me parece estupendo porque de algún modo eso lo acerca un poco más a Jude sin parecer un acosador.

Mientras los niños duermen preparo infusión de frutos rojos. Cuando le entrego una taza llena Steven él tarda unos minutos en darse cuenta de que tiene algo que sorber antes de que se enfríe del todo.

—¿Qué tan descortés sería que me toque en mi habitación mientras miro esta fotografía? —pregunta de pronto.

El trago de infusión que iba a mitad de camino en mi esófago sufre una turbulencia y me atosigo con él. Tengo que darme unos golpecitos en el pecho y respirar hondo un par de veces para recomponerme.

—¡Steven! —exclamo entre susurros.

—¿Qué?

—Deja de ser tan prostituto.

—No soy un prostituto —argumenta mientras sorbe de su infusión—. Solo era una pregunta de algo simple.

—No creo que tocarse con la fotografía de alguien sin su consentimiento sea algo simple.

—¿Es que acaso nunca has visto porno?

—Eso es muy diferente.

—Pues a mí me parece razonable cuando te gusta alguien.

—Me parece descortés —aclaro.

Steven suelta un holgado suspiro y vuelve su atención a la fotografía de Jude. En su cara puedo advertir que está muy contento con lo que está sucediendo, a pesar de que no pareciera la gran cosa. Sin embargo, estoy seguro de que para él ese par de mensajes de texto significan mucho, aun si Jude no se los ha enviado con ninguna segunda intención.

De cualquier modo, Steven me da un poco de envidia de la buena. Quisiera tener una fotografía de Tesla también, para verla cada vez que me acuerde de él, cosa que pasa muy a menudo. Tal vez él no se molestaría si le pido una o si se la tomo a escondidas.

—¿Qué le digo? —inquiere Steven, dándole otro sorbo a su infusión.

—¿Aún no le respondes?

—No sé qué debería de responder.

—Sigo diciendo que deberías invitarlo a un café.

—Y tú deberías de decirle a Travis...

—Tesla.

—Sí, como sea. A Tesla, que te gusta.

—Eso no tiene nada que ver con esto.

Steven agita su dedo índice de un lado a otro, intentando invalidar mis palabras. Enarca una ceja y acusativamente dice:

—Claro que la tiene. Es cuestión de tener el valor para hacer algo, y evidentemente ambos somos unos gallinas.

Tal vez Steven tenga razón. A diferencia de él, yo si he tenido miedo de acercarme mucho a las personas. Por otro lado, él ha podido conversar con Jude de frente desde un principio, pero yo tuve que esconderme en un baño para hablar con Tesla.

Eso sí era patético. ¿Cómo es que Tesla no se cansó de algo así?

A pesar de esas diferencias que parecieran que divergen de forma abismal, hay un par de cosas que siguen la misma línea de comportamiento: tanto Steven como yo tenemos pánico de dar un paso en falso y arruinar las cosas. Además, los dos parecemos estar más seguros detrás de la pantalla de un celular. Es más fácil responder mensajes de texto, en donde no nos miran tartamudear del nerviosismo, que hablar en persona, cuando a nuestra lengua le da por convulsionar.

—Dile que tendrás las cosas de Gilbert listas para cuando él venga.

—¿Qué? —advierte confundido.

—Dile eso. Es la respuesta de un cuidador de guardería.

—¿No crees que eso es muy escueto? —cuestiona.

—¿Se te ocurre algo mejor?

Steven parece sopesarlo unos instantes. Le vuelve a dar un sorbo a su infusión y después de relamerse los labios dice:

—Sonríe.

—¿Sonríe?

Él toma una fotografía de ambos, donde hace una V de victoria y en donde yo parezco alguien teniendo una apoplejía.

Se la envía a Jude seguido de un mensaje que dice "Aquí cuidaremos a Gilbert mientras tanto".

Me toma una fracción de segundo caer en cuenta de que Steven se ha tomado el atrevimiento suficiente como para hacer algo de ese calibre, lo que en cierto modo me emociona y a la vez me aterra. Pareciera que él se ha rendido a ese impulso de hacer algo que se debate entre lo estúpido y lo valiente, y tan solo ha permitido que el universo haga lo que sea que tenga que hacer para que las cosas sucedan.

Steven respira hondo, retiene el aire unos momentos en sus pulmones, y luego, volviendo a verme, exhala.

—Deberías decirle a Tesla lo que sientes por él.

Steven ha dicho bien su nombre. Por primera vez, lo ha hecho.

—No creo que sea lo mejor.

—Lo será.

—¿Tú crees? —inquiero dubitativo.

—Yo no creo cosas —afirma con esa seguridad grosera, sincera y altiva propia de él—. Yo las sé. Y sé que eso será lo mejor, Willow Heavenly.

De pronto siento que debo de confesarle algo importante que no me deja tranquilo. Me da la impresión de que se lo debo porque él se está abriendo conmigo y yo no tanto como quisiera.

—Te vas a ir de culo si te cuento algo —comienzo a decir nervioso. Aprieto la taza con mis dedos, tratando no temblar de los nervios.

—Pruébame —masculla él dando un sorbo.

—Tesla me ha besado —suelto sin más.

Steven escupe su infusión en mi rostro y comienza a toser, intentando no hacer mucho ruido.

—Ya lo he dicho yo —farfulla secándose la nariz—. Serás un bobo si no le dices lo que sientes. Él casi que lo ha hecho sin siquiera decir una palabra.

—¿Eso piensas?

—El pensamiento es tan fuerte como mis deseos de tocarme viendo una foto de Jude.

Suspiro con cierto recelo.

Steven a veces dice cosas raras, pero... ¿y si tiene razón?