Capítulo 7

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—¡Farco estate tranquilo!—Escucho desde adentro de la casa al ya salir de ella. Camino nuevamente adentro encontrándome a Marco peleando con el perro al intentar y ponerle la soga. —Puedes darle una vuelta. —Sugiere al verme y me entrega al perro de melena dorada. —No quiero que te pase algo. —Alza de hombros sonriendo un poco avergonzado.

—No te preocupes—Niego cerrando el abrigo que él me regalo. Saliendo luego de la casa, caminando directo por la cerca.

Cojo el móvil y pongo música, colocándome los audífonos a ambos oídos. Mi mente no estaba a un lugar fijo, así que deje al felino que guiara el camino. Paro de caminar al sentir una fuerte punzada en la parte frontal de mi cabeza, paso mi mano libre y me hago presión en ella intentando aliviar el dolor. Ese golpe que tuve en el sueño fue tan realístico que hasta despierta me ha causado lastimarme. Al dolor haberse reducido decido colocarme la pequeña gorra del abrigo cubriéndome casi toda mi cara.

De la nada empecé a caminar con el paso más ligero, así que miré al frente. Un pequeño parque se hallaba a unos pasos adelante, entramos. El lugar estaba desolado, parecía un lugar fantasma y apenas eran las cuatro de la tarde que se supone que hubiera por lo menos un niño jugando. Camino hacia uno de los bancos vacíos y me siento cómoda en ella. El perro decide acostarse en la grama y descansar un poco a coger ese aire perdido en ese pequeño recorrido. Suelto la soga al suelo, ya que tenía la confianza suficiente de que el animal no se fuera corriendo.

Me quito la capucha pasando mis manos por todo mi rostro y cabeza hasta llegar a mi nuca y coger un buen suspiro. Las manos por sí solas se posan en mi cabeza haciendo presión en ellas al volver a tener otra de esas punzadas en mi cabeza.

Psicóloga-Tom Lucitor y Tú-(Fanfic) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora