—Este es tu lugar, Lali.

Miro alrededor, todo está exactamente igual que cuando me fui. Intacto. —¿Tu apartamento es mi lugar?

—No —se ríe—. Conmigo es tu lugar —me sonríe, mientras baja su cabeza para besarme nuevamente. Su lengua juega contra mi boca, mientras sube y baja sus manos, tocando todo lo que haya en su camino. Gimo cuando siento sus manos en mí, haciéndome perder todo uso de razón, pero sigue habiendo una vocecilla en mi interior que me está pidiendo a gritos que no me deje influenciar por sus caricias, y logro hacerle caso, aunque me cueste en exceso.

Me aparto de golpe. —No puedes siempre solucionar todo a base de sexo, Peter —suspiro.

—Es la única forma que sé para demostrarte lo que siento por ti —roza su pelvis contra la mía, y exclamo un grito ahogado. Me besa la comisura de los labios, mientras sigue atormentándome con sus caderas—. No sé hacerlo con palabras. Lo hago así —vuelve a chocar su pelvis contra la mía—. Solo por ti. Es mi manera de decirte lo que siento.

—¿Y qué sientes? —soy capaz de susurrar, mientras soy yo ahora, que busca esa fricción.

—Necesitas palabras —declara.

Niego. —Necesito hechos —respondo.

Me ataca la boca con un beso apasionado, y me agarra para después dejarme encima de su cama. Se toma su tiempo desvistiéndome, besando cada centímetro de mi cuerpo, y lo dejo hacer. Anhelo su tacto. Lo necesito a él.

Cuando estoy completamente desnuda, él se quita la ropa apresuradamente, y después lo siento encima de mí, su dureza palpitando contra mi necesitada humedad.

No soy lo suficientemente fuerte para detenerlo. Lo quiero dentro de mí. Ahora. Y no se hace rogar. Entra en mí de una sola estocada, y me embiste con fuerza. A dentro, a fuera. Grito de placer.

—¿Quién es mi chica? —gruñe él, mientras se retira, y vuelve a hundir toda su profundidad en mí.

—¡Peter! —ruego.

Se retira lentamente de mi interior, y lo agarro para que no se vaya. —Contéstame, Lali —respira pesadamente—. ¿Quién es mi chica? —vuelve a repetir, mientras embiste hacia dentro, fuerte, otra vez.

—¡Yo! —exclamo en un quejido.

—¿Tú qué, Lali?

Me atormenta con sus caderas, mientras lloriqueo de deleite. —Yo soy tú chica —me muevo contra él—. Y tú eres mi chico —gimo en su boca, mientras lo beso con dulzura.

—Así es.

Mueve sus caderas en círculo, sin salir de mí. —¿A quién necesitas? —pregunta, con voz ronca.

—A ti —suspiro.

—¿A ti qué, Lali? —respira contra mi cuello, y se entretiene lamiendo mis gotas de sudor de ahí.

—Yo te necesito —jadeo—. ¿Y tú me necesitas a mí? —pregunto, con timidez.

—Así es —gruñe él, mientras se retira.

Me muevo en busca de su miembro, y lo siento palpitar dentro de mí cuando se hunde rápidamente en mi interior. Su estocada fuerte y firme, y lo siento rozar todo mi clítoris. En cualquier momento voy a estallar. Y sé que él también está a punto.

—¿A quién quieres?

Su pelvis choca una y otra vez con la mía, y estoy a punto de perderlo. Cierro los ojos, por la sensación de placer que estoy sintiendo. No puedo soportarlo más. Necesito soltarlo ya. Estoy a punto de estallar locamente, pero se detiene de golpe, parando consigo mi intenso orgasmo. Protesto en un quejido, mientras abro los ojos. Me mira intensamente, y lo sigo sintiendo latir en mi interior.

—¿A quién quieres? —repite, mientras empieza a moverse nuevamente.

—¡Ah! —gimo.

—¡¿A quién quieres?! —grita, mientras entra y sale de mí—. Mierda, contéstame, Lali —suspira pesadamente. —¿A quién quieres? —ruge.

—A ti. ¡A ti te quiero! ¡Te quiero! —chillo cuando me vengo, estallando en mil pedazos. El gruñe, y lo siento vaciarse en mi interior, mientras respira con dificultad, al igual que yo, que sigo intentando volver a respirar con normalidad.

Junta su frente con la mía, sin salirse de mí, aún encima de mí. —Ahora pregúntamelo a mí —pide.

Busco sus ojos, el verde en ellos resplandecientes. —¿A quién quieres? —pregunto en un susurro inseguro.

—Te quiero a ti, Lali —me besa con ternura. Sonrío contra su boca.—. No sabes lo perdidamente enamorado que estoy de ti.

MineWhere stories live. Discover now